Cuando vi en la tele el vídeo de los orangutanes del Colegio Mayor Elías Ahúja, adscrito a la Complutense y regentado por una orden religiosa, me quedé pasmado. Como un poco alucinado por una cuestión esencial: pensaba que esas cosas ocurrían hace décadas, como en las novatadas de las residencias y colegios mayores que padecí en mis tiempos universitarios: casi pecata minuta con las barbaridades semánticas y conceptuales de los toros cobardes de Ahúja: “Putas, salid de vuestras madrigueras, sois unas ninfómanas.....”. Y por ahí todo. “Conejas”.
No tengo cuerpo de sumarme al coro de indignación generalizada que ha provocado el asunto, ni tengo cuerpo de discutir la tibieza de Isabel Díaz Ayuso, mezclando churras con merinas, y saltándose a la torera la posición de Feijoó, o de Begoña Villacís. Irían un poco mamados, pobres, todos hemos pasado por el sarampión de la juventud que se cura con el tiempo. Menos cuerpo aún tengo aún para reflexionar sobre las declaraciones de algunas de las afectadas, en el Colegio Mayor Santa Clara que se encuentra justo enfrente, quitando hierro a la broma que, por lo visto, se remonta a hace varios años: es una tradición, ha sentenciado alguien por ahí. Voy a acabar aborreciendo al paso que llevo la palabra tradición.
No me interesa demasiado entrar en el debate de si eso es violencia machista, que lo es por supuesto, o de si es un desiderátum/fantasía de violación en masa con comportamiento de manada: tampoco tengo cuerpo de Freud. Solo sé que más de un centenar de energúmenos han visto normal semejante performance incendiaria, cutre, y soez hasta decir basta. “Conejas”. Me da hasta como vergüenza ajena que en la España de 2023, la de la Ley de la Igualdad, la llamada Ley Trans, la de programas educativos por doquier contra la violencia de género, campañas mil contra el terrorismo machista, de condenas sin paliativos a cualquier tipo de expresión o conducta sexista y hetero-patriarcal.....rebrotan este tipo de cosas tan neolíticas (bueno, pobres neolíticos, qué tendrán que ver; leo justo en un artículo que albergaban prácticas solidarias).
Los colegiales pagan al mes en Ahúja 1.200 euros mensuales, IVA incluido. Es decir, más que el salario mínimo inter-profesional. No todo el mundo puede desembolsar ese pastizal, obvio. Deduzco por tanto que a este colegio mayor, y en otros, acuden parte de lo que se supone serán las elites del futuro, ejemplos de una nación libre y democrática (algún falluco famoso ha habido, Pablo Casado). No sé yo que se puede esperar de berrear “puta ninfómana”, ni si eso puede augurar nada bueno: me da que no. Y tampoco es plan de ponerse apocalíptico, que dan ganas. Hay un segundo vídeo, me acabo de enterar, en el que se escuchan proclamas nazis, algo que ha suscitado una protesta de indignación de la embajadora de Alemania en España.
Las leyes anti-sexistas, las campañas de sensibilización, la educación en valores, y un largo etcétera, no lavan el subconsciente en este caso de unas bestias pardas que vomitan parte de lo que observan, o bien en sus entornos familiares, o bien en las producciones audiovisuales, o bien en los medios (ojo), o bien en la calle, o bien en la Casa del Coño de la Bernarda. “Educaciones podridas” como escribía el sábado Antonio Lucas. Vaya usted a saber. Salfumán para estos subconscientes sucios. Y lejía para algunas niñas pijas que piensan que se está exagerando una barbaridad y que lo ven todo guay y sssstupendo.
El presidente de la Cámara de Comercio de Alicante, Carlos Baño, se ha empeñado en darle un vuelco de 180 grados a la institución y superar la atonía, cuando no agonía, de su antecesor. Es la única opción que tiene: renovarse o morir en el contexto de una entidad decimonónica de derecho público que con el paso del tiempo ha ido perdiendo brillo y esplendor. Baño acaba de anunciar estos días que la Cámara está proyectando “Campus Cámara” siguiendo el modelo de la Escuela de Negocios de la Universidad Sevilla. Está ya todo pergeñado. Oportuna iniciativa, doblemente oportuna, tras la enmarañada quiebra de Fundesem Business School.
Baño alza estos días su voz, con decibelios más que suficientes, para protestar por la discriminación de la provincia de los Presupuestos del Estado, lo que deja a Ximo Puig a los pies de los caballos: un trile, según ha escrito el director de este medio, estimado Miquel González. Hasta el PSOE alicantino, de Alejando Soler a Ana Barceló, braman. Don Baño también.
Hace un par de semanas, el nuevo presidente de la Cámara, tomo posesión hace cuatro meses y medio, rescató a Enrique Martín, la bestia parda del establishment empresarial, salvo alguna excepción, para presidir una nueva comisión de Propiedad Industrial. “A día de hoy la Cámara representa mejor a los empresarios que a la patronal”, soltó Martín en este mismo periódico el pasado domingo, sin cortarse un duro. Todo un pequeño atrevimiento, el de Baño, que además estoy seguro que dará sus réditos a la hora de asuntos tan importantes como interlocutar con la EUIPO o tejer estrategias ágiles para defender el copyright de la amplísima red de pymes que puebla la provincia. Algo está cambiando.