VALÈNCIA. El siglo XXI ha traído varias fiebres del oro que han asustado a las viejas y empujado a los chavales a acometer empresas suicidas. Podríamos hablar largo y tendido de la aparición de las webs y el boom de las punto com a principios de siglo, de los foros, de los blogs, de los community managers y los influencers.
Paralelamente, en la televisión, desde mediados de los 90, comenzó también un encumbramiento del desocupado con la inclusión en el prime time del corazón de personajes que se habrían liado con un famoso, liado presuntamente, o liado y separado. El paradigma catódico sucedió cuando entraron en vigor los realities basados en la nada, como Gran Hermano, donde al desocupado que se encumbraba ya no se le exigía que relatase un supuesto encuentro sexual en un descampado, sino que podría ser famoso y forrarse tras no hacer nada. Se hablaba mucho del intangible que propiciaba esta generación de riqueza. Era "ser tú mismo". Todos lo ensalzaban. "Yo soy yo mismo y eso es lo importante" o al revés "Para mí lo importante es ser yo mismo".
Con estos mimbres, llegamos a la segunda década del siglo XXI, los años 10, cuando YouTube se disparó y apareció una figura nueva e incontrolable inicialmente por el mercado: El youtuber. No nos extenderemos. Como todo el mundo sabe, hay niños que sin más mérito que saber jugar a la consola han logrado desatar pasiones como los Beatles en su día.
Como era de esperar, semejantes fenómenos y de tamaña envergadura al principio son recibidos con estupefacción y rechazo, se les lanzan críticas fáciles, pero más pronto que tarde lo que surge son oleadas de imitadores a ver si a ellos también les cae algo. No incluiremos a todo aquel que utilizando las herramientas de las nuevas tecnologías consigue ofrecer algo realmente interesante, con un trabajo detrás, y tiene la fortuna de ganarse la vida o trincar un pellizco. Los personajes que nos interesan son los que venden nada y realizan el milagro de convertir la nada en oro, la envidia de Jesucristo. Concretamente los que han hecho converger dos mundos, el de las nuevas tecnologías, youtubers, con los realities en los que no pasa nada o, como ellos dicen, "la vida en directo".
Vamos a hablar del paradigma en Estados Unidos: Ace Family. Se trata de un matrimonio con dos hijas. Austin McBroom y Catherine Paiz, nacidos ambos en los 90. Su canal, llegó al millón de suscriptores el 5 de abril de 2017. El 7 de enero de 2019 hizo los 15 millones. Sus vídeos han sido visualizados dos mil millones y medio de veces. ¿Qué ofrecían en su canal a las gentes como para generar este fervor? Retos. Pruebas como comerse unos espaguetis con salsa picante. Vídeos de misterio en el que ella metía la mano en una caja y tenía que averiguar qué objeto había dentro. El tío tiene salero, es simpático, pero que eso atraiga a millones de personas es digno de estudio.
Años atrás, la pareja compartía un pequeño apartamento del que estaban orgullosos. Habían salido de la casa paterna, eran felices por eso, aunque casi no lo podían pagar su nuevo hogar. Ahora, en unos vídeos largos que han hecho en retrospectiva de su carrera, hablan de esta etapa orgullosos por su humildad y por su trayectoria ascendente sin que nadie les haya regalado nada. Presumen de que ese piso tan pequeño en su momento les parecía un palacio.
El quid es que a ese piso entraron con ella embarazada. Cuando nació Elle, el éxito de su canal de YouTube tuvo un crecimiento exponencial. Grabar cómo la niña se quedaba dormida mientras jugaba o interacciones graciosas con ella, como bailar, pusieron el canal por las nubes. Los gags de humor eran ponerle a la cría de un año y pico un bañador dos piezas para ir a la playa y la madre negarse, pero todo jiji-jaja como en una divertida sit-com para toda la familia. Pronto los vídeos estuvieron prácticamente centrados en ella. La sacaban hasta en la bañera. Esa niña ha crecido sin conocer otra cosa.
Tan bien funcionó el negocio, que la gente empezaba a acudir a su casa a mirarles por la ventana. Les llamaban a la puerta, les querían conocer. Al principio, les hacía gracia, luego empezó a agobiarles. Llegó un momento en el que les daba mal rollo salir de casa.
Por eso idearon un plan, su gran inversión, se arriesgaron a mudarse a un chalé con la esperanza de prosperar aún más en YouTube y poder pagarlo. Efectivamente, así fue. Pero el éxito no hizo más que atraer todavía a más fans a las puertas de su nueva casa. Aparcaban el coche al lado de la valla y les decían cosas. La niña, que le encantaba salir al patio a jugar, no entendía nada. Los padres se mosqueaban. Había gente que iba con la intención de grabarlos, de pillar imágenes de la cría, y subirlas en sus cuentas. A veces estaban a punto de llegar a las manos con ellos, la cría flipaba.
No obstante, ahora que han repasado los últimos tres años, los padres dicen que la pérdida de privacidad ha sido muy dura, aunque vendieran su vida íntima 24 horas, pero que no pueden estar más que agradecidos a los fans. Dejan claro que tampoco van a montar un drama por eso.
En una ocasión, a la vuelta de un viaje, se encontraron con que les habían entrado en casa y robado. Algunos comentaristas de su canal no se lo creían y decían que todo era fake. Se enfadaron mucho y tomaron una decisión: no se comprarían un chalé, sino dos, que unidos con una sencilla obra, dejarían un espacio de privacidad a salvo de mirones oportunistas. Solo entrarían sus cámaras para hacer youtubes.
Y ahora la pasta iba a entrar con fuerza, porque Catherine volvió a quedarse embarazada y el éxito ha sido galáctico. En la actualidad, ya se cidean con gente de nivel en su gremio, los que llamaremos neoseres, tipo las Kardashians. El sexo de su próximo bebé se lo dijo en una fiesta sorpresa Kylie Jenner, hermanastra de Kim. Una celebrity que no puede ser más top, aquí comentamos en qué consiste su reality. Kylie tiene más dinero que su hermanastra. Mil millones de dólares frente a los ciento y pico de Kim.
Los Ace no se sabe si andarán por esas cifras mareantes, pero no les tiene que ir mal. Ahora, en su nuevo chalé con garita para los seguratas, hacen vídeos con las dos hermanas. Alaïa, nada más nacer, ya tenía especificada su profesión en internet: "Estrella de YouTube". El otro día le preguntaron en un vídeo a Elle a qué quería dedicarse cuando fuera mayor y dijo: "A hacer vídeos con mi hermana". En El show de Truman se apiadaban del protagonista y al menos no era consciente de lo que le estaban haciendo.