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SILLÓN OREJERO

Perdy, la vaquera que ama dos cosas: el sexo y los bancos robados; no necesariamente por ese orden

Con un estilo característico de cómic francobelga o bandes dessinées, el dibujante estadounidense Kickliy ha publicado en Image y Dargaud un western con una protagonista femenina, gorda y con pechos descomunales. Una ex presidiaria que atraca bancos, viola hombres, se tira pedos y no pestañea si tiene que comerse a su caballo. La idea le surgió tras un accidente de coche que la tuvo prostrado, le mantuvo un año sin dibujar y le obligó a volver a hacerlo con la otra mano

10/12/2018 - 

VALÈNCIA. En el far west, Perdy sale de la cárcel y lloran tanto los presos como los carceleros. Cuando cobra la libertad, va al barbero a que le afeite la vagina y, acto seguido, viola a un hombre. Pide leche en los bares, pero no tiene en inconveniente en comerse su caballo cuando este cae extenuado en mitad del desierto. Si tiene que secuestrar a una familia para robar un rancho, no pestañea.

Esa es Perdy, una cowboy creada por Kickliy (también conocido por un seudónimo a partir de su nombre real invertido, Yilkcik, y como Sam Hiti, especialmente en sus autoeidiciones), cuya primera parte de sus aventuras ha publicado Image (Dargaud en Francia) hace un par de meses y que se pueden conseguir en inglés en formato digital. El cómic es ágil, disparatado, divertidísimo. Todos los tópicos del salvaje oeste, sus pistoleros y sus matones, son encarnados por una mujer. Una señora que se tira pedos y atraca diligencias. Kickliy, autor de la aclamada serie Musnet, nominada en Angulema 2017, se introduce en el universo de los westerns desde una óptica femenina que no responde necesariamente a los clichés del feminismo actual. El modelo tomado es el de Calamity Jane. 

La influencia de las películas del oeste le llegó por su padre. En su adolescencia se hizo fan de la explotación del género que se hizo en Italia, los spaghetti western, pero el origen de Perdy es aún más singular. Como contó el autor en la prensa francesa sufrió un accidente de coche y fue a Francia a recuperarse física y mentalmente.

Había perdido un año sin dibujar, se dañó un nervio y tuvo que empezar a hacerlo intercambiando las manos por los dolores que sufría, dibujaba con una coloreaba con la otra, puesto que el movimiento para extender el color era diferente. A partir de ahí empezó a imaginar a un personaje que ha perdido su juventud en la cárcel, como le estaba pasando a él en la convalecencia. Lo gracioso es que Perdy la ideó para liberarse un poco de la complejidad de Musnet, que en realidad es un personaje juvenil, no para adultos.

Para llevarl a cabo el western huyó de las grandes historias de John Ford, Sergio Leone o Clint Eastwood porque quería situarlo solamente a su terreno. Hizo un viaje por zonas de California, Nevada y Arizona, concretamente por el condado de Yuma, para ponerse en situación. Aunque el dibujo es muy esquemático, la documentación está bastante detallada. Llegó a estar en el interior de una celda de un fuerte como en la que está su protagonista al principio del álbum.

En las 160 páginas de esta primera entrega, al salir de la cárcel Perdy acude al encuentro de su hija, la única mujer en un pueblo de buscadores de oro, donde regenta una floristería. Las dos mujeres son completamente distintas, lo que impulsa la historia. La madre es ruda, bestial y directa. Cuando la hija se enamora de un francés, le espeta: "what you need is a real man, not a second pussy".

La bandolera pretende que su hija se le una al plan que tiene para dar un golpe, pero lo que se encuentra es una damisela refinada que no la puede ni ver. Lo que aflora entre ambas, además de animadversión, es toda una serie de problemas peliagudos y sin resolver del pasado.

La hija, que es una mujer seria, hacendosa y ordenada, la rechaza y no quiere volver a verla jamás. En su día, cuando era pequeña, ya llegó a denunciarla. Hasta se ha cambiado el nombre de Petunia a Rose para borrar toda huella de ella en su vida.

La referencia más directa que puede tener una obra de estas características es Lucky Luke, especialmente por un dibujo de tradición francobelga o bandes dessinées. Es curioso que un cómic de aventuras centrado en una mujer, lo sea en una mujer de mediana edad. Y también es reseñable que en una historia de aventuras protagonizada por una mujer, esta sea gorda de pechos descomunales. Como Dolly Parton, pero con más kilos. En una ocasión, de hecho, se sirve de sus pechos para desarmar a un enemigo. Apretándole la cara contra ellos logra que se asfixie, como en la famosa escena de Amacord, pero deliberadamente para arrancarle a un tipo una confesión de donde esconde un objeto de valor.

El lema de la protagonista es que solo ama dos cosas en esta vida, el sexo y los bancos robados, no necesariamente por ese orden. Hay unas páginas que son difíciles de olvidar en las que, en una escena gloriosa, madre e hija compiten por seducir al citado médico francés que ha preparado una cena gourmet para ambas. A la hila le motiva que es el único hombre presentable, sensible y con modales entre los buscadores de oro locales. A la madre, que ha escuchado que tienen un pene de gran tamaño.

La obra se apoya en un humor procaz enloquecido. El hecho de que las protagonistas sean mujeres no significa que su intención sea seguir una denuncia arquetípica, sino que estas viñetas ofenderán más de lo que conciencien. No obstante, la intención de Kickliy es provocar en Estados Unidos donde, según dice, "una mujer que exprese su sexualidad sigue siendo un tabú".

En un universo casi exclusivamente patriarcal como ha sido la ficción basada en el oeste americano, en la caricatura que propone Kickliy con mujeres no les hace prescindir de su personalidad femenina, pero les hace sobrevivir en ese ambiente hostil con la fuerza bruta y la violencia. Al mismo tiempo, ellas se resisten a que los hombres les digan cómo tienen que vivir. La mezcla es explosiva y, desde la primera viñeta, es imposible no querer a Perdy.

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