VALÈNCIA.- La juventud de Paula Crespo se corresponde con la del colectivo profesional que lidera. El Colegio de Dietistas-Nutricionistas de Valencia (CODiNuCoVa) se constituyó en 2009 y desde entonces pugna por el reconocimiento dentro de la Sanidad pública. No está siendo fácil equiparar su figura con la del médico o el enfermero. «Todavía tenemos mucho por pelear», afirma esta mujer combativa, que reniega completamente del alcohol, y cuyo único vicio es el chocolate. En un país donde el 53% de la población está por encima de su peso idóneo, hay pocas cosas tan importantes como promover la alimentación saludable. Sin embargo, ninguna asignatura del sistema educativo enseña a comer bien.
—Acaba de arrancar su mandato, ¿cuál es el primer objetivo?
—Situar al colectivo en el lugar que nos corresponde en distintos ámbitos, pero especialmente en la Sanidad y en la Educación. También que nos reconozcan el resto de profesiones sanitarias y podamos formar parte de los equipos multidisciplinares de investigación. En definitiva, estar en primera línea.
—¿El dietista debería estar incluido en la Seguridad Social?
—Sin duda; primero en la atención primaria, y después en los hospitales. Como la alimentación es algo que siempre ha existido, ha habido otros profesionales que han cubierto esas tareas. Los endocrinos y los enfermeros siguen llevando tareas que nos corresponden a nosotros. Son profesionales de cuya experiencia podemos aprender, no hablo de apartarlos sin más, pero sí de ir tomando el relevo e incorporarnos a los equipos. Ha llegado nuestra hora en los hospitales.
—¿Está diciendo que, además de la competencia de los coaches, sufren el intrusismo por parte de otras profesiones sanitarias?
—No sé si llamarlo intrusismo, pero como la alimentación siempre ha existido, otros profesionales han ido cubriendo esas tareas. Y ahora nos toca pelear. El asesoramiento por parte de gente sin preparación sí que lo considero intrusismo. Parece que cualquiera puede dar consejos sobre alimentación saludable. Desde el Colegio nos hemos propuesto perseguirlo, pero sobre todo concienciar a la población de que exija un título cuando vaya a consulta. Se puede empezar por pedir el número de colegiado, que en el caso de la Comunitat es obligatorio para ejercer.
—¿Cuentan con el apoyo de la Administración en esta lucha?
—No lo suficiente, y de hecho es uno de los temas que pretendemos abordar cuando nos reunamos con la Conselleria de Sanidad. Para concienciar a la gente de la calle, lo más importante es nuestra presencia en la Salud pública. Si el paciente va al hospital y se encuentra al enfermero o al psicólogo, le confiere reconocimiento y prestigio. La presencia pública ayudaría también a las consultas privadas.
—¿Todo el mundo debería acudir a consulta puntualmente?
—Si estuviésemos en atención primaria, eso sucedería, como pasa con el médico de cabecera. Pero al ser privados, la gente solo viene cuando tiene problemas serios o cuando se dedica al deporte profesional, que es otro nicho clave para nosotros. Pero si tú adquieres hábitos saludables, previenes enfermedades.
—¿La nutrición debería estar incluida en el currículo escolar?
—Entiendo que no es fácil crear una asignatura específica, pero en los hospitales habría menos trabajo si aprendiésemos a comer como aprendemos a sumar. También es importante mejorar los menús de los comedores escolares: hay mucho fiambre, mucho frito, mucha carne; pero poca verdura fresca. Por eso vamos a crear el sello de ‘comedor saludable’, para reconocer a los que lo hacen bien.
«Que sea ecológico te asegura que no lleva químicos, pero para la nutrición hay aspectos mucho más relevantes»
—Y el Grado universitario, ¿está necesitado de renovación?
—El problema del Grado es que casi ningún profesor es nutricionista; casi todos son farmacéuticos y médicos. Somos una profesión relativamente nueva, y es cierto que para impartir clase en la Universidad hacen falta unos requisitos que no se consiguen de la noche a la mañana. Pero me parece que, poco a poco, podríamos ir teniendo más presencia como profesores asociados o en prácticas.
—¿Cada vez hay más intolerancias alimenticias o cada vez sabemos más?
—Tenemos más herramientas de diagnóstico. El problema es que para decir que eres intolerante, necesitas que te lo haya dicho un profesional. Como esto no suele suceder, se está consiguiendo un efecto muy negativo en la restauración. En muchos restaurantes ponen en duda a la gente que dice que es celíaca.
—¿Son más sanos los productos ecológicos y de herbolario?
—No. Que sea ecológico te asegura que no lleva químicos, pero para la nutrición hay aspectos mucho más relevantes, como que sea fresco, de temporada o de proximidad. Que no venga de China. Ha habido un aumento de tiendas que ofrecen productos saludables, pero en estos sitios te encuentras de todo, lo bueno de verdad y lo que tiene este reclamo pero no lo es.
—Entonces, ¿cuál es la etiqueta de la que más debemos desconfiar?
—«Natural», «rico en...», «dietético». Cuanto más grande sea el reclamo, más conviene mirar la letra pequeña.
* Este artículo se publicó originalmente en el número 43 de la revista Plaza