Hoy es 5 de noviembre

las series y la vida

‘Modern love’: amor no tan moderno

2/11/2019 - 

VALÈNCIA. The New York Times mantiene, desde hace más de 15 años, una columna llamada Modern Love donde se cuentan historias reales de amor. Ahora, Amazon Prime ha cogido ocho de esos relatos y los ha convertido en serie. Ese título, ‘Amor moderno’, nos sugiere planteamientos nuevos, formas distintas de presentar el sentimiento amoroso y las relaciones. Sin embargo, no es eso lo que vamos a encontrar, que este es un mundo básicamente de parejas heterosexuales, salvo un episodio que presenta un matrimonio de dos hombres. Pero vaya, ni tríos, ni poliamor, ni relaciones abiertas, ni solterías elegidas, ni living apart together, ni nada que no sea la pareja como centro de todas las cosas.

El adjetivo ‘moderno’ del título tiene que ver con el hecho de que adapta historias reales que han sucedido en nuestro mundo actual, así que por ahí no hay posibilidad de negar su modernidad en sentido estricto, más bien su actualidad, puesto que son cosas que le han pasado a gente de verdad hoy en día. Pero lo que vemos es una serie que se construye sobre los tópicos de la rom-com (Romantic Comedy). Es decir, antes que a la realidad, sus imágenes y sus historias remiten a la ficción, a lo que ya hemos visto desde siempre en series y películas. Evocamos la incombustible Love actually o el cine de Woody Allen y no el mundo real. Así que lo de ‘moderno’ es un poco excesivo. O tal vez es que no hay otro modo de hablar de amor en nuestro descreído y cínico mundo actual, y solo podemos hacerlo mediante clichés mil veces vistos y frases hechas que ya han sido dichas demasiadas veces.

Modern Love asume todo esto y resulta una obra amable, inofensiva y más bien intrascendente. No viene a innovar, ni a marcar la diferencia. Es una comedia romántica más, un género de indudable éxito por más que la palabra romántico no goce de buena reputación y nos haga sonreír cuando la oímos o mostrar ironía si la empleamos. Pero ahí está el catálogo de Netflix lleno de pedidas de mano, anillos de compromiso y días de San Valentín, para nuestro pasmo. O las producciones alemanas que acompañan nuestras siestas de fin de semana. O fenómenos como Outlander o Los diarios de Noah. O los millones que mueve la enorme industria de la novela romántica. Pero que sea exitoso no quiere decir que valga la pena: la comedia romántica está en franca decadencia desde hace demasiado tiempo, esto es un hecho incontestable. Viendo la mayoría de las producciones actuales es inevitable añorar el Hollywood clásico, por más que sea otra época, hayamos cambiado de milenio y llevemos las gafas violeta del feminismo.

Como suele suceder en las series hechas a base de capítulos independientes, el resultado de Modern Love es desigual. En mi opinión, tenemos un capítulo excelente, el tercer episodio titulado Acéptame como soy, sea quien sea (‘Take me as I am, whoever I am’); y uno muy interesante y bastante bueno, el segundo, Cuando Cupido es una periodista curiosa (‘When Cupid is a Prying Journalist’). El resto dejan más bien indiferente y algunos no salen del cliché, como el siete, el de la pareja homosexual, tal vez el más flojo de todos, titulado sorprendentemente en castellano Las adopciones abiertas requieren una mente abierta (¡!) cuando su título original es ‘Hers Was a World of One’.

Hablemos del capítulo tres, escrito y dirigido por John Carney, autor de películas tan apreciables como Once (2007) o Begin Again (2013). Carney ha escrito otros cuatro capítulos y dirigido otros tres. El episodio está protagonizado, magníficamente bien, por Anne Hathaway, y ofrece un relato complejo con varias capas de lectura. La primera e inmediata es la que tiene que ver con las circunstancias personales de la protagonista y el modo en que logra hacernos entender lo que le sucede. Pero lo que resulta realmente interesante y bien resuelto es que lo hace abrazando unos cuantos clichés del género y destrozándolos. Y todo ello con un muy notable de puesta en escena y montaje.

El mundo de Lexi, la protagonista del episodio, es, al principio, el de la comedia romántica: colorines, música, el mundo vibra al ritmo del personaje, todo es luminoso y brillante. Ella es lo que se llama una Manic Pixie Dream Girl, algo así como la ‘chica hada maníaca de ensueño’ o, más brevemente, la ‘duendecilla chiflada’. Es esta una figura propia de la rom-com, un arquetipo cuyo nombre no les sonará pero que han visto mil veces. Es esa mujer encantadora, bella y libre que vive según sus propias reglas, viste extravagante, baila en medio de la calle y bajo la lluvia, dice cosas inesperadas, echa a correr en medio de los grandes almacenes, etc. ¿Ya la tienen en la cabeza? Es, por supuesto, una fantasía masculina. El hombre cae fascinado ante ella y su comportamiento impetuoso y espontáneo. Su única misión y razón de ser en este tipo de relatos es destruir y poner patas arriba el mundo del protagonista masculino para que este halle la felicidad tras el adorable caos sembrado por ella.

Lexi comienza siendo ese cliché y la reconocemos enseguida, pero pronto la cosa empieza a torcerse y a chirriar, y descubrimos que el cliché oculta un drama, una anomalía. El caos no es adorable, sino real y doloroso. Y es así como el mejor capítulo de Modern love desmiente, de hecho, la propia base de la serie, porque esto no es una historia de amor ni, desde luego, una comedia romántica.

El segundo capítulo, también obra de Carney, aunque sin la profundidad del que acabamos de comentar, resulta una inteligente reflexión sobre las oportunidades perdidas y logra, en media hora, contar de forma muy eficaz varias historias a la vez, unas en el pasado y otras en el presente, que riman muy armónicamente. Aunque sea supuestamente un ejemplo de amor moderno tiene una estructura muy antigua, como en Las mil y una noches o en el Decamerón: una conversación y varios cuentos dentro de otro cuento. Dos personas, el inventor de un app de citas interpretado por Dev Patel y una periodista encarnada por la gran Catherine Keener, se encuentran y se cuentan entre ellos sus amores perdidos. Son historias que ya hemos visto otras veces, pero está muy bien escrito y consigue una veracidad que la aleja de los tópicos.

En realidad, el amor moderno lo encontramos en varias series que no lo llevan en el título y que, sin duda, van mucho más lejos y más hondo que este Modern Love. Buenos ejemplos son Master of none, Love, Sex Education o Sense 8, con su diversidad (en todos los sentidos de la palabra) y sus formas poco convencionales de vivir las relaciones. O Girls, I love Dick, Nola Darling o Fleabag, protagonizadas (y creadas, salvo Nola Darling) por mujeres que hacen estallar los límites de la representación del deseo femenino y, con ello, cualquier ideal romántico. En todas ellas encontramos a sus personajes enfrentados a dilemas complejos; a la incertidumbre que provoca un mundo globalizado, cambiante e inseguro; a la dificultad de (sobre)vivir en un sistema que ahoga la identidad y que nos quiere solo consumidores y productores; a las exigencias de la sociedad del espectáculo en la que vivimos. Esto es lo que no encontramos en Modern Love, salvo en el capítulo tres, el de Anne Hathaway que hemos comentado. Es un mundo muy confortable el que habitan los personajes de esta serie, en esa Nueva York de película.

Pero la reflexión sobre qué significa amar hoy en día también la encontramos en producciones menos ‘autorales’ o ‘indies’. Pienso en Sexo en Nueva York, donde, aunque existiera un Mr. Big y el mundo chiripitifláutico de Carrie, se plantean muchos desafíos tanto al concepto del amor romántico como al de pareja, y, sobre todo, a la vivencia del sexo y el placer. O un producto mainstream como Anatomía de Grey, donde, además de ofrecer todo tipo de relaciones, con infinitas variaciones de número, color, género o duración, la búsqueda del amor actúa como motor de los personajes, pero no es el único (también la vocación, la profesión), ni a cualquier precio, sobre todo si exige renunciar a la propia identidad. Y si pensamos en el cine, ahí tenemos a Noah Baumbach, Greta Gerwig, Richard Linklater y su maravillosa trilogía Antes (del amanecer, del atardecer, del anochecer). Y Jonás Trueba. O François Ozon. Y Un sol interior (Un soleil intérieur, Claire Denis, 2017). Y Kiki el amor se hace (Paco León, 2016). Y Weekend (Andrew Haigh, 2011). Y…

Noticias relacionadas

next
x