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Arte sin estereotipos a golpe de click

Fran Munyoz: "Paso de Picasso, a mí me influyen las drags"

26/09/2019 - 

VALÈNCIA. La frivolidad y el pop siempre han ido de la mano. Pocas veces el arte pop ha provocado lucha o confrontación: suele ser una herramienta placebo. Pero Fran Munyoz, un artista conscientemente millenial de Puerto de Sagunto tiene claro que —al menos en su caso— la creatividad artística puede ser un arma de destrucción masiva contra las convenciones, la homofobia y toda muestra de intolerancia hacia la diversidad sexual. Del mural a la performance espectacular, con toda su lujuria, se sumergen en la estridencia. Hablamos con Munyoz de la marca personal, subidos a la cresta de la ola de Instagram y de un movimiento con nueva audiencia mainstream: la cultura drag.

Con apenas veinte años Munyoz viajaba a Madrid, donde se acercó por primera vez al travestismo desde locales como LL Bar, en la calle Pelayo, donde el reloj parece haberse parado desde los años 80, en los albores del vogue, el culto al maquillaje y la peluca, la filosofía de Gilles Lipovetsky o del escritor Guy Debord, padre de La Sociedad del Espectáculo. De hecho, esos textos suponen ahora una biblia para Munyoz. Cada una de sus palabras las suscribe y las coloca sobre un pedestal de strass.

La inspiración de Munyoz: «Todo lo que una vez fue vivido directamente se ha convertido en una mera representación» (Debord).

Ahora, su revelación espiritual son documentos audiovisuales como la serie Pose de Ryan Murphy, Brad Falchuk y Steven Canals, o el reality show americano Rupaul’s Drag Race. Todo ese mundo postizo, artificial y travesti inspira trazos imposibles y que rasgan la realidad en grandes formatos, que en ocasiones configuran un mero esbozo, en otras un lienzo, o un gran mural público, como el que recientemente ha realizado para el W Hotel Ibiza. «Me fascina que justamente mi obra la hayan concebido para una sala que será el gimnasio, donde la gente va a mirarse en los espejos, observar sus cuerpos y posar», razona Fran Munyoz, que reconoce una obsesión por el desarrollo estético de la imagen personal y su transformación: «digamos que en mi obra hay mucho voguing y egocentrismo, intento plasmar todo lo que quiero ser».

Foto: FRAN MUNYOZ

Aquello del voguing no es un término nuevo. Nació en la cultura gay newyorkina en los años 80 como tendencia de baile, inspirada por editoriales de moda. Poses afectadas y poco naturales que se suceden con rapidez para captar la artificialidad de los cuerpos en movimiento, y quedaban registradas con una Polaroid. De ahí nace un estilo de coreografía. En esta modalidad de baile se fijó el mismísimo David Fincher para el videoclip del emblemático Vogue, de Madonna. Y hasta nuestros días; lo ha recogido la cultura trap con naturalidad y ahonda en esto Fran Munyoz para desarrollar su trabajo.

Munyoz, en pocos años, ha logrado salir de su pequeño taller e impactar en el mundo de los likes, llegando a ser glocal, ese concepto tan vigente de llegar lejos trabajando desde un rincón. Expuso en Valencia, Madrid, Murcia, Málaga y llegó hasta Miami con una obra para la feria de arte Art Gaysel, dentro de la programación de la prestigiosa Art Basel. Allí llevó una colección de formatos que trataban casi todos los temas que le interesan. Sin pretenderlo hizo su primera y breve antología: «me interesa mucho la aceptación personal, el uso que hacemos de las redes sociales, y la forma que tenemos de proyectar cómo somos a través de la moda, de la fotografía que son una forma de ficción, pero en el fondo son la única realidad». Pinturas donde predomina el rosa y el rojo, colores que ha explotado como nadie en Instagram. Sus cuadros adoptaron forma de mosaico con títulos como ‘Loser’, ‘Follow me’, ‘Hate’, ‘No love’, o ‘Special K’. Todo el mundo quiere sentirse especial, tener repercusión social, cosechar fama y dinero. Aunque Munyoz por ahora, de lo último, se queja y ve con cierto pesimismo el mercado del arte.

Foto: FRAN MUNYOZ

«Las galerías son una élite y yo personalmente no creo en ellas; nadie va a defenderme mejor que yo mismo», afirma con seguridad incontestable. Por eso, su apuesta desde el primer día fueron las redes sociales, a través de las que reconoce haber ganado clientes directos. Ahora mismo, prepara una colección de una veintena de pinturas, dibujos y esculturas que en pocos meses podrían iniciar una tournée por diferentes salas. Pero no será una colección al uso. «Me parece muy aburrida la idea de exponer cuatro cuadros, quiero hacer mucho más, que la exposición sea mi propia performance». Así, aunque todavía no tiene cerrada la producción de las obras, ya tiene claro que hará un espectáculo inaugural con video-arte, que ya ha atajado en otras series. «Veo que mi exposición solo se podría presentar así, con luz, baile y mucha pose». Acostumbra a hacer sesiones de shooting en las que maquilla su cuerpo, y luego pasa a edición para deformar un poquito más la realidad, mediantre licuados de volúmenes y simetrías impostadas. Su obra al fondo, su cuerpo al frente.

«Mis dos líneas de trabajo formarán un todo en las exposiciones, por una parte el cuerpo y por otra el alma: forman lo que somos»

Y es que cualquiera de sus trabajos podría ser un autorretrato. Explica que «en cada frame, en cada lienzo, hay algo de cómo me veo yo, aunque nunca me suelo dibujar a mí mismo; mis referentes visuales son las personas que se convierten en lo que quieren ser; algunos dicen que mi arte parece cubista o surrealista, pero yo paso de Picasso, me influyen más las drags y los fenómenos que nacen de esta sociedad hiperconsumista». Así, está concibiendo una permanente contradicción entre esencia y apariencia, que organiza desde su estudio en dos líneas de trabajo, acerca de cómo la tecnología nos afecta y cómo seremos en un futuro inmediato».

Foto: FRAN MUNYOZ

Dice mantener un firme compromiso por las cuestiones de identidad sexual. «Me interesa mucho lo genderless; el cuerpo y el alma lo son todo, y no debemos identificarnos por nuestro aspecto físico, porque es lo único que podemos transformar». Se considera parte de un movimiento global, del millenialismo que agitaba al televisivo Fernando Arrabal, pasando por ser producto de la factoría de Andy Warhol, hasta aterrizar en el trap inspirador en toda su extensión. «Me encanta que Bad Gyal o Rosalía hayan triunfado, porque vienen del mismo mundo que yo, el de ilustradores como Bran Solo, El Dibujo, gente con la que comparto muchos intereses y espacios, jóvenes con talento no siempre reconocido; somos una generación muy interesante y diversa, de inspiración en lo urbano».

El debate de identidad de Fran Munyoz es constante, sobrepasa el terreno artístico. «Me cuesta mucho definirme porque estoy lleno de contradicciones, supongo que como todo el mundo. A veces parezco sumamente frívolo y no creo que lo sea, porque mi obra también es muy intensa y está cargada de sensibilidad. Ya no sé si soy un artista emergente; me han llegado a negar la participación en publicaciones porque alegan que tengo mucha trayectoria, y solo llevo cinco años en esto». La ruptura de estereotipos y convenciones del arte contemporáneo justifican a corazón abierto la ideología de un artista con proyección global, mientras los likes lo permitan.

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