El fenómeno de audiencia ha desarrollado una estrategia comercial y de distribución a su alrededor entre la innovación y la controversia. Un hito entre la controversia que surgió de uno de los barrios más populares de Alicante y cuyo flamante director, Carlos Salado, estudió en Ciudad de la Luz
VALÈNCIA. La pasada semana se cumplía un mes del estreno de Criando Ratas, la ópera prima del cineasta y músico Carlos Salado. Rodada en los barrios Colonia Requena, Mil Viviendas o Virgen del Remedio de Alicante, su éxito de audiencia a estas alturas es incontestable: casi 800.000 visionados en YouTube. Sí, en YouTube, ya que sus creadores y participantes contaron con 5.000 euros de presupuesto sus cinco años de rodaje y, obviamente, no quisieron traicionar el altruismo de los implicados con su proyección.
Sin embargo, no son pocos los asuntos en torno a la película que resultan ser muy distintos a lo que la audiencia prevé. La frescura de su planificación, la aparente ingenuidad de su composición, su nivel formal, poco o nada tienen que ver con la falta de recursos: "sabíamos que lo que teníamos entre manos era un proyecto potente. Si nos dejamos seis años de nuestra vida era porque teníamos clara la película que íbamos a componer, en la que dedicar mucho esfuerzo y trabajo". Lo apunta Rubén Ferrández, productor del film y director de la consultoría de comunicación del Grupo Idex.
La vis publicitaria de Ferrández y Salado, director de contenido audiovisual y creativo de la misma agencia, la relación personal ente ambos, se ha trenzado alrededor de una película donde "no hay nada casual". A lo largo de estas semanas sus creadores han aparecido en prácticamente todos los medios impresos y online, en las secciones culturales generalistas y en las especializadas de cine, en informativos y programas de televisión, en magazines de radio, blogs de referencia e impregnado las redes sociales con la pirueta de una "película completa" a un solo clic del público. "Hemos tenido presencia en la totalidad de medios nacionales más importantes de nuestro país".
Con este bagaje mediático del que los propios productores han generado su propio balance de impacto, el interés sobre Criando ratas va más allá su efecto cinematográfico: "antes de rodar ni un solo plano, manejábamos un plan de marketing de 200 folios", apunta Fernández. Pero matiza: "la distribución gratuita no pretende ser una lección a nadie ni un modelo a seguir. En su condición de producción low cost y a partir de su carácter social, su objetivo siempre fue regalarla. Nunca planteamos un retorno económico por su exhibición, aunque somos conscientes de que se haya generado un debate por su audiencia en apenas unas semanas. Creo que se entiende que el proyecto no está aquí para sentar cátedra en ese sentido".
Ferrández declara que con el film buscaban "otras cosas, como, por ejemplo, incidir en su trascendencia social". Para ello hay que poner en valor sus mimbres: con el cine quinqui como referencia, Salado quiso poner en valor su inspiración en el cine hiperrealista y el cine dogma. De ambos, adscribe muchas de sus premisas para crear un film que, más allá de sus intenciones, sí que evidencia haberse aproximado a una realidad social ciega para la industria cinematográfica española. "No hay artificio en la película. Teníamos la premisa de los diálogos improvisados, usando escenarios naturales, cámara en mano y primando la realidad sobre nuestras ideas preconcebidas".
Salado, uno de los alumnos de la escuela de cine de la Ciudad de la Luz, y Ferrández, licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual y Máster en Comunciación Social, han producido un film poniendo toda su experiencia formal al servicio de un proyecto con el que ambicionaban trascender. No ocultan la búsqueda de esa reconocimiento, pero también marcan sus bases como creadores: "el cine es un arte y el arte ha de generar sentimientos y pensamientos. No vemos el cine como una manera de entretener. Lo vemos como una manera hacer sentir y hacer pensar. En este proyecto de cine o en cualquier proyecto futuro, lo que queremos generar es reflexión".
La película, que se publicita como neoquinqui, es mucho más cruda que el cine quinqui. Si bien es cierto que las películas de Eloy de la Iglesia o José Antonio de la Loma aportaban las imágenes de chutes, robos y violencia que el cine español tenía prohibidas por arte de la censura, Criando ratas es mucho más cruda a la hora de dejar que sus personajes -sus personas implicadas- vayan aportando una serie de reacciones y jergas más libres. Al fin y al cabo, de la Iglesia o de la Loma se asomaban a esa realidad con una distancia distinta a la que Salado ha tenido con esos barrios.
"Criando ratas es posible por el cariño que la gente ha puesto en el proyecto. Esta hecha desde el corazón de su equipo técnico y artístico y es única en su especie, por el momento en el cual la hemos hecho [se entiende en su etapa formativa y de juventud] y el anonimato con el que se ha ido sucediendo". Es curioso que, a lo largo de estos años, en distintos programas de televisión y a través de su propio canal de YouTube, se hayan permitido enseñar una parte del proceso. Algo que, lejos de ir en detrimento de la sorpresa, ha afianzado una expectativa ahora saciada.
Familiares, vecinos y actores han puesto a su servicio bares, casas, coches de distinta gama "y hasta las paellas que nos hacíamos en cualquier momento del rodaje". Una aportación que ha contado, además, "con una paciencia terrible para aguantar seis años apoyando la película sin poder verla". Dificultades como esa o el encarcelamiento del mismo protagonista, totalmente restablecido según ha comentado él mismo en distintos medios, pero que no ha sido ocultado precisamente de la promoción del film.
Ramón Guerrero, el icono de una nueva generación que sustituye a los símbolos que supusieron el Torete, el Pirri o el Vaquilla, es 'Cristo', un popular delincuente juvenil que mantiene una deuda con uno de los traficantes más poderosos de su barrio. A lo largo de una jornada, en la que se desarrolla cronológicamente el film, trata de reunir el dinero que debe, sumando sus actos delictivos en un crescendo de errores y suma de enemigos con un final trágico como marcan sus precedentes del quinqui.
Guerrero no es el único protagonista de una historia de barrios deprimidos, periferias y glosario de acciones y reacciones demasiado alejados del mundo que sucede en los informativos de la TDT. El plano documental, de hecho, es una de las raíces más interesantes del film que trata de encontrar analogías en su forma de ser grabada con el cine dogma, muchas más que con la obsesión por el zoom y la estética de 35mm del cine quinqui. También se distancia en su otro valor fundamental: mientras que aquellas películas entraron con mayor o menor facilidad en el circuito comercial (e inspiraron exposiciones y retrospectivas), esta se ofrece desde su acceso gratuito.
La película fluye con algunos lapsus temporales: Guerrero, en un mismo día, realiza varios atracos y trapicheos a distinto nivel, pasa la jornada con una hija que no reconoce porque su madre ha de trabajar, pasa el mono encerrado en un váter... Los peros formales se diluyen ante la potencia conceptual. De otro lado, Criando ratas no es cine comercial, no es cine de autor, no es cine amateur y no es cine de festivales. No 'tocará' las salas, no encumbrará a su director por su excelencia técnica, no es -ni mucho menos- una idea ingenua de tantas que acaban en YouTube y ya no podrá ofrecerse como estreno a los certámenes españoles (camino del millón de visualziaciones).
Aunque sus promotores no son proclives a la comparativa, si la 'colásemos' entre los estrenos de 2016, Criando ratas ya sería la sexta película más vista del último ejercicio. Solo Un monstruo viene a verme (4,6 millones de espectadores), Cuerpo de elite (1,1 millones de espectadores) Kiki, el amor se hace y Cien años de perdón (cada una con más de 1 millón de espectadores) y Villaviciosa de al lado (960.000 espectadores) superarían los casi 800.000 visionados del film en YouTube. Su efecto -recibida como un hype, cuestionada por su revisión del cine quinqui y halagada por la honestidad con respecto a la historia y lugar, quedan a la espera de unas consecuencias muy apetecibles: la carrera que a Salado le queda por delante.