Repasamos el año discográfico valenciano a partir de una selección con algunos de los lanzamientos más destacados de 2016
VALENCIA. Con cada fin de ciclo anual es inevitable tratar de constreñir todo los sucedido durante 365 días en el espacio que da un scroll razonable. Es imposible, claro. Sin embargo, cada ejercicio de recopilación de hitos se convierte de inmediato en un proceso de autoinvestigación fundamental para reencontrarse con todo lo bueno que pasó y lo que también pasó, pero de largo ante nuestra vista; y más aún cuando el escrutinio final de 2016 arroja una realidad que tiene más de excepcional quede rutinario. La temporada discográfica se cierra con un recuento extraordinariamente positivo: a pesar de las dificultades, un grupo considerable de obras valencianas se han colado (y se han de colar) entre los mejores discos del año.
Aunque lo de Gener es indiscutible (su poderosa exhibición no debe pasar desapercibida), tampoco hay que olvidar debuts como el de Luis Prado en solitario o discos que, como en los casos de Tórtel y Modelo de Respuesta Polar, destacan entre el catálogo nacional y valenciano porque suponen la sublimación de un sonido y el resultado de un crecimiento indudable. Junto a ellos cabe recordar otras referencias dignas también de recibir el eco del final de una temporada: el tercer disco de Soledad Vélez, el segundo de Antiguo Régimen, las nuevas colecciones de Naima y Johnny B Zero, o los estrenos de Güiro Meets Russia, Meridian Response o Rainwood.
Resulta ridículo intentar poseer algo tan inmaterial como el paso del tiempo; lo más cercano a esa chifladura es adquirir un calendario. En lo musical, y en lo que respecta a Valencia, el absurdo alcanza la perfección de la cuadratura del círculo: el año discográfico valenciano es, entero y sin condición, para Gener. Cualquier maniobra que trate de esquivar esta realidad es inútil. El grupo de Carles Chiner se ha quedado con todos y, de rebote, también con 2016. Después de aquel refrescante debut en 2014 (refrescante no por el sonido del disco en sí, sino más bien por todo lo que significó para la escena), Gener han reaparecido este año y, desprovistos de toda timidez, han desplegado su voluptuosa superioridad.
Oh, Germanes!, grabado y producido por Paco Loco, es sin duda uno de los discos del año en España. Un disco en valenciano grabado en Cádiz se ha encaramado, o debería hacerlo, con total justicia a lo más alto de las famosas listas de lo mejor del año en el cada vez más desdibujado universo indie nacional. Tal y como vaticinaba Chiner en este mismo espacio en 2015, “abrir una puerta es abrir una autopista. Con Oh, Germanes!, ese arrebatador tributo femenino desde la policromía musical, el cantante y su banda ha dado un paso más en su objetivo, que debiera ser el nuestro: "a mí lo que me gustaría es que no habláramos tanto de música en valenciano, y habláramos más de una escena musical valenciana en la que conviven propuestas diversas y plurales, y donde el valenciano ya no tiene que disculparse por llegar al público general”.
Luis Prado no sabía cómo superar lo que había hecho con Señor Mostaza sin repetirse. Después de tres años sin discos de estudio, el resultado ha sido su debut en solitario. 2016 ha sido testigo de Mis Terrores Favoritos, el estreno de la voz y las letras de Señor Mostaza, y otra de las buenas noticias que recordar en el ocaso del curso. En el momento de su lanzamiento, el músico consiguió colarse en las listas de “canciones más virales” de Spotify en Chile, México, Argentina y España junto a nombres como Arctic Monkeys o The Last Shadow Puppets.
El resultado fue un disco (más o menos) conceptual, evidentemente en la línea de Señor Mostaza, pero con unos matices que en la concepción y en la ejecución lo convierten en una bifurcación justa. Mis Terrores Favoritos abunda en esa parte que “a veces se queda un poco fuera de los discos de Señor Mostaza”: “igual queda un poco demasiado de bajón para un disco de Señor Mostaza, pero es una parte que también me apetece sacar en canciones”. A este disco le siguió, por cierto, otro con esas fantásticas versiones que Prado hace con su piano.
Hacía dos años desde el último disco de estudio de Tórtel. Entre tanto, Jorge Pérez tampoco se había quedado parado; es imposible: ni un año sin referencia discográfica con el sello de Tórtel. Junto a Remi Carreres y Víctor Ramírez presentó el año pasado Coleccionistas, ese extraño pero rotundamente divertido proyecto apadrinado por Demian Records. En el tramo final de 2016 vio la luz Transparente, la continuación de La Gran Prueba y En Defensa Propia en 2014, un paso adelante en la evolución natural del músico valenciano, cada vez más cómodo entre las capas y lo sintético.
Tórtel ha confeccionado un disco que traduce su apariencia de exhaustividad y precisión (en la producción) en un amplio abanico de posibilidades a la hora de reproducirlo. Lleno de referencias al pop mejor entendido, Transparente ha sido concebido en Valencia (Milenia Estudios y Río Bravo), y ha contado con la colaboración de músicos como el alicantino Rauelsson. ‘Respira’, ‘La Casa de Hojas’, ‘Nadie se Parece a Nosotros’ o ‘La Luz de Siempre’ contienen en su interior la versión más inspirada de Tórtel hasta la fecha, y dotan a la colección del sentido de una obra que refleja el mejor momento creativo de un músico.
Lo de Modelo de Respuesta Polar es poner un pie después del otro. El avance tranquilo. Tal y como decía el líder de la banda, Borja Mompó, este mismo año: “vamos a hacer las cosas todo lo mejor que podamos, vamos a intentar rodearnos de la gente que veamos que mejor trabaja y no vamos a tener ninguna prisa con ningún objetivo que no sea hacer las cosas bien”. Su último paso, Dos Amigos, les ubica en la zona noble de la cosecha nacional, y en la destacada de la valenciana.
Después del notable El Cariño existía el peligro de experimentar la comodidad del inmovilismo e interrumpir la búsqueda del avance continuo, pero el tercer disco de los valencianos afincados en Madrid, de la mano de Ricky Falkner, se ha convertido en otra de las buenas noticias de 2016. Junto a la producción del músico catalán, que ha propiciado un disco de pop-rock que se sale de la etiqueta, el espectro vocal y la prosa agria de Mompó han crecido casi a la par; la primera ha propiciado un salto en intensidad, la segunda abunda en el reflejo más actual y apurado de una generación que todavía no tiene quien le escriba de verdad.
Lo de Arthur Caravan no deja de sorprender. No tanto por el hecho de que sus tres últimos discos hayan sido siempre parte de la mejor collita valenciana al final de la temporada, como por el poco ruido que necesitan hacer para conseguirlo. Cada vez que entra en un estudio, el grupo de Pau Miquel Soler y compañía saca una colección de canciones que encuentran con precisión ese lugar tan confortable que existe entre el rock y el folk; y lo hacen con el mérito de evitar caer en la repetición ni en la autocomplacencia.
Major Propòsit es un nuevo ejemplo de la normalidad con la que la banda de Alcoi factura esas canciones que son tan fáciles de escuchar y tan difíciles de elaborar. Al menos de la forma en la que ellos lo hacen, cuidando hasta el último detalle sin que eso lastre o espese la experiencia con el disco. Inspirado por René Magritte y Arthur Rimbaud, y con la supervisión artística y el desarrollo gráfico de Àngela Tarrazó, el disco es la mejor de las razones para colocar a Arthur Caravan, otra vez, entre las mejores noticias del año.