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Algo pasa con la ‘terreta’: un término tal vez no solo cariñoso

Radiografía a un concepto anímico. El palabro que define una Ítaca emocional. La pelea entre odiadores y amantes de llamar terreta a tu lugar en el mundo.

20/02/2021 - 

VALÈNCIA. Qué pasa con la ‘terreta’, un término aparentemente definitorio de una franja territorial. Pero mucho más que eso. Un vibe. Un estado anímico. Una construcción antropológica, heredada boca a boca. La manera fusional de demostrar la afinidad emocional a un destino. La ‘terreta’ es la Ítaca en el cuore de muchos paisanos y ellos, nosotros, el Odiseo que anhela regresar al hogar. Solo que, más bien, a veces pareciera que en realidad lo que quieren es alejarse de la casa familiar. 

Ay la terreta. Cómo nos gusta la terreta. Ojalá la terreta. Le preguntaban a Nuria Roca el domingo, en la contraportada de El País, sobre la terreta… y aquello terminaba en una exaltación del espíritu fallero, las páginas de sucesos copada de valencianos y el pedazo de cantera que hay en Levante para los concursitos de talentos. 

Pasemos el término por el radar. Porque cuidado, terreta somos todos. Ahora, ¿qué demonios es terreta? Jesús Terrés encarna, para sus adentros, el núcleo del debate: “como valenciano enfadado con el mundo hasta hace no tanto, era de absoluto rechazo (vena hinchada en cuello, tembleque en el pie derecho) desprecio nada disimulado, poquita gana de broma: entonces cada vez que oía 'terreta' pensaba en toneladas de coentor, plastas de la paella, moños de falleras y desfalcos a cascoporro. Una cosa entre provinciana y kitsch-mal, porque luego está el kitsch bien (yo qué sé: John Waters). Pero luego está la otra mirada, más reciente, más luminosa: que es de absoluta ternura, qué preciosa palabra por cierto tendresa. Y pienso en vivir tranquilo, paseos por el mar y cacahuetes sobre la mesa. Terreta, casa, corazón”.

Foto: RAFA MOLINA

El periodista Rodrigo Terrasa psicoanaliza la cuestión en primera persona: “Jamás, nunca, mai de la vida, he utilizado el término terreta. Pero no me preguntes por qué. Supongo que hay algo freudiano, irracional y absurdo que hace que, como valenciano castellanoparlante, me encante y envidie a la gente que habla valenciano con más soltura que yo, pero a la vez me repelen las expresiones valencianas integradas en el castellano como algo cuqui, exótico o forzadamente paternal. Seguramente sin ningún sentido, asocio el término terreta a un castellanoparlante presumiendo de valencianidad forzada. En mi cabeza son los mismos que en lugar de decir el Valencia dicen "el equipo taronja" o el "equipo che". No lo soporto. Y apostaría algo a que son esos que le ponen un mote en valenciano a sus genitales. Mi masclet o algo así”.

Más templada es la analista de televisión Mariola Cubells: “Terreta, ese diminutivo, dice muchas cosas y ninguna buena. Terreta, como algo pequeño, de estar por casa. Definitivamente, es un no como una casa. Sólo lo usaría con ironía. Refleja provincianismo, complejo de inferioridad, folclore cursi, coent, un costumbrismo rancio. Esto es un territorio, una comunidad autónoma con señas de identidad, con cultura propia, con lengua propia. No es una terreta. Decir "la terreta, la nostra terreta",  condescendiente, es una paletada. Me parece un término a desterrar. Para hablar de nosotros, para sacar pecho, para darnos valor, para decir aquí estamos, somos fuertes, potentes, valerosos, tenemos ambiciones, no podemos decir que somos la millor terreta del món”. 

Rebuscando en la historia -porque para algo es historiador-, Vicent Baydal ha encontrado en los últimos días el origen de la expresión: “A Benissa, a la comarca de la Marina, d'on és la meua família, el concepte de “terreta" s'ha emprat tradicionalment per a fer referència a la ciutat d'Alacant, perquè eixa idea es va estendre a partir dels versos escrits pel noble i poeta local Mariano Roca de Togores, marqués de Molins, en 1841: "Sepades, señor Bretón, / que de Poniente a Levante / es sin disputa Alicante / la millor terra del món". Un vers, el de "la millor terra del món", que també es va incorporar a l'Himne d'Alacant en 1902 i que va donar origen a eixa idea: que la ciutat d'Alacant era la millor terra o terreta del món. Després de fer una recerca en la premsa històrica dels segles XIX i XX, he vist que, al costat del concepte de "millor terra (o terreta) del món" aplicat a Alacant, el de "terreta" per al conjunt del territori valencià és quasi igual d'antic i comença a aparéixer a finals del segle XIX, justament quan també comença a fer-se habitual el de "Levante" o "costa levantina" per a fer referència a València, Múrcia i Catalunya.

Foto: RAFA MOLINA.

No debades, són termes molt associats al provincianisme, a una mentalitat provinciana vinculada a la dicotomia entre centre i perifèria, és a dir, a la idea de Madrid com a gran capital nacional versus la resta de llocs, considerats de províncies i de menor categoria. Per exemple, el dramaturg valencià Eduard Navarro (1846-1902) va residir molt de temps a Madrid, on va fer certa carrera, i en retornar a València va escriure algunes obres en valencià com una anomenada "Cosetes de la terreta" (1899), en línia amb eixa dicotomia que he assenyalat. O en maig de 1901, en un banquet que es va celebrar al parc del Retiro de Madrid en honor del pintor Joaquim Sorolla, la Societat d'Art i Lletres de València li va enviar una gran corona de flors amb unes cintes que deien: "Pera qu'en mich de la tehua gloria respires l'ambient de la terreta". Novament, doncs, al costat d'una connotació d'afectivitat hi havia clarament, al mateix temps, una altra de minusvaloració, de posar-se per davall d'allò "veritablement important", que era el que passava a la capital d'Espanya, segons s'entenia en aquells moments”. 

Refiriéndose al término, la periodista Lucía Márquez, resalta: “Si encima va insertado en la expresión ‘la millor terreta del món’, me entran ganas de hacerme el harakiri con un tenedor oxidado. Muerte y destrucción. La animadversión que tan sutilmente he dejado entrever hacia esa palabra se debe, por una parte, a que en sí, me parece coenta hasta el infinito. Pero, además, creo que es una fórmula con la que los valencianos nos infantilizamos como sociedad, infantilizamos nuestra cultura y nuestro territorio. Empeñarnos en ser ‘la millor terreta del món’ es reducir nuestra identidad a un pintoresquismo simpaticón para turistas. Supongo que la mayoría de gente la asociará con comerse una paella los domingos y contra ese sentimiento no se puede competir, así que me voy a llorar en silencio a un rincón”, reconoce.

Tras su investigación histórica, Vicent Baydal concluye: “és evident que és un concepte que no ens pren seriosament, ni als valencians ni a la nostra terra, i que deriva d'una mentalitat provinciana decimonònica que crec que hauríem de superar, ja en ple segle XXI. Els valencians som alguna cosa més que una "terreta".

A sabiendas de que el culpable es el Marqués de Molins, quizá el problema con la terreta no es la palabra sino la perspectiva, la mirada. La concepción que esconde: el origen como un lugar donde se desea regresar para volver a marcharse y que, al alejarse, se va haciéndose pequeño, diminutivo, un territorio subsidiario.  

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