con dos pivotes / OPINIÓN

Y nos sigue sorprendiendo la Segunda B

23/10/2016 - 

ALICANTE. Esta canción nos la conocemos, y a pesar de todo, seguimos sin aprendernos la letra. El Hércules ha caído ante todo un recién ascendido en su estadio como es El Prat, algo que, como de costumbre, tiende a desatar el pesimismo y desánimo entre los aficionados. Cosa normal, ya que al conjunto alicantino se le presupone, y de hecho es, uno de los grandes de la categoría de bronce del fútbol español. Antes de entrar en el análisis de lo gris y plano que ha sido por momentos el conjunto de Tevenet, merece la pena contextualizar y poner los pies en el suelo para saber donde estamos.

La Segunda B es al fútbol lo que las epidemias al medievo, un igualador entre el común de los mortales. Dado el desierto económico que supone a nivel de ingresos la categoría, los equipos históricos que han dado con sus huesos en el tercer peldaño del escalafón futbolístico español, se las han visto tiesas para volver al profesionalismo, y algún susto se han llevado por el camino. Que se lo digan al Cádiz, al Murcia, o al propio Hércules la temporada pasada. No pocas veces he echado en falta los puntos cedidos ante Pobla de Mafumet y Llosetense. También los echaría (aunque menos) el ínclito conjunto cadista, al acabar la temporada cuarto, acordándose de la derrota ante los posteriormente descendidos Algeciras o Betis B. Tendrían que clasificarse por los pelos, pero el ascenso, y la poca memoria que tiene el fútbol, borra este tipo de experiencias.

Es lógico pensar en el favoritismo de los herculanos en Segunda B desde un punto de vista histórico, pero probablemente injusto desde un punto de vista económico, a pesar de la plantilla formada para la presente temporada, con talento de sobra para cumplir el objetivo del ascenso. Precisamente por este motivo, el Hércules juega una doble batalla en los partidos celebrados en el Rico Pérez. Quitando a los filiales, y no a todos, el aficionado herculano suele
ver a rivales que optan por dejar jugar al rival, desentendiéndose del balón, y dejando al Hércules campar a sus anchas. El Prat ha optado hoy por este plan, con tímidas salidas que han tenido como fruto el gol.

El conjunto de Tevenet no ha sido víctima del catenaccio y el conservadurismo futbolístico,líbreme Dios de un análisis rozando la frontera de la excusa. El conjunto alicantino ha cuajado una primera parte tremendamente gris y plana, en la que Juanma Espinosa ha vuelto a ser ese jugador irregular y fallón que habíamos dejado de ver esta temporada. Chechu y Javi Flores no han sido los de siempre, Gaspar no ha tenido el día de cara, y el trabajo de Berrocal, el arrojo de Peña, o la valentía de Dalmau hacia el tercio final no ha sido suficiente. Fue otro Hércules el que encaró la segunda parte, con varios balones a la madera, remates certeros, y ocasiones manifiestas que no acabaron en gol, por aquello que a veces se dice de que la pelotita no quiso entrar.

No obstante, no debe cundir el pánico. Tengo la enorme fortuna de ver a este equipo trabajar día a día, y digo fortuna a pesar de haberme llevado alguna insolación de Fontcalent, o haber tenido que tirar a la basura en alguna ocasión un par de zapatillas por el barrizal de instalaciones que nuestro amigo Enrique ha querido “regalarnos” en pleno corazón de la naturaleza alicantina. Sé que Tevenet no va a dormir bien varias noches, y va a ver este partido unas cuantas veces. Los jugadores también saben que les espera una semana de trabajo duro. Y los que vemos a este equipo todos los días, sabemos que nadie se va a dormir en los laureles. Ahora bien, todos debemos saber lo que es la Segunda B, ese igualador económico que se propaga como la peste negra de los históricos que se niegan a reciclarse, como nuestro querido Hércules.

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