"Ponme 20 gramos de hormigas culonas para la cena y una bolsita de grillos ahumados para la ensalada". Parece lejano, pero si hacemos caso a los expertos, no falta tanto para que los insectos entren a formar parte de nuestra alimentación. Las razones parecen obvias. La población mundial no deja de crecer y para 2050 se prevé que seremos 9.000 millones de personas, esto son 9.000 millones de bocas que alimentar. El modelo de alimentación global es inviable si queremos seguir disfrutando de los recursos que nos brinda este maltratado planeta tierra. El agua, la tierra, el mar... esas nimiedades que seguimos empeñados en destruir sin caer en la cuenta de que sin ellas estamos perdidos.
Según el informe realizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), “La contribución de los insectos a la seguridad alimentaria, los medios de vida y el medio ambiente”, publicado en 2013, los insectos son el alimento del futuro. Y en el mercado de Ruzafa ya se pueden encontrar. "Los insectos crían muy rápido y consumen muy pocos recursos. Comer insectos es bueno para el planeta y bueno para la salud de las personas debido a su valor nutricional. Si comparamos lo que cuesta producir un kilo de proteína de insecto con lo que cuesta un kilo de proteína de res, está bastante claro", explica Alberto Pérez. Él es el fundador de Insectum, una empresa de venta de insectos que puso en marcha hace casi tres años. Su relación con los grillos y las hormigas comestibles era como la de casi todo el mundo: nula. Los probó en una cena en casa de unos amigos y quiso comprar más, pero en España no había posibilidad y tuvo que pedirlos a una web extranjera. Coincidió que en ese momento —enero de 2018 —en España la legislación autorizó la venta de insectos para consumo humano, hasta entonces no regulada. Y pensó, ¿por qué no?