la nave de los locos / OPINIÓN

Ha sido un placer

Hasta la más hermosa de las historias tiene un final. La nuestra, la que hemos mantenido ustedes y yo estos ocho años, ha concluido. A veces, el periodismo es una experiencia merecedora de buenos recuerdos.    

25/12/2023 - 

El 18 de enero de 2016 estrené la serie La nave de los locos con el artículo Pasen y lean. Era una declaración de intenciones y una invitación a seguirme cada lunes. Desde aquel día, no he faltado ni una sola vez a mi cita con ustedes, mis lectores. Han sido 400 artículos, todos escritos a mano, con un bolígrafo bic de tinta azul, en cuadernos de tapa dura, adquiridos en las tiendas Ale-Hop.

“Nunca se puede contentar a todo el mundo. El público debe reconocerte por el estilo y tu pensamiento. Nada de medias tintas”

Al cabo de ocho años de ser publicado, creo haber sido fiel al espíritu y la letra de Pasen y lean. En el artículo avisaba de que nadie esperase de mí un ejemplo de corrección política, ni de equidistancia, ni un deseo de agradar a todos. Hubiera sido un craso error. Nunca se puede contentar a todo el mundo. El público debe reconocerte por el estilo y tu pensamiento. Nada de medias tintas. A pelo. El columnista debe jugársela cada semana, como era mi caso, sin temor a que le vuelen la cabeza. Para eso estamos: para recoger nuestros sesos del suelo, recomponerlos, colocarlos en su sitio y volver a rodar la piedra, como en el mito de Sísifo, conscientes de que el artículo perfecto no existe. La grandeza del periodismo es que te ofrece siempre una oportunidad para mejorar lo publicado antes.

Páginas iniciales de este artículo, escritas a mano por el autor.

Dije que hablaría de mí, que yo sería el argumento de mis columnas, y lo he cumplido con creces. Porque cuando he hablado de mí lo he hecho también de ustedes, mis queridos lectores. Hay quien verá en ello un ejercicio de egocentrismo, puede que haya algo de cierto, pero en el periodismo, como en la vida, hay que tomar decisiones, y yo elegí ser el protagonista de mis textos siguiendo el ejemplo de grandes periodistas como Larra y Umbral.

No intentes salvar el mundo

Cuenta una historia —la tuya, por ejemplo— para sostener una idea, no más de una. Habla de ti y de lo que observas a tu alrededor, emplea un vocabulario concreto y evita las grandes y huecas palabras; no cometas el error de pontificar ni de intentar salvar el mundo. Para eso está Muñoz Molina. Se trata sólo de escribir un artículo de opinión, nada más ni nada menos, y de hacerlo con humor y una pizca de gracia. Sé deliciosamente frívolo. Hay que secuestrar la atención del lector dos o tres minutos a lo sumo, el tiempo que le lleve leer tu modesta pieza. Y sobre todo no seas aburrido, como aconsejaba Indro Montanelli. Hay que huir de los columnistas plomizos y sobrecogedores —¡hay tantos! — como de la peste.

Pero todo, nos guste o no, tiene un final, y ha llegado. Este es un artículo de despedida. La nave los locos, después de un largo y azaroso trayecto, en el que hubo alegrías y tristezas, luces y sombras, aciertos y algunos errores, ha arribado a puerto. El capitán ha intentado que el pasaje lo haya pasado lo mejor posible durante la travesía. El capitán ha aprendido mucho estos años. Quiere dejar constancia de esta circunstancia. Además de La nave de los locos, escribió el diario No éramos dioses sobre el encierro primaveral de 2020, del que se siente especialmente orgulloso, y, en fechas recientes, comenzó la serie Planeta ochentero, criatura de tierna edad que no llegará a la adolescencia.

Mi tercera vida como periodista

Escribir en Valencia Plaza ha sido mi tercera vida como periodista, después de mi paso por Las Provincias y El Mundo. Al director de Valencia Plaza, Javier Alfonso, le debo esta prórroga. Javier, junto con María Consuelo Reyna y Benigno Camañas, han sido los directores más decisivos en mi carrera profesional en Valencia. Sin ellos, no estaría escribiendo estas líneas. A Javier también le agradezco que tuviese la gentileza de presentar mi libro de relatos, Alivio de domingo, del que todavía se puede comprar ejemplares en las librerías París-Valencia, Soriano, Tirant lo Blanch, Gaia y Primado, en la capital.

Javier Carrasco posa en el aula del instituto de Soria donde Antonio Machado impartió clases de francés.

Extiendo mi agradecimiento a los redactores que editaron los artículos, especialmente a los dos últimos, Guillermo R. Gil y Alicia Soria. Por experiencia sé que es una tarea ingrata por anónima.

No deseo olvidarme, por nada del mundo, de ustedes, mis lectores, que cuento por miles. Jueces de mi trabajo, los lectores han sido lo único importante para mí. Perseguir el interés, la aceptación o, a veces, el rechazo del público ha sido mi aspiración cada semana. Deseaba escribir la mejor columna de los lunes. En este empeño me dejé la piel y el alma. Unas veces lo logré y otras no. Estoy satisfecho de haber mantenido este diálogo con ustedes. Ha sido un placer, un placer y un honor, créanme. Cuídense, que vienen curvas. 

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