reflexionando en frío / OPINIÓN

La vuelta de los moriscos

8/11/2020 - 

No aprendemos. Al Qaeda, ISIS, Boko Haram. 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, 17 de agosto de 2017 en Barcelona, 28 de julio de 2019 en Nigeria… Llevan tiempo acechando, atacando, planeando ofensivas contra occidente. Ayer fue Niza, hoy Viena, mañana puede ser Barcelona.

Es fuerte, pero es así. Estamos en el ojo del huracán islamista desde que les echamos de nuestras fronteras en el 1600. Las ansias de conquistar de nuevo Al-Ándalus han pasado de generación en generación hasta llegar a los líderes musulmanes del presente. El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan expresó sus planes acaparadores al producirse la reconversión de la basílica de Santa Sofía en mezquita y ha vuelto a señalar a occidente insinuando los problemas mentales de Emmanuel Macron. Sabe que el mandatario galo es el verdadero dique de contención del sectarismo islámico que amenaza Europa y la cultura occidental. Sus declaraciones contra el fanatismo religioso promulgado por ciertas corrientes musulmanes han generado malestar en las sociedades islámicas movilizando a sus conciudadanos manifestando el desprecio hacia el líder francés.

La esperanza de nuestra cultura cosmopolita está en la figura de Macron. Sé que mis amigos conservadores discreparan al respecto conociendo su predilección por Donald Trump como adalid del multiculturalismo tóxico, pero de momento, el único dirigente que ha tenido los bemoles de criticar ciertas actitudes de los musulmanes radicales ha sido el inquilino del Eliseo.

Ya era hora. Tocaba el momento de que los líderes dejasen tanta corrección política trasversal y que dijeran las cosas claras, pusieran nombre al verdadero peligro que asola nuestro mundo. Porque mientras que la Covid-19 pasará constituyendo un mero capítulo de nuestra memoria democrática, si estos radicales islamistas se salen con la suya logrando desvirtuar nuestra historia gracias a la cooperación necesaria de la izquierda acomplejada e ignorante, el viejo continente dejará de existir tal y como lo conocemos. Una Europa nacida de Notre-Dame, de la luz vidriosa reflejada en los ventanales de las catedrales. Pilares de la tierra que quieren ser derribados por los islamistas para levantar mezquitas y hacer de nuestra sociedad tolerante una caricatura sectaria apostata de su memoria. Historia emanada del catolicismo practicado por los fundadores de la Unión Europea, Konrad Adenauer, Robert Schuman, Jean Monnet y Alcide De Gasperi. Fe pisoteada ahora por unos occidentales narcotizados por una falsa progresía antisemita, anticatólica, pro palestina y pro musulmana. Socialismo postizo representado por personajes como un Jeremy Corbyn que ha sido expulsado del Partido Laborista por presuntas declaraciones contra los judíos. Un ejemplo del típico izquierdista pijo que posa con una bandera de Palestina, en donde se cuelgan a los homosexuales de grúas obligando a los gais a escapar a Israel, país criticado por estos progresistas de pacotilla.  

Detrás del multiculturalismo se esconde el caballo de Troya de un yihadismo oportunista de la tolerancia occidental que ellos vienen a erradicar con su persecución hacia lo diferente. Algunos no ven todavía la realidad tenebrosa de que ciertos sectores musulmanes no vienen a convivir diversificadamente con nuestros modos, sino que esperan cualquier oportunidad para dar un golpe sobre la mesa y convertir nuestro mundo en el que ellos abandonaron. En palabras del periodista Miquel Giménez en su artículo La bestia yihadista ataca en Viena publicado en VozPopuli: “La izquierda, antisemita y pro árabe, está indefectiblemente al lado de ese yihadismo que nos invade, que llega a occidente para, aprovechándose de nuestro sistema democrático, destruirlo desde dentro.”  

Confundiendo bondad con ingenuidad y moderación con sumisión debido a la falta de líneas rojas que impidan nuestra degradación como sociedad, estamos haciendo el trabajo sucio a los que no quieren ni igualdad, ni libertad, ni fraternidad, sino supremacismo, opresión y odio. Que siga Pablo Iglesias despreciando a los católicos mientras a veces da la sensación que no marca distancias con los islamistas… Quizá esté relacionado con que sus colegas secesionistas estén cortados por el mismo patrón que estimula las conductas sectarias de los radicales religiosos. Ambos ansían división, ambos desprecian a los disidentes y están dispuestos a llegar al derramamiento de sangre por cumplir sus objetivos. Recuerden a ETA, esa blanqueada por una opinión pública convencida para hacer olvidar a las víctimas de su barbarie. Lo que me extraña es como no hemos desaparecido ya como sociedad teniendo en cuenta la condescendencia con la que respondemos a nuestras amenazas…   

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