entrvista con quini

La resiliencia de Benito Kamelas: un viaje desde Benetússer hasta Valladolid

19/08/2023 - 

VALÈNCIA. En 1990 y 1991 los Ramones pisaron suelo valenciano, estuvieron actuando en la sala Arena Auditorium. En uno de esos conciertos estaba Quini, vocalista de Benito Kamelas con sus amigos. Ese día se plantó la semilla de lo que sería uno de los grupos de rock más importantes que ha dado esta tierra, pero antes de eso tenían que foguearse en otras bandas, buscar un sonido, un estilo, una personalidad. 

De ese concierto salieron dos bandas, Esclata y más tarde, Rocktámbulo. Que terminaron confluyendo. Los Ramones dejaron una huella en aquellos jóvenes que querían estar en el escenario como ellos. “Todo vino después de ver a los Ramones. Tocaban jueves y viernes; sacamos la entrada para el jueves y nos quedamos tan flipados que volvimos el viernes. Y de ahí salimos con la idea de montar una banda, y la primera banda que se montó fue Esclata, con los músicos de los que fue Benito Kamelas. Yo empecé con ellos a escribir letras, me quedé con el gusanillo y acabé montando otra banda que llamé Rocktámbulos”, dice.

Charlo por teléfono con Quini, que en ese momento está en Almansa y viajamos juntos al pasado del grupo. A sus inicios, cuando Esclata y Rocktábulos eran dos actores diferentes que estaban predestinados a unificarse bajo el nombre de Benito Kamelas. “Son dos grupos que en el 97 desaparecen, tanto uno como el otro, hablo con El Loco (Juan Manuel Navarro) y le digo, ¿quieres que montemos algo en serio y apostando al 100%?, me dijo que adelante, y ahí es donde surgió lo que es Benito Kamelas”, apunta Quini.

Una vez que ambas formaciones deciden unirse y crear una banda nueva, había que elegir un nombre para la nueva coalición musical. Benito Kamelas tenía ya una actuación cerrada, su primera actuación, pero se les había pasado por alto ponerse un nombre. “Cuando Benito Kamelas iba a debutar en Benetússer, nos dijeron que teníamos que poner el nombre. Nos llamábamos No Name, y nos dijeron: pero si vosotros cantáis en castellano, ¿cómo os vais a poner No Name?”, recuerda. 

El nombre del grupo, como muchas cosas en la vida, surgió de casualidad, de la premura por actuar y de las ganas de salir al escenario. “Teníamos 48 horas, que tenían que hacer el cartel, nos pusimos a beber cervezas en el Conflicto Rock en Benetússer; empezamos a decir tonterías, unas nos convencían más, Pacojones y nos sé qué.  Recuerdo que una vez que fuimos a Navajas, a las fiestas del pueblo, una peña se llamaba Benito Kamelas y dije, Benito Kamelas, gustó y para adelante”

La providencia o la mera casualidad efectúo su magia con el grupo esa noche. Actuaron el mismo día que se celebraba San Benito. Aunque ellos no había mirado el santoral. Quizás aquello les regó de suerte en su carrera. “El 11 de julio de 1997 fue el día que debutamos, ese es el primer concierto de Benito Kamelas. En el Conflicto Rock. Y años después nos dimos cuenta que el 11 de julio es el día de San Benito, sin saberlo nosotros (risas)”, comenta divertido. 

Ese lugar también les trajo dicha y se convirtió en casi su templo, allí vendían su primera maqueta, cuando tener una maqueta podía conllevar la firma con una discográfica, y allí les descubrieron. “Todo surgió en el Conflicto Rock, vendimos 3000 copias de Qué más da (1997), y a raíz de ahí es donde comenzaron a ofrecernos el primer contrato discográfico con Citra, que hace poco murió Alfonso Olcina que fue el primero que apostó por mí”, recuerda.

Foto: REAKTIU

Una de las características de los Benito siempre han sido sus letras, sin olvidar sus melodías; pero las letras tenían algo: poesía, calle y realidad social, todo ello barnizado por un enorme amor por el rock, que se percibe en cada detalle. “El primer grupo que hizo lo que yo quería hacer fue Platero y tú, éste fue el grupo que me demostró que se podía hacer canciones chulas con buenas letras, de tus vivencias de tu forma de sentir, ellos fueron los que me pusieron en el camino de escribir”, recuerda el vocalista. Las letras de las canciones siempre han tenido un peso esencial, y en muchas ocasiones críptico en el rock. El mensaje como bala emotiva directa al corazón. 

“Yo siempre he sido una persona que he tenido facilidad a la hora de escribir y de expresarme, en lenguaje y eso era un puto crack”, dice. “Lo que pusimos fueron las cualidades que teníamos cada uno en cada momento y nos pusimos a plasmarlas de una forma más trabajada que era Rocktámbulos y Esclata, que fueron como cuando te compras un coche para romper la mano”.

Y tras Que más da llegó la hora de estrenarse con un largo, el paso siempre vertiginoso pero ansiado de disponer de un abanico mayor de canciones y con una exposición más consistente. Los de Benetússer quisieron homenajear a uno de los escritores más populares que ha dado València. “En el Cañas y Barras (1999) siempre quisimos que fuera un homenaje a València y a Blasco Ibáñez. El problema con ese disco es que no tuvo el apoyo que se merecía, con el disco hicimos 10 o 15 conciertos, fuimos a Zaragoza, ahí sí que empezamos un poco a hacer gira, pero no nacional, no pisamos Madrid, Barcelona”, apunta. 

Fue ya de la mano de Rompe Records cuando Benito Kamelas comienzan a hacerse un hueco en el rockerío patrio. Su nombre se abre paso y se hace reconocible entre los más jóvenes. Era la época de expansión del rock en España, y ellos estaban en ese torbellino. “Todo vino con el Por Costumbre (2002) pero sobre todo con el Sin Trampa Ni Cartón (2005) Con ese ya comenzamos a girar y nos puso en festivales y en la órbita del mundo rockero. Ese fue el disco que nos lanzó”

El rock a nivel nacional, y por supuesto en València, comienza a subir como la espuma de una cerveza fresquita. Nuestra ciudad no es ajena al fenómeno, Transfer o Los de Marras construyen un sonido propio. En ese burbujeante momento los Benito comienzan a vivir la vida del músico profesional de rock “Comienzas a conocer a todos los grupos que has admirado toda la vida, a tocar con esa gente. Empiezas a vivir el mundo de mucha furgoneta, a dormir muy poco, un montón de emociones, subidones, bajones. Una época brutal. Mucho se ha hablado de la Movida Madrileña, de movimiento del Rock Radical Vasco, pero nadie  habla de que prácticamente todos los fines de semana, por ejemplo, Transfer tocaba en un barrio, en otro barrio, Los de Marras, A Piko y Pala, Malos Vicios, había millones de bandas”, rememora.

Sin embargo, no solo era un fenómeno que estuviera aconteciendo y creciendo en Benicalap, sino que en todas partes se formaban grupos. Y para ello hubo espacio tan importante como El Matadero Rock en Sedaví. “Estaba la parte del rock de Benicalap, luego parte de Sedaví, Catarroja y se fraguaba en lo que era El Matadero Rock. Era un matadero que el ayuntamiento nos cedió que es donde teníamos los locales de ensayo, era todo autogestionado por los músicos, había una radio, montamos unos talleres de rock. Estuvimos con Rocktábulos y Esclata, luego ya lo derrumbaron para hacer un parque”, comenta.

Había un sonido único y característico. Algo innegociable. “Se hizo un sonido especial, eran las risas, las cervezas, los llantos, los problemas, correr delante de los policías; todo eso se mezclaba con acordes y melodías. Aquí en València se empezó a hacer ese tipo de rock, más rollo Green Day, más rollo el punk rock”

Recorriendo la discografía de los Benito llegas un momento donde deciden cambiar de nombre, o mejor dicho acortarlo. En 2017 la banda opta por hacerse llamar Los Benito, que es como se les suele llamar. No obstante era extraño por lo difícil que es lograr establecer una marca propia, miren lo difícil que es dejar de decir Twitter y llamarlo X. El Rincón de mi Cabeza (2017) fue el disco del cambio, que solo duró un elepé, con su siguiente trabajo, y último hasta la fecha, Resiliencia (2021) regresaron al nombre original, al que tenía aquella peña que vieron de fiesta en Navajas. 

Quini es muy claro lo que supuso aquel cambio. “El mayor error de nuestra vida”, sentencia. “Lo hicimos buscando la renovación de la banda, pues como lo hacía S.A., Soziedad Alkoholika, que la gente los conoce como S.A. Lo hicimos con esa intención, pero nos salió el tiro por la culata porque la gente se pensaba que realmente dejábamos la banda, otros pensaban que éramos un tributo de Benito Kamelas, y eso me ha pasado en Barcelona”. Parecía que el grupo necesitaba un nuevo estímulo tras tantos años de carretera. “Cuando llevas muchos años sin parar de rular y empiezan a salir problemas porque ya empiezas a tener familia, los niños que no los ves, los ensayos, es una puta locura. Y dentro de esa locura tuvimos la nefasta idea de cambiar Benito Kamelas por Los Benito”

Con todo, el álbum no fue nada mal, la gente respondió como siempre. “No fue mal, de hecho se sigue vendiendo muy bien. Era confundir a la gente y en el mundo del rock no puedes confundir a la gente porque que va a salir siempre mal. No lo gestionamos bien, y repercutió a nivel personal dentro de la banda”, comenta.

Tras aquel redondo, la banda se fractura. Quini se queda solo, al pie del cañón y con la incerteza por horizonte. Está viviendo en Valladolid y tiene que reconfigurar la banda, de ahí que el siguiente álbum se llamara Resiliencia. “A nivel personal lo ha sido todo”, explica. “Piensa que era una situación difícil, tenía que enfrentarme yo a crear un disco yo solo, sí es verdad que hacía alguna melodía que acababa en el disco, pero siempre tenía el refuerzo de El Loco y Vicente, que eran las almas que le daban el ritmito para que yo tuviera que poner la letra y rematarlo”. 

Quini decidió seguir con el proyecto, volver a ser Benito Kamelas y montar un grupo en Valladolid. “Pero claro, aquí era una situación que yo mismo no sabía si iba a ser capaz de hacerlo. Lo que hice fue hablar con Emilio de Maldito (el sello de la banda) le dije, ¿tú tiras para adelante conmigo? Y dijo, yo a muerte. Y luego llamé a Vicente Sabater, que es mi productor, y le dije, Vicente, ¿tú qué?, y me dije, si tú sigues, para adelante. ¿Qué pasa? Que llegó la pandemia, y el día 18 de marzo, que es cuando Pedro Sánchez dijo que todos encerrados, ese fin de semana habíamos quedado para ensayar, el primer ensayo de Benito Kamela con la banda de Valladolid”, recuerda.

Nueva banda y segunda vida para la banda. “Las dos primeras canciones las grabamos en el Estudio Elefante en agosto de 2020, en plena pandemia. Los grabamos todo en València, en enero de 2021 ya grabamos todo con Sabater el Milenia

Quini está francamente orgulloso de su banda, la que le acompaña en estos nuevos Benitos, los que le han insuflado aire fresco, que han aportado nuevas cosas. “Tengo la suerte que tengo una banda que es la envidia del rock & roll nacional”, sentencia con firmeza. “Son gente joven, son treintañeros con ganas de comerse el mundo, que han pasado de tocar en bandas, que eran cojonudas, pero por desgracia no tenían el reconocimiento de Benito Kamelas y claro, están viviendo; por ejemplo éste año el Viña Rock. Volvimos a llenar el recinto, a las cinco de la tarde ya lo tenían llenito, para la banda fue brutal. Mi ilusión de tocar en el Viña Rock era para que lo vieran ellos”, explica.

A Benito Kamela se queda cuerda para rato, renovados y con el espíritu lleno de ilusiones y desafíos. Habrá nuevo elepé. “Se llama Justicia Poética. Es como el karma, tú la haces, antes o después la pagas”.  En este nuevo trabajo Quini volverá a hablar de la realidad social, de la vida, del dolor y el amor. “Es una forma de devolver las cosas a su sitio, las cosas que me he callado, pues ahora no me voy a callar, pues por ejemplo, el bullying que sufrí, es importante que, a veces dicen: eres el puto amo, eras mi ídolo, que sepan también que detrás de eso, de alguien a quién admiras también hay sufrimiento”

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