vals para hormigas / OPINIÓN

El Gürtel de nunca acabar

17/01/2018 - 

Asomarme al juicio de la trama Gürtel y no sentir más que tristeza no es lo que tenía apuntado en mi agenda de ayer. Eran más previsibles la sorna y la indignación, el silencio y la intemperie. Era más previsible un carnaval de mentiras, excusas y negaciones, un estornudo de obviedades y un entramado de legalismos para amantes de los jeroglíficos. Aquí incluso podría citar al Zombie de Dolores O'Riordan y su hastío de siglos y violencias, si no fuera porque le desgraciaría el titular de la columna del próximo domingo a Juan Carlos de Manuel. Sin embargo, las crónicas del tribunal están insuflando vida a nuestras sospechas, presunciones y suposiciones, que crecen moldeadas en barro como el golem de nuestra propia miseria. Y cuando la vida te da la razón, a menudo te asalta la tristeza.

Uno esperaba un recuento de desmemorias y favores prestados, una omertà al 3% de interés, una afonía generalizada. Pero no. Comenzaron los empresarios implicados en el asunto, que desfilaron como los lemmings del videojuego al dictado de sus abogados, cada uno con una misión, cada uno con un objetivo, con una culpa sobre los hombros, una multa para esquivar la cárcel y la sonrisa desprotegida del niño a quien han pillado fumando. Todos con sus corbatas, sus muros de contención, sus negocios y la certeza de haber concertado un par de reuniones de trabajo para aprovechar la visita a la Audiencia Nacional. Todos, menos Ortiz, que ha solicitado que le ahorren los trayectos en AVE porque no está para hostias, porque en Madrid pierde la wifi de sus títeres y porque la tarifa del móvil le sale por un pico.

Sí se había previsto, en cambio, que Correa, de profesión cabecilla, se lanzara a airear las alfombras, como un mal mayordomo o el Aladdin de Disney, en presencia de su generalato. Pero a este tipo de anuncios se les da la misma credibilidad que a los ganchos de los peores programas de TV. Las declaraciones de los encausados suelen ser tan interesantes como las entrevistas a pie de campo a un futbolista que acaba de meter un hat-trick. Entre la nada y el bostezo. Pero el invitado de Aznar ha salido al banquillo como el granjero que reparte pienso entre sus gallinas. Juez, fiscales y abogados han escuchado sus versos, que riman todos con PP en consonante. Contante y sonante. Y, como quien invita a un gin-tonic después de comer, ha sacado al centro de la pista de este baile macabro a Ricardo Costa, para arrancarle la máscara de Princesa del Guisante y desvelar su verdadera identidad de Espejo de la Madrastra Camps.

No hay nada más inquietante que abrir los regalos del día de Reyes y encontrarte con lo que habías pedido. El juicio de la trama Gürtel está confirmando la mariscada de comisiones que todos habíamos creído dibujar una tarde en la consulta del psicólogo. Está desgranando, punto por punto, el final previsible que todos nos temíamos. El que nos vació los bolsillos. El que nunca supimos reescribir. El cuento de nunca acabar. De ahí la tristeza.

@Faroimpostor

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