aumenta el riesgo en personas con nivel socieconómico bajo 

Vida sana y un cribado desde los 65 años reduciría hasta un 40% el riesgo cardiovascular

15/12/2024 - 

VALÈNCIA (EFE/Concha Tejerina). La edad es un factor de riesgo para sufrir una enfermedad cardiovascular y, por ello, además de medidas preventivas como el ejercicio, una dieta saludable y el control del estrés, sería necesario realizar pruebas de cribado de manera periódica a partir de los 65 o 70 años.

 "Esto podría reducir de forma importante, entre un 20 y 40 %, el riesgo de sufrir un evento cardiovascular", asegura en una entrevista con EFE la doctora Clara Bonanad, investigadora en Cardiología Geriátrica dentro del Grupo de Investigación Traslacional en Cardiopatía Isquémica del Instituto de Investigación Sanitaria INCLIVA.

Entre las pruebas de cribado periódicas necesarias para la prevención cardiovascular, apunta a la necesidad de hacerse un electrocardiograma de doce derivaciones "para que ninguna arritmia haya pasado desapercibida".

También medir la tensión arterial y hacerse analíticas, tanto sanguínea como de orina, para el despistaje de la diabetes y la hipercolesterolemia, conocer el nivel de la lipoproteína A y determinar si hay algún problema renal.

A eso, se sumaría una exploración física al paciente y la auscultación, pues hay estetoscopios que amplifican mucho el sonido y permiten detectar soplos que, en caso de facultativos que no están muy entrenados, pueden pasar desapercibidos.

Según Bonadad, que presidió la Sección de Cardiología Geriátrica de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) entre 2019-2021 y actualmente es vocal de la junta directiva de Cardiología Clínica, estudios y modelos predictivos sugieren que una combinación de estrategias preventivas podrían reducir entre un 20 y un 40 % el riesgo de infarto en la población de más de 65 años.

En el caso del control de la hipertensión la reducción de riesgo estaría entre un 20 y un 30 %; bajando el colesterol LDL sería de hasta el 25 %; controlando la diabetes y la prediabetes se reduciría el riesgo hasta un 20 %; el ejercicio y una dieta saludable lo bajaría hasta un 20 %; y dejar de fumar hasta un 50 %.

Más riesgo en personas con nivel socieconómico bajo

Como factores de riesgo cardiovascular, según Bonanad, están los "clásicos modificables" como el sedentarismo, fumar, la hipertensión o la diabetes, a lo que se suman el estrés emocional y laboral y también los factores socioeconómicos y, en este sentido, indica que estratos de población que tienen un nivel socioeconómico más bajo tienen más riesgo cardiovascular que aquellos en los que es alto.

Al respecto, señala que las personas con un nivel socioeconómico más bajo suelen tener factores de riesgo adicionales como el "acceso limitado a cuidados preventivos y educación en salud, dietas menos balanceadas, mayor prevalencia de tabaquismo y niveles más altos de estrés".

"Todo eso contribuye a este aumento de la incidencia de enfermedades cardiovasculares, incluyendo el infarto", señala Bonanad, que añade que los estudios realizados en diversas regiones del mundo muestran que las personas en situaciones socioeconómicas más desfavorecidas "pueden tener hasta un 50 por 100 más de riesgo de sufrir un infarto de miocardio en comparación con aquellos niveles socioeconómicos más altos".

Además, destaca la importancia de desarrollar políticas de salud que reduzcan esa disparidad y promuevan el acceso igualitario a programas de prevención y educación de salud, sobre todo en comunidades vulnerables.

Falta de concienciación

Clara Bonanad considera que hay una "baja concienciación" del riesgo que tenemos de sufrir un evento cardiovascular y cree que, para paliar esto, "aún falta mucha educación" y más información, aunque entidades como la Sociedad Española de Cardiología o el Instituto Valenciano del Corazón (Insvacor) hacen campañas en redes sociales.

La especialista en Cardiología geríatrica afirma que hasta un 20 % de las personas que ha tenido un infarto puede sufrir un segundo evento cardiovascular en el primer año, y por ello destaca la importancia que para esos pacientes tiene la rehabilitación cardiaca.

"Es clave, aunque no todos los centros disponen de rehabilitación cardiaca y, los que la tienen, son con plazas muy limitadas", aclara Bonanad, quien señala que aunque hay plazas para los dos sexos, son más los hombres que acuden a rehabilitarse que las mujeres, que no acude "por motivos personales".

También explica que cuando una mujer llega a urgencias con un infarto "se minimizan los síntomas y se le atribuye mucha más ansiedad" y hay estudios que indican que la mujer es "más visitadora de urgencias pero es menos ingresada en los servicios de cardiología". "Ha habido una inercia de ofrecer menos estrategias invasivas o menos tratamientos potentes a las mujeres", asevera.

Asimismo, considera que "todo el mundo" debería saber utilizar un desfibrilador, que ahora puede encontrarse en los espacios públicos, y en las escuelas también se debería enseñar a hacer una recuperación cardiopulmonar (RCP). "Lo que salva la vida es tener acceso a un desfibrilador en menos de tres minutos y, si no es posible, es necesario hacer un masaje cardiaco".

Investigación en Cardiología Geriátrica

Con respecto a la investigación en cardiogeriatría interesa cada vez más a nivel mundial pero la realidad en España, donde hay un déficit de geriatras a pesar del continuo envejecimiento de la población, es que se invierte mucho menos dinero para investigar que en países nórdicos como Noruega, Dinamarca o Suecia.

Clara Bonanad ha conseguido una beca de 225.000 euros de la Fundación AstraZeneca en la octava edición de los Premios Jóvenes Investigadores con el objetivo de mejorar el pronóstico y calidad de vida de pacientes con infarto a través del tratamiento de la ferropenia con hierro intravenoso.

También ha obtenido una beca de ayuda para proyecto de Investigación Básica o Traslacional en Salud Cardiovascular de la Sociedad Española de Cardiología y Fundación Española del Corazón por el trabajo ‘Impacto pronóstico de los biomarcadores Klotho alfa y FGF23 en el paciente mayor con síndromes coronarios agudos (SCA) de alto riesgo’.

Además, trabaja en la  implementación de programas de cribado de enfermedades cardiovasculares y diabetes, así como la identificación de riesgo cardiovascular en el lugar de trabajo para promover un entorno laboral saludable, entre otros proyectos.