Mark Dasousa, representante de España en Eurovisión 2024 junto a su mujer, Mary Bas, al frente de Nebulossa, era ya, mucho antes, uno de nuestros productores más reputados, impulsor de toda una escena. Zoo, Smoking Souls y Cactus nos hablan de él
VALÈNCIA. Parece que quien no aparece en la tele no exista. Que se lo digan a Mark Dasousa. El músico y productor de Ondara, nacido como Lorenzo Giner Puchol hace cincuenta años, lleva semanas viviendo en una especie de nube mediática junto a su esposa, la vocalista Mary Bas. Ambos forman el núcleo de Nebulossa, el proyecto musical que ha representado a España en Eurovisión —desconocemos con qué puesto han solventado su participación al escribir estas líneas; quizá sea lo de menos— y cuya actividad ha sido prácticamente monopolizada por RTVE. Sí, los de Zorra. Lo curioso es que prácticamente ningún gran medio se ha molestado en averiguar que Dasousa lleva más de treinta años en el mundo de la música profesional, y en concreto, una década siendo el productor emblemático de toda una generación de músicos valencianos, que se expresan mayoritariamente en valenciano, algunos de ellos llenando grandes recintos. Es su mujer, la vocalista y front woman (y tiene su lógica: la canción es todo un fenómeno), quien se lleva casi todas las atenciones, en gran medida por su reivindicación del talento femenino pasados los cincuenta, hasta el punto de que en algunas de sus primeras entrevistas había quien pensaba que Nebulossa era ella sola. Y él está muy a gusto así. Pero la invisibilidad de su carrera previa también dice mucho (y no precisamente bueno) de la inexistencia de alguna clase de poder valenciano en el ecosistema mediático español. Seguimos pintando entre poco y nada.
El gran público no sabe que Mark Dasousa ha producido durante los últimos quince años a Zoo, La Raíz, La Fúmiga, Smoking Souls, Tesa, Pupil·les, Orxata Sound System, Prozak Soup, Cactus o Pepet i Marieta, entre muchos otros. Es decir, la plana mayor de ese pop valenciano —y mayoritariamente en valenciano— que había visto normalizada su presencia en nuestra sociedad y que se ha empezado a sentir un poco huérfano tras el impasse que algunos de sus proyectos más populares se han concedido. El mismo que, como si se viera abocado a un nuevo cambio de ciclo, afronta el trance de volver a unas trincheras que creía olvidadas: no hay más que ver el cartel de la próxima Feria de Julio del cap i casal, en la que el valenciano ha sido absolutamente desterrado, tanto en lo musical como en lo promocional. No falla: quienes más levantan la voz en su defensa suelen ser quienes lo desprecian y no lo utilizan nunca. Tampoco es de dominio común saber que Dasousa fue cocinero antes que fraile, y que ejerció de teclista y vocalista en bandas como Píldora X (pop psicodélico en plenos años noventa a través de la indie madrileña Subterfuge), Atom o Solar. En las últimas dos décadas, sus Atomic Estudios de Ondara, que regenta junto a la propia María Bas, han sido uno de los principales catalizadores de nuestro pop, en sus múltiples vertientes. La marmita en la que se cocían algunos de nuestros mejores guisos. Un crisol que fundía perspicacia melódica y olfato comercial. La fórmula Dasousa, la misma que ha acabado generando un eficaz hit eurovisivo que no es (ni de lejos) su mejor canción, se revelaba infalible, pero había detrás muchísimo trabajo. Horas y horas de dedicación. De picar mucha piedra.
«Conocí a Mark durante una grabación allá por 2009, y me cayó muy bien, y además vive cerca de mi casa. Las cuestiones musicales vendrían después, pero en ese momento a mí lo que me importaba era trabajar con alguien que me diera confianza y creyera en mi forma de ver las canciones», me dice Toni Sánchez ‘Panxo’, vocalista y compositor principal de Zoo, la banda de Gandia de mayor éxito en las últimas dos o tres décadas, con llenazos en la Plaza de Toros de València, el Palau Sant Jordi de Barcelona o el Wizink Center madrileño. «Nos ha dado muchos recursos compositivos, tiene una visión muy periférica de la escena musical y sabe meter al grupo en jardines donde, en un principio, podríamos sentirnos incómodos, pero que al final nos aporta y nos suma», dice de su trabajo en discos como Raval (2017) o Llepolies (2022), que cimentaron la reputación del combo, a medio camino de la electrónica, el hiphop y el pop. En el perfil sonoro de Zoo ha sido fundamental: «Nos aportó mucha calidad en el sonido electrónico, y mucha armonía: él canta muy bien y sabe mucha armonía», recalca.
Una opinión muy parecida a la de Smoking Souls, el cuarteto de rock aguerrido con fuerte impronta melódica, procedente de Pego, que también lo consideran esencial en su carrera, desde que comenzaran en 2010. «Ya le conocíamos de trabajar con Aspencat, La Raíz o La Gossa Sorda, y fue la primera persona que creyó realmente en nosotros y nos hizo ver que teníamos posibilidades en esto de la música, siendo como éramos unos chavales sin experiencia: nos dio la sonoridad más moderna y contundente que necesitábamos». Miquel García, musicalmente conocido como Mik Kelen, es integrante de Cactus (banda de donde salió Samantha Gilabert antes de participar en Operación Triunfo), formación de la comarca de El Comtat, en el límite entre las provincias de Alicante y Valencia, que formula una batidora de hiphop, electrónica y músicas urbanas, y también conocía a Mark por el trabajo previo para El Diluvi (donde él mismo militaba), Aspencat, Orxata Sound System o La Raíz. Me dice que lo tuvieron claro «porque nos gustaba mucho lo que hacía, con un sonido muy bueno: es un tipo muy comprometido, metódico, muy exigente, y siempre lo da todo por cualquier tema; lo cuestiona todo, intenta que la canción llegue a sus máximas posibilidades y nunca deja nada a medias». Es tanta la íntima identificación que considera que «es parte indispensable de nuestro sonido; ha sido siempre un miembro más, no desde el mismo inicio de Cactus, pero sí desde el inicio del proceso creativo».
En apariencia, ni Zoo tiene nada que ver con Smoking Souls ni este con Cactus. Modulan lenguajes musicales diferentes. Pero todos coinciden en que Mark Dasousa ha sido fundamental en el pulido de sus contornos creativos. ¿Cómo es posible? A su capacidad de trabajo habrá que sumar su adaptabilidad y su amplia y versátil formación. Muchos años de mili curtiéndose en formaciones muy diferentes, acumulando una experiencia que luego plasmó a la hora de grabar y producir. Panxo, de Zoo, explica que «como músico sabe tocarlo todo, canta de maravilla, y sobre todo tiene gusto, es elegante, no busca donde no debe, y como productor sabe potenciar las virtudes y disimular y ocultar las limitaciones del artista». Quien crea que es simplemente un generador de hits en potencia como quien hace churros, seguramente se equivoque de cabo a rabo. También quien piense que su música es vulgar: basta echarle el lazo a Poliédrica de mí (2021), el único álbum de Nebulossa, en el que dan rienda suelta con estilo a esos ecos del pop sintético de los años ochenta que tanto les gustan.
«Diría que es una persona muy transversal, que sabe coger recursos de estilos muy diferentes y combinarlos en una misma canción, y eso es muy complicado, porque tiene una visión a la que otros no llegan», añade Mik Kelen, de Cactus. Los Smoking Souls lo consideran «un visionario que sabe ver las cualidades más escondidas de cada músico y las hace brotar, haciendo que ese soporte emocional sea un trampolín para que nazcan las buenas canciones». Los de Pego añaden que «es una persona con una inteligencia musical muy amplia y que tiene las herramientas necesarias para saber lo que le gusta al público que en un futuro escuchará las canciones que salen de su estudio».
Nebulossa es el segundo proyecto valenciano consecutivo en representar a España en Eurovisión, tras el concurso de la ilicitana Blanca Paloma en 2023, con el que no pasó del decimoséptimo puesto entre 37 participantes. Curiosamente, en la previa, el Benidorm Fest, competía con otra canción (Nochentera, de Vicco) que tiene mucho en común con el pop electrónico de Zorra (aunque es más música disco que synth pop, más Dua Lipa que Fangoria, para entendernos), y que obtuvo posteriormente mucha más repercusión. No son muchos los valencianos que lo han logrado. El propio president de la Generalitat, Carlos Mazón, lo intentó en 2011 al frente de su grupo, Marengo, pero no pasó el corte previo en el que competía con Sonia y Selena o Auryn. Él mismo ha ironizado con humor alguna vez en público con aquella experiencia, como en la presentación del último Trovam! en Castellón.
Nunca se sabe cuál es la mejor opción para representar a un país en Eurovisión. ¿Algo que muestre sus señas de identidad? ¿Que ironice con ellas? ¿Una propuesta exótica? ¿Una apuesta por la contención o por ese despiporre visual que en muchas ediciones ha bordeado o rebasado el frikismo? Es complicado. Lo que sí es seguro es que participar en Eurovisión genera una atención mediática extra. Algo que a Mark Dasousa y María Bas, quien regenta desde hace años una peluquería en Ondara, antes de que Nebulossa se formara en 2018, les puede haber desbordado, pero también puede contribuir a facilitarles el porvenir, a ellos y a sus dos hijos. Difícilmente volverán a gozar del anonimato, pero también es posible que su teléfono no deje de sonar en los próximos tiempos.
¿Cómo han vivido sus amigos músicos todo este alboroto en torno a su participación eurovisiva? ¿Hay sentimientos encontrados? Panxo (Zoo) lo tuvo claro: «Yo me emocioné, me encantó que una gente de Ondara, apasionados de la música, gente sencilla, que siempre ha vivido un poco ajena al ‘circo’ de una industria como esta, pueda vivir algo así, con todo lo que comporta: tengo una relación especial con Mark desde siempre, y se merecen esto y más». Fue una sorpresa mayúscula para casi todos, obviamente. No porque nadie dude de su valía, sino por verlos en una pasarela tan insospechada, más presta habitualmente a ser pisada por talentos más jóvenes y con menos —y más vistoso— recorrido en el mundo de la música. Smoking Souls reconocen que les sorprendió, porque ir a Eurovisión «no es algo que pase todos los días», y se alegran enormemente, ya que los conocen desde hace muchos años. «Son gente de pueblo y eso aún genera más orgullo y ganas de que su discurso y su música lleguen a más personas, por mucho que a nosotros nunca nos haya representado ninguna canción eurovisiva ni su formato de show business». Mik Kelen, de Cactus, aún va más lejos. Cree que «lo de Eurovisión no se lo esperaba ni el propio Mark, fue una sorpresa máxima; todos sabíamos que tenían un buen tema, pero teníamos dudas sobre si sería demasiado atrevida, pero claro, en Eurovisión también se busca eso, causar impacto, y en ese sentido es perfecta: nosotros sí pensábamos que podía llegar lejos, no como él». De hecho, tiene claro que «si alguien en la música se lo merece, es él».
* Este artículo se publicó originalmente en el número 115 (mayo 2024) de la revista Plaza