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Lecciones de Alemania para Valencia

El desbordamiento del río Ahr causó 134 muertos en 2021 en un valle de Alemania que, tres años y medio después, ha recuperado la normalidad, aunque sigue en reconstrucción. Una comunicación clara con los afectados y lograr que lo destruido por el agua no se «rehaga como antes», sino siguiendo criterios técnicos y de resiliencia climática, son algunas de las claves para que los municipios valencianos salgan de la catástrofe preparados para el futuro

| 20/12/2024 | 12 min, 22 seg

VALÈNCIA. Todo vuelve. Eso es lo que sintió la alemana Missi Motown al ver las imágenes de la Dana de Valencia que, por desgracia, no eran nuevas para ella. Tampoco las muertes, el agua en los garajes, las casas destruidas, el barro o las montañas de escombros que formaron parte del paisaje urbano de su idílico pueblo hasta, al menos, tres meses después de la riada. Ella vivió en primera persona algo similar a lo que pasó en Valencia en la noche del 14 al 15 de julio de 2021, cuando el agua dejó 134 fallecidos en el valle del Ahr, una zona rural, montañosa y turística del centro de Alemania. Fue la zona más dañada por las inundaciones de Europa central, provocadas por una tormenta (Bern) que alcanzó también a Suiza, Bélgica y Luxemburgo. 

De las 56.000 personas que vivían, en julio de 2021, en el valle del Ahr, 42.000 se vieron afectadas y 17.000 perdieron todas sus pertenencias. A día de hoy, casi tres años y medio después, aún hay signos de destrucción. Hoteles derruidos y abandonados, casas en ruina, zonas en construcción. «Claro que ha vuelto la normalidad, lo que pasa es que lo normal ahora es distinto a lo que era antes», cuenta Missi Motown, el nombre con el que se hace llamar Nicole Schober. Ni siquiera su vida tiene nada que ver con lo que era antes. En los días más oscuros tras la catástrofe se puso al frente del equipo de voluntarios y organizó el apoyo en las primeras horas de caos, cuando la población estaba desbordada. Puso en marcha los centros de información a los afectados, y de ahí pasó a dirigir a un equipo de personas especializado en gestión de catástrofes, que la ha llevado a colaborar en los terremotos de Turquía o  la guerra en Ucrania. Ahora, su organización Helferstab Katastrophenhilfe está recaudando fondos y enviando ayuda a las zonas afectadas por el temporal en la Comunitat Valenciana.

Una actuación similar a Valencia

A Missi Motown le cuesta creer que ambas catástrofes tengan tantos puntos en común. En el valle del Ahr hubo descoordinación entre las administraciones e incluso la autoridad local, Jürguen Pföhler, que era la responsable de declarar el estado de emergencia, no activó la alarma oficial de la catástrofe hasta más allá de las 23 horas, tres horas después de que los bomberos voluntarios de los pueblos ya hubiesen pasado a pedir a sus vecinos que no se metieran en sótanos y que protegieran sus casas. Y no solo eso. Tampoco en el caso de Alemania el líder local encargado de emitir la alarma estuvo al frente de la gestión. De hecho, los alcaldes de los pueblos lo intentaban localizar sin éxito, una situación paradójicamente similar a la que sucedió en Valencia con el president de la Generalitat, Carlos Mazón, que estuvo en una comida y se incorporó pasadas las 19 horas de la tarde a la reunión de coordinación. La comisión de investigación alemana subrayó que la gestión de la emergencia estuvo marcada por la tardanza, la falta de comunicación efectiva y la ausencia de responsables políticos.

Alemania no estaba entonces preparada para la gestión de un desbordamiento del río Ahr (afluente del Rin) de tal magnitud. No había planes de evacuación ni sistema de alarma ni la gente sabía dónde ir, y en los pequeños pueblecitos había casas e incluso colegios en zonas inundables. Los bomberos sí pasaron a avisar, pero aun así muchos vecinos se metieron a la cama a dormir. Les despertó el agua. 

Más de tres años después de lo que sucedió en su pueblo, Missi Motown ya no quiere escuchar hablar de las culpas de entonces, sino de la responsabilidad de cada uno para que un evento así no se lleve vidas por delante, ni en Valencia ni en Alemania ni en cualquier otra parte de Europa. «La pregunta es: ¿Qué aprendemos de esto? ¿Qué podemos hacer para prevenir y afrontar mejor estos eventos naturales? Y si ocurren, ¿cómo podemos llegar más rápidamente a donde realmente se necesita?», señala.

Desinformación

Uno de los principales problemas que Motown identifica es la desinformación. «Hay un ejemplo que a mí me parece de una magnitud brutal. Corrió el bulo de que se había roto una presa y venía otra inundación. Esto desató el pánico y llevó a la gente a refugiarse en los viñedos, que están en las zonas altas, presos del miedo a morir cuando ya habían perdido a familiares o conocidos», dice Missi Motown. También lamenta que en Valencia suceda lo mismo y reivindica a las autoridades una comunicación transparente, precisa y fluida para evitar el caos.

«Pudimos ver cómo las redes sociales y los canales informales ayudaban a esparcir rumores, y eso solo aumentaba la desconfianza hacia las autoridades —afirma Motown—. No se trataba solo de una lucha por el control de la información, sino de una batalla por la confianza. Cuando la gente siente que no tiene acceso a la verdad, comienza a creer en las mentiras que más le convienen». 

La desinformación no solo causa confusión inmediata, sino que tiene consecuencias a largo plazo. «El mayor error que se puede cometer es pensar que las víctimas de una catástrofe son solo estadísticas. No lo son. Son personas que están pasando por un dolor inmenso y necesitan respuestas claras», dice Motown.

En el valle del Ahr muchos vecinos se enfadaron porque las autoridades pospusieron la limpieza de los garajes, por ejemplo. «Como he aprendido durante estos tres años, las autoridades tenían en ese primer momento otras tareas más importantes. Debían proteger la vida y la integridad física de las personas y estaban ocupados solucionando las cosas básicas. Pero hubo un sentimiento de desamparo en mucha gente que lo perdió todo y sentía que las fuerzas oficiales no hacían nada, no ayudaban y que no les importaba nuestra situación en absoluto. Por supuesto que eso no era cierto», expone Motown. Pero ella cree que, si no se comunica bien el porqué de las decisiones, se propicia que se crispe el ambiente y se prepare un terreno donde aflora después el extremismo.

La gestión de la crisis

Una lección fundamental es que la respuesta a la crisis no debe depender exclusivamente de voluntarios, políticos o militares, sino de técnicos cualificados que puedan indicar cómo gestionar de manera eficiente los recursos y la información en situaciones de emergencia y que puedan proveer propuestas alejadas de la disputa política. Tras la riada de Alemania, un grupo de técnicos de distintos perfiles asesoró en las políticas públicas. De ese grupo formó parte el profesor Jorn Birkmann, que forma parte del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Valencia, tras la Dana, se enfrenta a desafíos similares que Birkmann conoce de primera mano. El experto recalca la importancia de no limitarse a «reconstruir como antes». «Los técnicos son los que realmente pueden hacer la diferencia. Se necesita a expertos en logística, en gestión de emergencias y en análisis de riesgos para evitar que una catástrofe se convierta en un fracaso a nivel de coordinación», reclama.

El profesor Jorn Birkmann insiste en que el conocimiento científico y técnico es fundamental para comprender cómo actuar de manera eficiente en un contexto de crisis: «Hay que hacer un análisis previo de la vulnerabilidad de las áreas afectadas y cómo mitigar los riesgos. Esto no se hace de manera improvisada, sino que requiere estudios detallados y actualizados sobre el terreno. Además, dice, «la ciencia es un factor neutral que puede ayudar a reducir las tensiones que se dan tras un evento extremo».

Reconstrucción y resiliencia

El proceso de reconstrucción sigue siendo largo y lleno de desafíos. En Alemania se aprobó un plan para destinar treinta mil millones de euros a la zona. Pero el desafío no es solo restaurar las casas o las empresas, sino reconstruir la estructura social y emocional del valle. «Las personas necesitan perspectiva para seguir adelante. No es solo una cuestión de reconstruir viviendas, sino también de mantener una red de apoyo emocional, una familia, un trabajo, amigos, una rutina que permita recuperar la esperanza», explica Missi Motown.

Por su parte, el profesor Jorg Birkmann hace hincapié en la importancia de la planificación a largo plazo: «La resiliencia no se construye de la noche a la mañana. Requiere que las comunidades se adapten, que las infraestructuras sean más robustas y que la población esté educada sobre los riesgos que enfrentan». En este sentido, el valle del Ahr ha avanzado en la reconstrucción, pero aún enfrenta retos, como la resistencia, por ejemplo, a reconstruir hogares en zonas más seguras. 

En la Comunitat Valenciana, el profesor alemán asegura que los pueblos ubicados en el cauce de ríos pequeños o barrancos, que normalmente están secos, deberían considerar que las casas estén un poco alejadas de estos ríos, y sobre todo que infraestructuras críticas o sensibles no se construyan cerca de un río que puede inundarse. En Alemania, se prepararon pautas para modificar los puentes para la reubicación de infraestructuras sensibles y críticas; por ejemplo, se trasladó una escuela con cien niños pequeños discapacitados, porque estaba cerca del río y la escuela tenía solo un piso, de modo que la evacuación era imposible. Esas propuestas, dice Birkmann, se tienen que hacer también en Valencia basándose en recomendaciones científicas.

La reconstrucción ha sido y es un proceso largo y complicado, marcado por diferencias políticas y sociales. Missi Motown explica que en el valle del Ahr existen propuestas para cambiar el paisaje urbano y construir infraestructuras como represas para prevenir futuras inundaciones, pero hay resistencias por parte de los ciudadanos, que no siempre están dispuestos a adaptar sus hogares o aceptar nuevas normativas.

En esa línea, Birkmann apunta que la destrucción de edificios es una pérdida terrible, pero puede también presentar la oportunidad de mejorar las estructuras. «El problema es que, a través de los seguros, normalmente solo se recibe el valor de lo que se tenía antes de la catástrofe. Este es un desafío considerable. Creo que sería útil que el Gobierno central en España proporcionase fondos para mejorar los edificios, en lugar de limitarse a compensar los daños», reclama este experto.

Desde su experiencia, Motown recalca que la verdadera adaptación también está en manos de cada uno y que el éxito depende de todos: «Al principio, mucha gente quería reconstruir sus casas tal y como estaban antes de la catástrofe, sin aprender nada de lo ocurrido. Pero, ahora, muchos han cambiado su mentalidad y están dispuestos a vivir de manera más sostenible, por ejemplo, usando energías renovables y construyendo casas más resistentes a las inundaciones». Este es un aprendizaje clave que debería aplicarse también a otras regiones afectadas por desastres naturales, como Valencia.

¿Una tierra de futuro?

Motown es optimista por naturaleza. Pese a que muchos de los vecinos del valle del Ahr se quejan de que, con el paso del tiempo, las administraciones se han olvidado de ellos, la impulsora de la organización de ayuda confía en que «dentro de cinco o diez años el valle del Ahr será uno de los valles más modernos de Europa, simplemente porque la gran destrucción nos lleva a la otra cara de la moneda». «Todo hay que rehacerlo, no queda otra opción. Somos una zona turística, una región vitivinícola y tenemos muchos restaurantes, hoteles que, ahora, están en camino de florecer nuevamente de una manera muy actualizada y muy moderna», confía ella.

Missi Motown ve al valle como un ave fénix resurgiendo de las cenizas, «con mucho esfuerzo, con residentes que han luchado para abrirse camino a través de él y que están apegados a su tierra y tienen una historia que contar».

La pregunta ahora es si se puede esperar lo mismo en los pueblos de la provincia de Valencia. Y eso, dice, dependerá de muchas cosas, quizá la más importante, la ayuda económica. Para empezar, la zona afectada en las inundaciones de Valencia es mucho más grande, con mucha mayor población y un amplio y dañado tejido industrial. «La inversión y el apoyo deberá ser enorme si lo que se pretende es que la gente siga teniendo trabajo y una vida segura y digna», dice la afectada. Una de las claves en las que se debe trabajar desde ya es en garantizar que durante los próximos años las personas afectadas tengan acceso y comunicación con los políticos. «No se les puede dar la sensación de que están solos. Es crucial mantener el sentimiento de unidad para superar esta catástrofe increíblemente difícil de la manera más positiva posible», dice Missi Motown. Con ayuda, apoyo y tiempo, Missi Motown confía en que se pueda salir adelante. Y pone, además, a disposición su experiencia y la de su organización para ayudar a los valencianos en lo que pueda.  

* Este artículo se publicó originalmente en el número 122 (diciembre 2024) de la revista Plaza

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