Como advirtió recientemente el FMI, el mundo está en una encrucijada muy compleja. Es difícil que no tengamos a nadie cercano que no haya sido golpeado por esta terrible crisis que está poniendo de manifiesto lo mejor y lo peor de nosotros, como personas y como país.
Aunque no queramos, muchas cosas van a cambiar a partir de ahora, y como suele pasar, podemos aprovecharlas para mejorar nuestras fortalezas o repetir nuestros errores. Por ello es necesario un análisis de nuestra situación actual, para tener los dos puntos del vector, saber dónde estamos y hacia dónde queremos ir.
Lo primero es que todos los sectores van a tener que reinventarse de alguna forma. Por ejemplo, el turismo, uno de los activos más relevantes en Alicante, debe enfocarse en diferentes direcciones, hacia un turismo menos masificado, estrechando vínculos con otros sectores, como la agricultura, la enología, el deporte y la salud, etc. El comercio también va a tener un punto de inflexión, y en el caso de la industria debería aprovechar la ocasión para recuperar sectores que se habían deslocalizado. La inversión en la industria y en I+D+i es básica en estos momentos, cada euro invertido en investigación se devuelve con creces.
Pero volviendo al principio, es relevante estudiar cómo hemos llegado aquí, y evaluar la gestión realizada. Tenemos dos crisis superpuestas, la sanitaria inicialmente, y la económica, con muchos vasos comunicantes.
El objeto de estas líneas es la gestión de la crisis económica, pero no podemos obviar la crisis sanitaria, que se ha gestionado de la peor manera y se ha salvado hasta ahora gracias a la heroicidad de nuestros profesionales médicos, de enfermería, auxiliares, personal de limpieza, transporte, militares, etc. Algo se ha hecho muy mal cuando somos el país con más muertos entre sanitarios. ¿Y la económica? Mas de un tercio de las pymes han aplicado ERTE, y casi un 17 % han cesado su actividad. Una guerra habría sido menos devastadora. Por ejemplo, un sector vital para Alicante, como es la hostelería ha perdido casi la mitad de su negocio y 5 puntos de PIB.
En cuanto a las medidas tomadas hay que evidenciar una falta de previsión casi crónica. Si como explicó Funcas, se hubiese actuado a tiempo en la primera ola, los contagios se hubieran reducido en un 62 %, y como país nos habríamos ahorrado alrededor de 140.000 millones de euros, un cálculo que asombrosamente nadie ha realizado todavía, y que tendrá que financiarse con mayor deuda, que la terminaremos pagando todos.
Esto es el pasado, y ahora necesitamos planificar y gestionar el futuro, que depende fundamentalmente de la vacuna, porque la recuperación se sostiene en este punto, usando todos los medios disponibles, desde los servicios médicos de empresas, mutuas, sanitarios jubilados, militares, … Si no aumentamos el ritmo de vacunación, no se recuperará la confianza y no habrá solución al turismo, a las compras en comercios, etc. ¿En que estaban pensando nuestros dirigentes cuando se sabía desde el verano que en estas fechas tendríamos ya las vacunas? Que las vacunas las compre la UE no es excusa, ya que se debería de haber previsto un plan de contingencia, que evidentemente no existe. Deberíamos conocer ya cuándo y cómo se van a poner las vacunas.
Mientras tanto, una medida muy efectiva es la reducción y eliminación de impuestos, facilitando conservar liquidez y presentando un eficaz plan de apoyo progresivo a las pymes y autónomos. El llenar de deuda el país y aumentar impuestos nos va a hacer retroceder varias décadas y poner en peligro la recuperación.
La política monetaria no es efectiva en estas situaciones, y afortunadamente está en Bruselas. La solución más inmediata y práctica es actuar con políticas fiscales, de reducción y eliminación de impuestos hasta que la actividad se empiece a recuperar. Una empresa cerrada es una empresa que no va a tributar más, y lo que hay que pensar es en ayudar no en poner más cargas como las tasas previstas.
Por último, es vital que los fondos europeos que se esperan se gestionen con criterios de eficiencia y no políticos, y se destinen a aquellas empresas y sectores que sean viables, ya que las empresas precisan que se les ayude a crear riqueza, no a subvencionarlas sin más.
Es un punto importantísimo en el que debemos insistir junto a la recomendación del BdE al Gobierno de reformas ambiciosas y un plan de ajustes post covid-19 que sirva para compensar la caída de PIB. Por ejemplo, el propio BdE calcula que aproximadamente un 8 % de empresas son zombis, sobreviven alargando plazos y por el entorno de tipos de interés, pero pensemos que pasará si suben los intereses ¿Qué solución se ha propuesto para este problema? Es un detalle que nos debe hacer reflexionar sobre la importancia de gestionar adecuadamente las ayudas.
Debemos dar ayudas a aquellas empresas que aseguren su futuro y continuidad y no a las que ya venían con dificultades y aprovechan la situación para obtener capital, pero que no tienen ninguna viabilidad. El dinero ha de destinarse a empresas con rentabilidad y liquidez suficiente para seguir invirtiendo.
De igual manera, que las ayudas no sirvan, ni para salvar deuda pública ni para enmascarar expropiaciones de empresas encubiertas, sobre todo de empresas solventes y de sectores esenciales.
Tenemos sectores que van a sufrir un shock, pero hay ahorro acumulado y ahí es donde el gasto público puede ser muy efectivo, ayudando a impulsar adecuadamente un sector, o totalmente ineficaz si se aplica con criterios no económicos. Sería interesante conocer ya el Comité que va a decidir el reparto de estos enormes fondos europeos, porque las inyecciones económicas por si solas no funcionan, necesitan la participación público-privada, sino volveremos a cavar zanjas y rellenarlas sin crear valor añadido.
En resumen, las empresas deben repasar sus planes estratégicos, reorientarlos, intentar recuperar industrias que se habían deslocalizado y empezar a exigir a nuestros políticos la misma responsabilidad que a cualquier gestor privado como mínimo. Porque la crisis económica y de deuda de la segunda mitad de este año puede ser tan devastadora como la sanitaria. Como siempre, confiemos en la enorme capacidad de adaptación de nuestros empresarios y emprendedores, y en la experiencia acumulada que sin duda nos ayudará en estos próximos meses que esperemos se inicie la recuperación.
Juan José Sellés es presidente de Unión Empresarial de la Provincia de Alicante
José Antorio Trigueros es director del Observatorio Económico de Alicante