Dos de los referentes de la innovación valenciana, Ángela Pérez e Íker Marcaide, conversan sobre la situación de València en el ecosistema emprendedor y los retos futuros para posicionarse como un verdadero hub tecnológico
VALÈNCIA. Antes de sentarnos a hablar en una de las oficinas del Barrio La Pinada (Paterna), les digo a Ángela Pérez, vicepresidenta de desarrollo de negocio de Health in Code y presidenta de Bioval, y a Íker Marcaide, presidente y fundador de Zubi Group, que no participan en representación más que de sí mismos. En tiempos de confusión, conviene acercarse a personas cuyo criterio merece ser tenido en consideración porque hay una trayectoria detrás que los avala, en la que confluyen éxitos profesionales, innovación científico-tecnológica y sensibilidad social. Empezamos.
— Se acaba la época de los tipos de interés bajos, se dispara la inflación, desafíos geoestratégicos... ¿cuáles serán las claves para navegar este 2023?
— Ángela Pérez. Las circunstancias y el entorno no son los que nos gustarían, pero la Ciencia sigue evolucionando; hay avances que siguen siendo necesarios llevar a la sociedad y muchos grupos interesados en hacerlo. Me gusta ser optimista, siempre queda un remanente de emprendimiento, no he detectado menos proyectos o gente más precavida.
— Íker Marcaide. Veo un punto de inflexión. Según con qué sector hables, percibes un enfoque más continuista o casi un punto y aparte y siguiente párrafo. El entorno macro, con inflación y subida de tipos de interés, cambia bastante las reglas de juego en muchos ámbitos, porque cuando el nivel del agua baja empiezas a ver tu iceberg en mayor extensión. Cuando todo es fantástico no tienes esos momentos de reflexión profunda, que te permiten dar un paso atrás para moverte dos adelante más rápido. Y eso tiene que ver también con la oportunidad: las reglas de juego cambian en cuanto a qué tipo de proyectos se pueden montar o tienen más sentido. Yo, de hecho, fundé Peertransfer en 2009, en plena crisis.
— Estáis en una posición inversora. Uno de los interrogantes este año es cómo se comportará la inversión.
— Íker Marcaide. En entornos donde uno de los retos es la asequibilidad, la inflación, aquellos modelos de negocio que permiten ahorrar dinero, mejorar eficiencias, tienen unos puntos extra. El Informe de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial considera el coste de vida como la mayor amenaza en los próximos dos años, mientras que, a diez años vista, dominan los aspectos medioambientales. Esto encaja bastante con lo que estamos haciendo en Zubi, donde tenemos el reto medioambiental omnipresente. Está demostrado que, si se genera cohesión social, se evita el conflicto y no hay que olvidar que, como proyectos, como empresa, somos parte de la sociedad.
— El CEO de un proveedor del automóvil me decía que prefiere los tiempos de incertidumbre, porque las pymes pueden competir mejor con las grandes. En tiempos de estabilidad, éstas pasan el rodillo más fácilmente.
— Ángela Pérez. Surgen oportunidades. Yo también he fundado empresas en momentos en los que el entorno no era el más beneficioso. A los proyectos que han de sobrevivir, la crisis incluso les beneficia. Ocurre como en la evolución de las especies: es conveniente que vengan momentos adversos para que las empresas o los proyectos que están mejor construidos y tienen mejor visión sigan adelante. Nuestra misión es conseguir que esos proyectos sean los más cercanos a nosotros, ayudar a que sean los nuestros.
— Habéis desarrollado vuestras empresas durante años, teniendo que lidiar con la realidad del entorno de la Comunitat Valenciana y España: Administración, inversores, cultura de la sociedad, normativa… ¿qué es lo mejor y lo peor de esa experiencia?
— Ángela Pérez. En el aspecto positivo diría que, respecto a cuando empecé como emprendedora en 1998, la diferencia es abismal. No tenías un lugar donde constituir tu proyecto, los emprendedores estaban mal vistos y no te podías asociar a un profesor de la Universidad, porque eso de que tuvieran ánimo de lucro era una vergüenza. Ya me gustaría decir que las administraciones se dieron cuenta de que era necesario y nos pusieron la alfombra roja. No es cierto. Fuimos nosotros los que empujamos para que eso ocurriera. La parte peor es que, en algunas ocasiones, los proyectos de emprendimiento se ven afectados por condicionantes políticos, y no debería ser así.
—En año electoral uno no sabe si debe moverse o esperar.
—Ángela Pérez. A veces es peor. Y, junto a eso, el corsé de la Administración: deberíamos ser infinitamente más sensibles al tema de licencias, permisos y de que no todo vale. Emprender ya es lo suficientemente difícil.
—Íker Marcaide. En mi caso, lo mejor es el talento y compromiso de las personas. Estoy muy orgulloso del equipo de Zubi, pero también de gente con la que te cruzas, a veces clientes, a veces personas de las administraciones, que son las que están empujando. Ese inconformismo con la situación actual, ese querer evolucionarla y mejorarla es lo que mueve al mundo. Lo peor, aun siendo un convencido de la colaboración público-privada, es que a veces las palabras hay que acompañarlas más con hechos. El proyecto de Barrio La Pinada, que iniciamos en 2017, ha sido elegido por Europa como pionero en la lucha contra el cambio climático. Estamos trabajando con ideas muy disruptivas y rompedoras desde el principio. Posiblemente, en otras partes del mundo el proyecto ya existiría, se habría replicado y habría ido a una velocidad totalmente distinta. Paterna podría agilizar los procesos para que se haga realidad esta iniciativa que, además de poner al municipio en el foco internacional, contribuye a la consecución de los objetivos marcados por la Agenda Urbana Española.
—En una encuesta se ha preguntado a la población europea sobre si percibía que la cultura de su país era superior a la de otros. España tenía el porcentaje más bajo: 20%, frente al 69% de Rusia. Íker ha comentado en alguna ocasión que nos infravaloramos, y esto lo demostraría, pero también es cierto que a veces nos falta luchar por entrar en los grandes asuntos.
—Íker Marcaide. Si me hubieras preguntado en 2010, cuando volví de EE. UU., te habría contestado que aquí falta ambición y pensamiento global. Eso con el tiempo ha ido cambiando. Empiezas a conocer otros proyectos, emprendedores, y ahora diría que desde València se pueden montar proyectos ambiciosos globales si estás conectado con el mundo: con los foros, los eventos, los encuentros, las empresas. Hay proyectos que se conocen más fuera que en la propia València.
«Los proyectos innovadores no son de un partido u otro, deben tener continuidad, estabilidad y salir adelante, porque son buenos para la región y el país»
— Ángela Pérez. En una reunión reciente en Adeit, Damià Tormo dijo que ya era posible crear un avatar y programar una rutina para que lea papers. La inteligencia artificial y la tecnología están avanzando tan rápido, que dentro de poco podrás investigar de forma automatizada. Local, nacional o mundialmente debemos ser capaces de asumir que esto está ocurriendo y va a ocurrir, y no engañarnos a nosotros mismos para quedarnos en nuestra zona de confort. Desafortunadamente, no somos quien lo ha inventado, pero somos muy capaces, si tenemos ambición suficiente, de adoptar esas tecnologías en nuestros modelos de negocio y proyectos.
— En conversaciones recientes con directivos de The Next Web, Techstars, Collide, que fomentan el emprendimiento y quieren conectar con València, la visión es la misma: esto de ser global ya no significa ser una gran multinacional, sino ser fuerte localmente y conectar.
— Íker Marcaide. Se trata de analizar cómo aprovechas las oportunidades y cómo las priorizas. Hay mucho ruido alrededor de cosas nuevas que se están haciendo en tecnología. No las puedes aprovechar todas, debes decidir en cada momento qué tiene sentido. Los periodos de cambio son tiempos de oportunidad para esos nuevos proyectos ágiles y dinámicos, que pueden evolucionar, que ven el pasado como allí de donde vengo y no como algo que me condiciona.
— Hablando de conectar, una de las redes que nos falta por desarrollar es la que nos une con gente potente que está en la vanguardia científico-tecnológica: Pablo Jarillo en física cuántica; Eduardo Castelló, en robótica de enjambre; José Carmena en neurociencia; Javier García y Avelino Corma en química…
— Ángela Pérez. Últimamente, se habla mucho del problema de la captación y retención del talento. Hubo un momento en que decidí centrarme en la retención, porque en València el diagnóstico genético constituye un polo y sin duda tenemos una cantera fantástica. Cuando empiezas a escarbar y a conectarte, descubres que cerca de ti hay personas espectaculares. Probablemente no nos conectamos todavía suficientemente bien.
— Íker Marcaide. El Biohub podría ser un ejemplo de elemento aglutinador. Esos mecanismos articuladores del ecosistema permiten también hacer de puente para dar el salto a nivel internacional. Es cierta esa diáspora de gente que se siente un poco desangelada, desconectada del territorio, a la que le gustaría contribuir de alguna manera, que están en tecnologías de vanguardia… cuando alguien que pasa por Zubi tiene de repente una oportunidad fantástica en otra parte del mundo, una vez paso el periodo de duelo por el talento perdido, lo veo como una oportunidad para vincularnos y crear esa red con alguien que siempre va a tener a València en su corazón. Ese efecto boomerang es parte de un ecosistema que no solo está conectado a nivel de empresas, sino con una movilidad del talento.
— Habladme de los desafíos en la Comunitat. ¿Dónde deberíamos poner el acento pensando de forma estratégica?
— Íker Marcaide. Yo lo vinculo con las temáticas globales, somos parte de una cosa más amplia. Hablamos de inclusión social, de cohesión social, de asequibilidad, esa es un poco la base sobre lo que construir todo lo demás. En el lado medioambiental: descarbonización y economía circular. En la Comunitat Valenciana, en todo este espacio bio, health, más allá del trabajo que está haciendo Health in Code y todo ese ecosistema fantástico, hay mucha masa crítica, así como en la parte del wellbeing vinculado al lifestyle, en salud, València ha sido elegida como ciudad verde, el cambio de lo correctivo a lo preventivo… También hay masa crítica en impacto social, sostenibilidad, nosotros hemos invertido en Climate Trade, está Social Nest, Go Hub. Me parece fascinante cuando me cruzo con un sector y descubro, por ejemplo, que MaxLinear está haciendo cosas estupendas, y no lo sabía.
«La competitividad de un país depende tanto del sector privado como del público»
—Ángela Pérez. La esperanza de vida aumenta y el sistema sanitario tiene sus límites, el paradigma de la medicina debe cambiar. Todavía estamos buscando democratizar los tratamientos para cada clúster de personas en la dosis adecuada, lo que pasa necesariamente por conocer un poco más acerca de nuestro ADN. Es caro todavía por una cuestión de patentes y de gigantes tecnológicos, pero eso va a cambiar muy pronto. Nos llega el siguiente reto, que es la medicina personalizada: quiero vivir cien años, pero no a cualquier costa, hay que aprovechar todo el conocimiento posible y tratar nuestra salud de forma proactiva y no reactiva.
— Ante estos cambios que se avecinan uno puede pensar: estemos preparados para comprar tecnología de terceros, o para generar conocimiento aquí, o para atraer inversión.
— Ángela Pérez. La pregunta es si nosotros localmente nos hacemos eco de estos trendings mundiales, si tenemos interés por esto. Para mí, una demostración de que somos sensibles y además queremos hacer algo proactivo es: tenemos un espacio singular, una ciudad singular, vamos a coger esos edificios ruinosos que recibimos de la Copa América y montamos verticales en trendings mundiales. Qué cosa tan sencilla y difícil a la vez. Movilidad y energía, sostenibilidad, biotecnología, emprendimiento…
— Íker Marcaide. Un ecosistema…
— Un lugar de encuentro…
— Ángela Pérez. Y además, es toda una declaración de intenciones.
— Íker Marcaide. La terminal de la Marina de València podría ser un primer paso en ese sentido. No está verticalizada, pero pensamos que puede ser un elemento aglutinador del ecosistema y un dinamizador.
— Ángela Pérez. Pero, claro, BioHub, la vertical de biotecnología, es un proyecto concebido hace seis años. Seis años de peleas y todavía no está todo resuelto. La terminal, lo mismo. Ya no digo subvención, ni siquiera financiación, pedimos que no nos paren los proyectos, preferimos que nos dejen trabajar a que nos den dinero.
— Íker Marcaide. Pienso en València como en el tercer hub de España, relevante a nivel europeo, pero más que pensar en que sea el más grande, deberíamos aspirar a que fuera el mejor articulado, el mejor conectado. El tamaño tiene sus ventajas e inconvenientes, creo que se trata de aprovechar y construir sobre la masa crítica existente…
— Israel…
— Íker Marcaide. Israel es el extremo, el paradigma de cómo nacer de puertas hacia afuera. Incluso diría que Portugal. Desde el lado familiar, en el colegio vemos el atractivo de València por la entrada de familias internacionales. Hace veinte años su decisión estaría relacionada con el hecho de trabajar en una empresa de aquí, pero ahora es: «trabajo desde València en mi empresa, que está en otra parte del mundo, porque me parece un sitio agradable». No solo hay potencial de articulación con los españoles que están en el extranjero, sino también con toda esta gente que está físicamente aquí.
— Los científicos suelen decir que la Ciencia no está en el debate público porque no da votos y es verdad. Decidme qué echáis en falta en el debate público, no solo político, sino también cuando se manifiesta la sociedad civil.
— Íker Marcaide. Ángela hacía una referencia clave: los proyectos no son de un partido o de otro, deben tener continuidad porque es bueno para la región y el país. Da igual quién esté, deben tener estabilidad y salir adelante.
— Ángela Pérez. Hace poco celebramos la Nit Biotech. Se nos ocurrió subir al escenario ocho propuestas de valor en las que retábamos a una serie de científicos e investigadores con proyectos empresariales a contar, en dos minutos, qué estaban haciendo de una forma perfectamente entendible. La moraleja es que tenemos que buscar la manera de que la sociedad comprenda aquello en lo que estamos trabajando. A veces tiene que llegar una pandemia para que la gente se dé cuenta de la importancia de la Ciencia.
— En la ciencia está mal vista la figura del divulgador, es ese científico que no ha llegado a nada…
— Ángela Pérez. Cómo somos…
— Íker Marcaide. Sí, es como diferenciar entre el supermúsico con gran talento y el que enseña a otros, que es el no exitoso. Quizás el papel de enseñar es fundamental para inspirar a los nuevos talentos. He llegado a la conclusión de que para la competitividad de un país dependes tanto de la competitividad del tejido privado como de la competitividad del sector público. Mirando hacia atrás, la crisis de 2008 quizás fue la oportunidad perdida de una reingeniería de la Administración. En cuanto a la atracción de talento, escuchas anécdotas sobre las dificultades para sacar un NIE…
— Másters en el MIT que no se convalidan…
— Íker Marcaide. La oportunidad como territorio estaría, por un lado, en el fast tracking de proyectos prioritarios, de forma ambiciosa, y en que eso sirva casi de piloto para hacer una reingeniería de procesos para cosas que son importantes. Hay cosas atascadas en la normativa que nunca se han puesto en el spotlight y, al final, son un lastre para la competitividad de nuestros proyectos.
— Y no solo más colaboración público-privada, sino también entre sectores, hay que diseñar la estrategia con un concepto de plataforma, pensar en cómo conectas retail, salud, educación, turismo…
— Íker Marcaide. Hay una confluencia de sectores clara. Invertimos en la empresa seniors de cuidado de personas mayores y todo el ecosistema de soluciones alrededor de ello. Cuando uno piensa en wellbeing, no solo incluye a nuestros padres, sino a nosotros también, porque nos beneficiamos de que ellos tienen una solución. Todo está muy hilado, la parte preventiva con la correctiva, hay una confluencia de sectores muy importante y posiblemente esos espacios de intersección son los que crean las grandes oportunidades.
* Este artículo se publicó originalmente en el número 102 (abril 2023) de la revista Plaza