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Antropología Industrial 

DIY

A mediados del siglo xx, surgió una tendencia a volver a hacer las cosas uno mismo, y así nació todo un sector dedicado al Hágaselo usted mismo (Do It Yourself), que solo en EEUU superó los seiscientos mil millones de dólares en 2022, con un crecimiento del 4% anual

| 17/02/2024 | 3 min, 35 seg

VALÈNCIA. Durante cientos de miles de años, incluso millones, los seres humanos y sus directos antepasados del género homo estuvieron trabajando diaria e incansablemente por su supervivencia, y la mejor demostración de ello es que nosotros estamos aquí y ahora. Durante ese tiempo, cada individuo, incluso dentro de un grupo organizado, realizaba por sí mismo casi todas las tareas necesarias para sobrevivir, como cazar, recolectar o construir refugios, pero también la imprescindible construcción de herramientas necesarias para llevar a cabo todo lo anterior. 

 Esto fue así hasta que se desarrolló el comercio, la revolución agrícola y la aparición de las ciudades. A partir de ese momento, surge la división del trabajo y la especialización que va acelerándose con el paso del tiempo y el progreso tecnológico. Nuestras sociedades actuales son muy sofisticadas y eso es porque nuestro abanico de trabajos y servicios es más amplio que nunca. Parecía que hacerse las cosas uno mismo era cosa del lejano pasado y que hoy es mejor recurrir a los productos o servicios de quienes mejor los realizan, que raramente somos nosotros. Y sin embargo, la realidad es tozuda y los viejos hábitos nunca desaparecen.

En paralelo con el salto tecnológico posterior a la revolución industrial y, especialmente, con la producción masiva de mediados del siglo XX, empieza a aparecer una tendencia a volver a la independencia —e incluso el placer— de hacerse las cosas uno mismo. A menudo por ahorrarse costes, en otros casos por disponer de autonomía o por no existir proveedores y, en otros casos por una ideología anarquista o individualista, comenzó a crecer la demanda de herramientas y materiales para que cada cual pudiera iniciar sus proyectos de construcción, normalmente relacionados con aficiones o mejoras del hogar. 

"Sin darnos cuenta, quienes creíamos que éramos los jefes, por ser quienes pagábamos, nos vemos convertidos en clientes orquesta: compradores, productores, vendedores, cobradores y montadores"

Así que nació todo un sector dedicado al Hágaselo usted mismo o por sus siglas en inglés DIY (Do It Yourself). Los habitantes de ciudades y urbanizaciones periféricas podían dedicarse ellos mismos a la jardinería, la fontanería, la carpintería como un lego, la construcción y la informática y todo ese mundo que tan bien definió en su momento la palabra francesa bricolage, que significa arreglar, remendar, desmontar y volver a montar.

La cultura se empapó de esta corriente y, pronto, los media se llenaron de programas y artículos dedicados al brico-todo. Incluyendo satisfyers. Y la cosa no solo definió nuestra época a nivel global, sino que supuso un inmenso negocio que solo en EEUU superó los seiscientos mil millones de dólares en 2022, con un crecimiento del 4% anual.

Pero, como escribió Oscar Wilde, los dioses para castigarnos hacen realidad nuestros deseos. Y esto está ocurriendo con el movimiento DIY. De repente, nos vemos a nosotros mismos comprando y siendo nuestros propios vendedores, como ocurre en el comercio electrónico. O yendo al supermercado, a la gasolinera o a la más moderna tienda de ropa y nos encontramos que somos nuestros propios cajeros, suministradores y embaladores. El Hágaselo usted mismo se extiende no ya a la tarea —alguna vez gratificante— de montar un mueble o plantar dos macetas, sino que sin darnos cuenta, quienes creíamos que éramos los jefes, por ser quienes pagábamos, nos vemos convertidos en clientes orquesta: compradores, productores, vendedores, cobradores y montadores.

Y si algo sale mal siempre nos quedará una web o un teléfono, donde deberemos escuchar una grabación durante minutos para que, a modo de escarnio, nos informen de nuestros supuestos derechos y donde nosotros mismos deberemos gestionar nuestros problemas y solucionarlos como nuestra paciencia y nuestro entender alcancen. Ustedes mismos. 

* Este artículo se publicó originalmente en el número 112 (febrero 2024) de la revista Plaza

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