València despide 2022 y, con él, acaba el sueño de ser Capital Mundial del Diseño. En el camino, han surgido proyectos como el Consell del Disseny, aunque también quedan cuentas pendientes con el Centro del Diseño y el futuro del Ágora
VALÈNCIA. La gran fiesta del diseño valenciano dice adiós. Fue con la última campanada del 31 de diciembre de 2022 que, como si de la Cenicienta se tratara, València se tuvo que desprender del vestido que ha habitado durante un año, el de Capital Mundial del Diseño. La ciudad se convertía, hace doce meses, en el epicentro internacional del sector tras haber sido seleccionada por la World Design Organization (WDO), una entidad de ámbito privado que, desde el año 2008 —y cada dos años—, selecciona a una ciudad para llevar la bandera del diseño mundial; un sello que tenía por objetivo poner al sector de nuevo en el centro de la conversación local y dirigir el foco hacia los profesionales valencianos. Sus impulsores defendieron desde su puesta en marcha que el proyecto no era flor de un día, quizá atemorizados por que el evento pudiera recordar a fastos del pasado. Un año después, pues, toca hacer balance y comprobar si la carroza se convierte o no en calabaza. València ya no es Capital Mundial del Diseño, ¿y ahora qué?
Antes de caminar por el presente y el futuro, hacemos una excursión al pasado: «¿Si Ciudad de México es Capital Mundial del Diseño, por qué no tiene que ser mi ciudad?». Esta fue la pregunta que, en 2016, encendió una mecha que, como buenos valencianos, acabó en mascletà. La cuestión la formuló Vicente Pons, director comercial de la centenaria empresa Point, cuando visitaba una feria del mueble en el país centroamericano. Allí comenzó a tomar forma un proyecto que se marcó, como primer objetivo, ser impulsado desde el sector profesional, un sueño al que pronto se subieron empresas como Actiu o Andreu World y un apoyo clave: La Marina de València. Y es que, si bien, querían ser una candidatura hecha desde el sector, lo cierto es que era imposible que saliera adelante sin el apoyo de las instituciones públicas, quienes acabaron apoyando la candidatura —comunicativa y económicamente—, una unión que quedó reflejada en un acto de presentación en La Base de La Marina en diciembre de 2018. Casi un año después, en septiembre de 2019, llegó el Día D: la WDO anunció a València como Capital Mundial del Diseño para 2022, venciendo a su rival (Bangalore, India) y uniéndose a un club que suma ciudades como Turín, Helsinki o Taipei. A partir de ahí, champán, abrazos, euforia y un camino que no fue sencillo.
Si bien todavía quedaban dos años para ostentar el título, la pandemia de 2020 fue el primer gran reto para los organizadores de la Capitalidad, que veían cómo la ciudad francesa de Lille, elegida en ese año, cancelaba sus planes. El proyecto valenciano tuvo que repensarse ante un mundo de calles vacías, mascarillas, distancia de seguridad y una palabra que resonaba —y, por estos y otros motivos, lo sigue haciendo— en todas partes: incertidumbre. Lo hizo con una primera campaña que les situó en el mapa y reenfocó el objetivo, poniendo más atención al bienestar en el proyecto. El complejo contexto, sin embargo, tuvo un efecto directo en su financiación. Si bien desde la organización se subrayó desde su nacimiento la importancia de aflorar desde el ámbito profesional y se marcó como objetivo financiarse de manera equitativa entre la aportación pública y privada, el balance final muestra unas cuentas bien distintas a las soñadas. Así, el proyecto se ha sustentado con un presupuesto de 4,5 millones de euros de aportación directa desde la Generalitat y el Ayuntamiento de València —una cifra que crecería con aportaciones extra para proyectos como la construcción del Ágora o demás inyecciones— frente a apenas medio millón de las empresas, un bajo interés que achacan los organizadores a los efectos de la pandemia y la actual coyuntura.
Semanas después de la elección de València llegaban más buenas noticias para el sector. La nueva convocatoria de Premios Nacionales del Diseño dejaba dos trofeos que mucho tenían que ver con el proyecto: el primero, para la empresa Point, una de las grandes impulsoras de la candidatura; y el segundo, para la diseñadora Marisa Gallén, que sería designada presidenta de la asociación València Capital Mundial del Diseño. Estos reconocimientos, concedidos por el Ministerio de Ciencia e Innovación, suponían un espaldarazo para el futuro de València como epicentro del sector a nivel nacional y, también, un homenaje a la tradición y trabajo que se viene haciendo desde hace décadas. Así, en el primer caso, el jurado destacaba el trabajo de Point a la hora de interconectar artesanía y tradición con diseño e innovación, mientras que en el segundo se subrayaba el rol de Gallén en el mítico colectivo La Nave, «que supuso una revolución en el mundo del diseño», un punto de encuentro de diseñadores que fue clave para la modernización de València, rompiendo con la sombra de la dictadura. De este colectivo formaron parte, entre otros, Dani Nebot, Paco Bascuñán o Nacho Lavernia.
* Lea el artículo íntegramente en el número 99 (enero 2023) de la revista Plaza