Si alguien pregunta quién es la persona con la que el jefe del Consell sabe que puede contar para todo, las miradas irían hacia el actual conseller de Hacienda, al que la socialdemocracia le asaltó desde la cuna
VALÈNCIA. Cuando un presidente de cualquier gobierno se pone a configurar su ejecutivo, los primeros nombres que aparecen son los de su entera confianza. Coaliciones mediante, esas personas se ubican en cargos de máxima confianza o en los ministerios o consellerias más importantes y decisivos. Si miramos a Madrid, en concreto hacia la avenida Puerta de Hierro, s/n —donde se encuentra La Moncloa—, se puede deducir que Félix Bolaños y Nadia Calviño lo son para Pedro Sánchez (hasta que decida que no, claro). Y en clave valenciana, Arcadi España sería ese nombre de referencia, de extraordinaria confianza para Ximo Puig, más allá de Andreu Ferrer, secretario autonómico de Presidencia.
No se trata de jugar a futurólogo con las posibilidades que pueda tener España en la línea de sucesión socialista. Además hacer cábalas sin que se sepa si Puig pueda repetir como president es arriesgado. Si vence, puede manejar y posicionar a quien herede su puesto; si pierde, las guerras serán cruentas entre las familias socialistas. No, no va de eso. Sino más bien, de descubrir quién es Arcadi, el ahora conseller de Hacienda.
Nacido en el 10 de diciembre de 1974, es licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universitat de València. Máster en Dirección y Gestión Pública por Analistas Financieros Internacionales, su experiencia laboral se ciñe al ámbito político. Una costumbre. La de cargos que no han pisado el suelo de lo privado más allá de que en su currículum aparezca ser profesor asociado de la Complutense. Aunque ello no signifique, en este caso, menos, que no sea válido. Lo es, empero que uno entiende que pasar por una empresa no pública tiene sus ventajas a la hora de administrar el dinero de los ciudadanos y de tomar decisiones que les afectan.
Su carrera, eso sí, tiene algo de llamativa. En el mencionado currículum que pende de la página de la Generalitat dice que ha sido asesor parlamentario del ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, así como director del Gabinete del Secretario de Estado de Asuntos Constitucionales y Parlamentarios. Con posterioridad fue director del Gabinete del Secretario General del PSPV-PSOE. Durante la anterior legislatura fue director del Gabinete del President de la Generalitat. Y hay algo que sorprende. Cómo es posible que un joven socialista, sin mucho recorrido dentro del PSPV, ni siquiera en Carcaixent donde, eso sí, su padre fue un conocido concejal, llegara a ostentar esos cargos en Madrid. ¿Cómo llegó allí?
De España se puede decir que es un político tranquilo, racional y, dicen, que buen tipo. Y esa imagen de persona dialogante es algo que ven hasta en Compromís
La clave podría estar, perdón, está en la figura de Enrique Guerrero. Otro socialista de Carcaixent que fue eurodiputado y antes asesor dentro de los gobiernos socialistas: subsecretario de Educación y Ciencia, secretario general de Relaciones con las Cortes, y director adjunto del Gabinete de la Presidencia del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Es decir, es quien le abrió las puertas en la «capital de la libertad», que diría Ayuso. El padrino que todos sueñan con tener. Y del mismo pueblo. De Carcaixent, un municipio que gobernaba el PSPV hasta que en la legislatura 91-95 perdieron por una moción de censura. Desde entonces, los socialistas no han tocado la vara de mando. Algo que le echan en cara a España. Lo hacen quienes no lo tragan, claro. Los de la vieja guardia. Un clásico. Pero es verdad que tampoco ha sido o ha tenido mucho peso en el partido. Hasta ahora, al menos por los cargos orgánicos que tiene. De hecho es secretario de Transportes, Movilidad Sostenible, Vivienda y Agenda Urbana en la Comisión Ejecutiva Federal, órgano ejecutivo del PSOE. La cuota de Puig en Ferraz.
En el PSPV, lo dicho, no es el típico que ha ido liderando a un grupo. «Su problema es que no ha hecho territorio, que no conoce a la gente del partido, pero es verdad que ha estado vinculado a la Administración y eso hace mucho», cuenta una fuente del partido. Es cierto que ha sabido vincularse a una corriente, familia o como quieran llamarlo. A la llamada ‘Generación Pelayo’ que lideran José Muñoz, secretario de Organización del PSPV, y Sandra Gómez, vicealcaldesa de València. Una conexión que se fortaleció gracias a su jefe de gabinete, Marc Bellvís, cónyuge de Gómez. Aunque hay quien sabe, por experiencia, cómo va esto de la influencia y apunta a que «el peso en el partido te lo dan las victorias y él va a estar en la lista por Valencia arriba del todo». Porque eso es lo que parece, que Arcadi encabezará la lista por Valencia para la Generalitat, lo que le convertirá en diputado y va a tener que hacer muchos kilómetros y mítines antes de las elecciones. España será el número uno en la papeleta si Puig no decide lo contrario. Porque se baraja que el secretario general del PSPV se presente por Valencia en lugar de hacerlo por Castellón, como hasta ahora, lo que relegaría levemente a su pupilo de confianza.
Como apuntábamos, Arcadi es el hombre de confianza de Puig. Lo demostró el presidente nombrándole jefe de gabinete y después dándole la Conselleria de Territorio para catapultarle a la de Hacienda, que es donde se juegan los cacaos, donde se configuran los presupuestos autonómicos. Y eso en año electoral es considerado como crucial. «Siempre se ha dejado el cuerpo y alma en ayudar a Puig; es tremendo», dice alguien que los conoce perfectamente a los dos.
De España se puede decir que, al menos públicamente, es un político tranquilo, racional. Y dicen que buen tipo. «En la política te puedes convertir en un imbécil, en un gilipollas, sobre todo siendo jefe de gabinete o conseller, pero Arcadi no se ha torcido», dice un veterano socialista que ha visto pasar a muchos imbéciles y gilipollas crecidos que no han empatizado con nadie.
Esa imagen de tranquilidad, de persona dialogante, es algo que ven hasta en Compromís. Cuando ha habido porfía de la rica, tan típicas del Botànic, en la elaboración de los presupuestos, por ejemplo, cuando Vicent Soler encabezaba esa cartera, Arcadi aparecía cual casco azul de la ONU (así fue definido por uno de Compromís) para calmar los ánimos.
Se le acusa, además, de que muchas veces se ha puesto de perfil en asuntos de crucial importancia. Otros dicen, muchos, que es pragmático. En realidad, colocarse de perfil o ser pragmático son dos aristas de la misma línea. Pero sí, a mi juicio, es un tipo pragmático. Listo. Que ya va cogiendo el punch, como se lo tiene cogido a la bicicleta cuando hace rutas. Es necesario un poco de marcha para que se le preste atención en sus discursos. Aunque en esto necesita mejorar urgentemente.
* Este artículo se publicó íntegramente en el número 96 (octubre 2022) de la revista Plaza