el billete / OPINIÓN

Una pica en el Corredor

Foto: KIKE TABERNER
9/07/2017 - 

VALÈNCIA. En la cuarta o quinta visita de Íñigo de la Serna a la Comunitat Valenciana les pregunté por separado a varios empresarios por el ministro de Fomento, que acababa de dar una conferencia en la asamblea general de AVE. Más o menos coincidieron en que parecía un tipo serio, solvente, "no como Ana Pastor", apuntó alguno. Les recordé que lo mismo dijeron de la ministra cuando llegó con la tijera mientras recitaba promesas que luego no cumplió. Algunos tardaron años en darse cuenta de que lo de Pastor era una tomadura de pelo.

De ahí que se guardaran de alabar públicamente al ministro hasta que los presupuestos reflejasen su compromiso con el Corredor Mediterráneo, no fueran los números a desmentirle como a su predecesora. Y sí, los peores augurios se confirmaron cuando el Gobierno aprobó el 31 de marzo el anteproyecto de presupuestos de 2017 sin una apuesta clara por la ansiada infraestructura.

Unos días antes, De la Serna había visitado las obras del tramo de AVE Valencia-Castellón y había lanzado el tristemente famoso tuit con el que demostraba que él tampoco entendía la importancia del CM para los valencianos: "El #corredormediterraneo avanza. Castellón estará a 2h 25 min de Madrid gracias a este nuevo tramo que he visitado hoy". Es posible que la lluvia de críticas le abriera los ojos.

Desde entonces, o a partir de entonces, las cosas han cambiado mucho. De la Serna se presentó de inmediato a apagar el incendio de los presupuestos y volvió después a apagar otros como el del Parque Central de València o el del agraviante acuerdo de Rajoy con el PNV, y se llevó la sorpresa de que la del Corredor Mediterráneo no era una reivindicación local más, de esas que recoge allá dónde va.

Vio que había unanimidad en el arco parlamentario, incluido el PPCV aunque Bonig ya no pueda criticar al Gobierno en público. Vio que había unanimidad en los medios de comunicación (en esta misma columna fue muy criticado hace dos meses). Y vio también coincidencia de las fuerzas sociales, con un empresariado dispuesto a plantarse en Madrid en octubre en un acto reivindicativo similar a los desarrollados con éxito en varias ciudades afectadas. Y debió de pensar: qué raro, los valencianos tienen fama de ir cada uno por su lado.

Es cierto que De la Serna dijo desde el primer momento que el Corredor Mediterráneo era una prioridad para Rajoy, pero los hechos lo desmentían. Dani Valero recordaba en su crónica de la rectificación del Gobierno la siguiente frase de Francisco García Calvo, secretario general adjunto del lobby Ferrmed y experto de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE) para la defensa del trazado ferroviario: "Fomento demostrará que cree en el Corredor Mediterráneo cuando empiece a construir la doble plataforma". Ese momento ya tiene fecha: 2019, según el ministro.

La doble plataforma València-Castellón es una rectificación en toda regla, una pequeña victoria —queda mucho corredor hacia el sur— de la sociedad valenciana que habrá que confirmar a finales de septiembre cuando el Gobierno apruebe el proyecto de Presupuestos para 2018.

Íñigo de la Serna parece tener la sensibilidad hacia la población que caracteriza a los políticos que han sido alcaldes. Más allá de que sean mejores o peores gestores de la cosa pública, la diferencia está en su actitud. Cuando un ministro —o conseller, incluso presidente, como es el caso de Ximo Puig o de Alberto Fabra— no solo habla con los ciudadanos sino que los escucha y no se queda en su despacho dando audiencias sino que visita a quienes se quejan para conocer de primera mano sus problemas —o simplemente, para mostrar interés aunque le importen un pimiento—, ese político, generalmente, ha sido antes alcalde.

El exalcalde de Santander lleva ocho meses recorriendo España y resolviendo entuertos de su predecesora. Debería ser obligatorio para los ministros haber pasado antes por una alcaldía, como lo es para los médicos el MIR o para los abogados la pasantía. 

Ana Pastor lleva más de 20 años en política, la mayoría de ellos con coche oficial, pero nunca fue alcaldesa. Y se notó. Lo mismo que Montoro, que ha tardado cuatro años en convencerse de que la Comunitat Valenciana está infrafinanciada y no porque hayan ido a decírselo primero Moragues y Fabra y ahora Soler y Puig, sino porque se lo puso en un informe pagado por el Ministerio el experto Ángel de la Fuente. Pero como aquí Montoro solo viene en campaña electoral y encima le aplauden, tampoco es consciente de lo que supone para los valencianos recibir una financiación insuficiente.

Ana Pastor, con Federico Félix en una de sus visitas como ministra a València. Foto: KIKE TABERNER

Otrosí: Si el asunto de la subvención al transporte metropolitano de València lo llevase De la Serna, probablemente ya estaría solucionado, pero corresponde al negociado del todavía —y a pesar de todo— ministro de Hacienda, que solo sale de su despacho para ir al Congreso en el coche oficial, y así es complicado que comprenda que el transporte público en la tercera capital de España debe ser subvencionado por el Estado en los mismos términos, que no cantidades, que la primera y segunda. 

Por cierto, alguien, el alcalde, la consellera o el president mismo, deberían acudir antes de vacaciones al Ministerio a explicarle otra vez lo del transporte metropolitano a Montoro, porque los Presupuestos 2018 están en en horno y si se le vuelve a 'olvidar', luego no hay forma de enmendarlos para meter los 30 millones que nos tocan.

Un último aspecto nada desdeñable de la nueva solución dada al Corredor Mediterráneo es el electoral. Si cumple el Gobierno lo prometido por De la Serna, el PP neutralizará uno de los tres grandes asuntos que lastran al partido de Bonig. Los otros son la infrafinanciación, que debería quedar resuelta este año o como muy tarde en 2018, y la corrupción, que para el votante de centro derecha pasa a un segundo plano si la economía va bien. Y cada vez va mejor. Quizás el resto de partidos deberían ir buscando argumentos alternativos.

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