por amor al arte / OPINIÓN

Rosa María Mateo

29/07/2018 - 

Ximo Puig le acaba de preguntar a Mónica Oltra que qué le parece si adelanta las elecciones. Pablo Casado ha envejecido siglos en siete días. Pedro Sánchez suspende gobernabilidad para septiembre. Joan Baldoví y Manolo Mata por la senda de la inestabilidad del techo de gasto. Albert Rivera pide elecciones ya. Puigdemont concede un periodo de gracia desde la distancia de la Casa de la República en Waterloo. Algo así como Estoril. Soraya Sáez de Santamaría se parece cada vez más a Javier Arenas. Que, por supuesto, ya la ha traicionado. El Santander de Botín y el Bankia de Goirigolzarri saltan, como es natural, contra el impuesto de la banca. Vox le quiere construir a Joan Ribó un muro. Jesuítico. Jerosimilitiano. César Sánchez va a por Isabel Bonig. Luis Barcala tiene pasta de herencia, pero no acierta con los asesores. Glòria Marcos deja EU. Manuel Alcaraz se entrena -no se estrena todavía- como alcalde de Alicante, inaugurando la rotulación de nuevas calles. Podemos y EU sellan un pacto para entrar a saco en ayuntamientos y diputaciones. Íñigo de la Serna se va. La Atenas de Tsipras arde. Los niños siguen en las jaulas. Macron necesita hablar con Mohamed VI, rey de Marruecos, de la gravísima crisis de emergencia de migración. Nosotros también. Mariano Rajoy no nos ha aguantado mucho en Santa Pola, aunque nos ha comido bien. Los Franco dicen que no es no. Félix Sanz Roldan, director del CNI, siembra incertidumbre. El cardenal Ascanio Colonna se carteaba con cinco damas. Un tesoro secreto de amor impuro. Juan Carlos I se cae de la foto familiar de Palma. Sigue haciendo mucho calor, demasiado.

Ahora que está de moda añorar la tranquilidad y sosiego de la dictadura del Generalísimo, a un servidor le encanta este sinvivir en que se ha convertido la actualidad. Pasan más cosas ahora en medio día que en el primer capítulo del Génesis. Mañana ya es viejuno. Es fascinante la velocidad de crucero del veraneo a la española. Pedro Sánchez está en el alambre. En las tertulias, eclipses y lupanares ya se habla de moción de confianza o, directamente, de un tiro: convocatoria de elecciones. A Pablo Casado le vendría mal ahora mismo pues ha dado por inaugurada la temporada alta de caza y captura de la disidencia organizada, de las corrientes. Hasta las subterráneas. Y no acaba de cerrar el congreso de Barcelona. Rivera necesita un adelanto ya para mantener la tensión. En Podemos estamos pendientes de las criaturas. No hay un liderazgo claro. El Gran Timonel es cósmica y ontológicamente insustituible. Ni intercambiable por Íñigo Errejón ni por Carolina Bescansa. Del círculo vacío al rayo vertical. Existe la tenue probabilidad de que Pedro Sánchez esté como presidente los dos años que quedan de legislatura. Susana Díaz convocará en Andalucía nada más pasar el verano. Pero nada está escrito en la arena. Mientras, vemos desaparecer las carabelas portuguesas.

Isabel Bonig ha perdido definitivamente el control del PPCV. Epidemia de sarampión. Casado la ha rodeado de Vicente Betoret, Miguel Barrachina -revolucionario digital segorbino- y demás escogidos y dilectos enemigos. Una lista interminable. De nada sirvió la protesta de Bonig a Casado. Por la gracia de dios y de Dolores de Cospedal, el nuevo líder se llama César Sánchez. Que se está pensando, después de la limpieza, si reconquistar el cap i casal o Madrid.  Descontada ya, a Bonig le harán “un Barberá”. Dejarán que se estrelle contra las urnas.

La sede del nuevo PP es el Ateneo Mercantil de València. Territorio de los De la Rosa. Renovadores de la época de Fraga Iribarne. En la fiesta y recuento del jueves se presentó la nueva colección para la próxima temporada. Despunta Belén Hoyo. Aunque la hora de la verdad serán las listas. Resucitan María José Catalá y González Pons como candidatos a la alcaldía de la capital del Túria. Pero los dos saben que la pelota está ahora mismo a la izquierda de la pantalla. Elx tiene el huerto del cura y a Pablo Ruz. Terremoto en la Marina. A Luis Barcala le harán la lista. Dios nos coja confesados. Los casadistas de primera generación –Alejandro Morant y Adrián Ballester- pata negra no aparecen. Todavía. Pero no tardarán. En realidad, todos pendientes del máster.

Inmaculada Vidal, Gerardo Muñoz, Joaquín Santo Matas y Francesc Sanguino ya son miembros del Consell Valencià de Cultura. El picador de la fachada del Teatro Principal de Alicante se llama Vicente. El Consell entrará con pasta en su Patronato para arreglar los desconchados. Amén. En plena temporada, cerrada la parada del metro de la Plaza de los Luceros. La soberbia del arquitecto. Le plantó un ascensor a la escultura de Bañuls, rompiendo la armonía. Obligando a la gente de las sillas de ruedas emerger en una isla de polvo y barro hasta recuperar el hilo de la calle. Iglesias Noriega es el nuevo director artístico del Palau de la Música. Luis García Montero ha sabido reconvertir la reunión del Instituto Cervantes preparada por Bonet en un éxito. Diplomacia y tacto. Consiguió que Vicent Marzà -que antes estuvo en mi pueblo, la Vall de Almonacid, reinaugurando la iglesia, sí un chorro de pasta- se presentara en Orihuela. Y sonriera. Sólo Emilio Bascuñana, el alcalde zombie de Orihuela, se salió del guión. Vuelve la religión a 2º de Bachillerato y la leche cruda. Rosa María Mateo va a intentar poner un poco de sentido común en RTVE hasta que se haga el casting definitivo. Pero queda divina.

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