CARMEN AMORAGA PRESENTA SU NUEVA NOVELA ‘BASTA CON VIVIR’ 

"Miramos nuestros problemas como si tuvieran categoría de plaga bíblica. Y a veces vivir es más sencillo”

1/12/2017 - 

ALICANTE. Carmen Amoraga (Picanya, 1969) se despoja por unos días de su uniforme de directora general de Cultura y Patrimonio de la Generalitat Valenciana, para volver al discreto ropaje de narradora. El próximo lunes 4 de diciembre, presentará a las 19 horas, en el Fnac Alicante su nueva novela “Basta con vivir”, una obra tan descarnada como conmovedora y elocuente, fruto de unos datos tan cruentos como incontrovertibles: en un informe de la ONU contra la Droga y el Delito consta que se producen al año más 40.000 identificaciones de víctimas de trata de seres humanos, la mayoría de ellas son mujeres y niñas. El 69% de la trata se realiza con fines de explotación sexual. Y que según los datos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en nuestro país, la prostitución representa un movimiento de capitales de 8,3 millones de euros al día. Una ingente porción de economía sumergida de la que las redes de trata de blancas no son ajenas. Con este poso en la conciencia, Amoraga tuvo la epifanía que la llevaría de nuevo ante la página en blanco, con todas las palabras previstas en la punta de sus dedos: “Tiempo después, una mañana saqué a pasear a mis perros. Delante de mí, caminaba una mujer con un perro pequeño atado con una correa. Le hablaba, le llamaba por su nombre, un nombre de ser humano. Mientras caminaba tras ella, pensé los motivos que pueden llevar a una persona sola a llamar a su perro con el nombre de un hombre. Pensé en la soledad, en los mecanismos del ser humano para sobrevivir, en la capacidad innata para generar afectos aunque no seamos conscientes ni de que los generamos ni de que son estos afectos los que nos mantienen vivos.

 Así nació Pepa, una mujer en quiebra emocional que culpa al mundo de su desdicha y que descubre que ayudar a otros es la mejor forma, la única forma en realidad, de ayudarse a uno mismo”.

 

-¿“Basta con vivir” –cita de Luís Rosales- es una afirmación que podría haber firmado Albert Camus? 

Es una afirmación que podría firmar cualquiera que reflexione sobre su propia vida y se diera cuenta de que en esto de vivir, que a veces es muy complicado, muy a menudo somos nuestros peores enemigos y dedicamos demasiados esfuerzos a pegarnos tiros en el pie. Miramos nuestros problemas con demasiada miopía. Y eso no quiere decir que no haya problemas graves, que los hay pero ¿cuántos? Dos o tres, cuatro quizá. Y muchas veces, demasiadas veces, miramos nuestros problemas del día a día como si tuvieran categoría de plaga bíblica. Y a veces vivir es más sencillo. Basta con vivir.
 
-¿Hay, por tanto, un cierto existencialismo humanista en la historia de resiliencia de Pepa, de Crina…?

Al principio sí. Son individualistas. Pero luego comprenden que necesitan al otro para salir de sus problemas. Crina necesita la ayuda de alguien que la saque de la red de trata de personas y Pepa necesita alguien a quien ayudar para salir del círculo vicioso en el que vive y que la tiene en quiebra emocional. Dependemos de nosotros mismos, pero también dependemos de los demás, de cómo nos ven los demás y de cómo vemos a los demás, no sólo para resistir sino para vencer.

-No sé si recuerdas una película, “Cadena de favores”, no especialmente sobresaliente, ni de las mejores del ahora denostado Kevin Spacey, pero utiliza la teoría de los 6 grados de separación como deus ex machina para que el argumento adquiera alguna verosimilitud. Se suele aceptar antes una extraña teoría de redes incomprensible que la voluntad de hacer el bien. ¿Pero tenemos el bien en nuestra propia mano, no?

Mira, yo creo que el concepto de hacer el bien, de ayudar, de solidaridad necesita un cambio. El mundo ha cambiado. Ahora portarse bien, ayudar a otro, ser solidario, no debería ser lo que ha sido hasta ahora. Colaborar en una ONG está muy bien, dar dinero o alimentos está muy bien, pero la verdadera solidaridad está ligada a un cambio de pregunta: tenemos que dejar de preguntarnos qué nos va a pasar y hay que empezar a plantearse qué podemos hacer. Si cambiamos esta pregunta, ya no hay marcha atrás y tendremos un compromiso para toda la vida.


-La mujer, en abstracto y en particular, ¿sigue siendo la gran víctima propiciatoria?

La mujer sigue siendo considerada un ciudadano de segunda o tercera categoría. En el mundo “civilizado” con todas las comillas posibles, tenemos que demostrar que tenemos la capacidad de hacer las mismas cosas que pueden hacer los hombres, que podemos llegar a los mismos puestos laborales, que podemos ser rectoras, presidentas, pilotos de submarinos, y hay países donde las mujeres tienen que demostrar que son seres humanos trafican con ellas como si fueran objetos. En términos de igualdad, o vamos despacio o vamos mal.


-¿Cómo evitas no narrar desde la rabia historias como la de esta novela?

-Yo pienso en mis personajes como en personas con las que me cruzo a diario, y en parte, es así. Muchos son personas reales que existen y me han contado su historia o que existen y me han prestado su nombre o su físico o su profesión. Pero mi trabajo como escritora también consiste en no juzgar, en presentar la historia y que sean los lectores los que juzguen, los que digieran lo que estoy contando.

-¿Es “Basta con vivir” una novela activista?

Es una novela escrita por una persona que es activista. Pero es una novela de ficción, que busca lo que buscan todas las novelas: entretener, en primer término, hacer reflexionar en segundo término. Muchas veces, releyendo cosas que digo en entrevistas me río yo sola porque me da la sensación de ser Jorge Bucay y hacer autoayuda pero luego me digo, joder, es que leer ayuda siempre… A mí leer me ha ayudado siempre tanto si me ha entretenido como si me ha evadido como si me ha enseñado como si me ha hecho reflexionar.


- … y cuándo, ¿cuándo puede escribir la Directora General de Cultura y Patrimonio de la Generalitat Valenciana?

Este es mi décimo libro, de los cuales esta es la novena novela y casi siempre he compaginado la escritura con varios trabajos al mismo tiempo, así que estoy acostumbrada a escribir robándole horas al sueño o en lugar de ver una película. Pero lo que nunca había tenido era este nivel de responsabilidad, por eso escribir Basta con vivir me ha costado mucho más tiempo que las demás, por ejemplo, entre 2010 y 2014 publiqué cuatro novelas. De 2014 a 2017, Basta con vivir. Y no escribirla me ha costado muchas lágrimas, la verdad, mucha angustia. Me daba miedo que se me hubiera olvidado cómo hacerlo.


-¿Necesitas escribir para compensar el desgaste emocional de la política o te has planteado en algún momento poner en stand-by la escritura hasta que acabe este período?


 
No. Necesito escribir porque soy escritora. Porque si no escribo funciono peor, estoy de peor humor, soy peor persona, me siento más infeliz y rindo menos. La política está muy denostada, pero a través de la política se trata de mejorar la vida de los ciudadanos y las ciudadanas, se trata de poner en marcha medidas que nos hagan mejores como sociedad. Yo estoy disfrutando mucho de este periodo, sobre todo porque sé que tiene fecha de caducidad. Yo no quiero ser profesional de la política, pero tengo la oportunidad de trabajar para cinco millones de jefes y jefas y quiero hacerlo lo mejor posible y disfrutando todo lo que pueda.


-¿Qué lee Carmen Amoraga? ¿Formas parte de ese nutrido grupo de escritores y escritoras que se aísla –como lector/a- mientras escribe?


  Pues mira, la verdad es que sí. A leer es a una de las cosas que he renunciado para poder escribir… A todo no me da tiempo. He leído Patria, de Fernando Aramburu, Septiembre puede esperar de Susana Fortes…


- Tienes manías de escritura: lugar, hora, herramienta,…?

La principal manía es no tener manía, olvidarme de todo eso de la soledad del escritor. Yo escribo de cualquier manera, con mis hijas interrumpiendo, con mis hijas durmiendo, mientras atiendo llamadas… Si estoy sola en el despacho con música y velas, pues mejor pero si no, aprovecho cualquier momento. Y a eso me ayuda pensar en los personajes como personas que vienen y me cuentan cosas. Yo estoy hablando contigo y si alguien me interrumpe puedo retomar la conversación, no necesito nada especial para hacerlo.


-¿Por qué todas las citas que encabezan las partes de la novela son poesía? ¿Cuál es tu relación con el género?

Porque me gusta. Me gusta leerlas en las novelas de otros y me gusta que estén en las mías.
 
-¿Por qué leer? ¿Por qué escribir?
 ¿Y por qué no, si podemos hacerlo? Una vez Eduardo Mendoza me dijo mira, no hay que animar a leer igual que no hay que animar a hacer la digestión o a respirar, si alguien no quiere digerir o no quiere respirar ya se lo encontrará. Leer nos hace más curiosos, más sabios, más críticos, más fuertes. O nos hace reír. O nos enseña. O nos entretiene. Y además, es que se lo debemos a todas las personas que querían hacerlo y no podían. A mis abuelos se lo debo yo. O a mi madre, que aprendió a leer con los cómics porque no pudo ir al colegio. Y sobre lo de escribir… Yo escribo porque si no escribiera, seguramente, sería una persona tan infeliz que sería difícil soportarme.

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