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La gestión de personas es la parte que les resulta más complicada  

Mi jefe tiene 25 años

9/05/2016 - 

MADRID (VP). La película “El becario” representa, con mayor o menor rigor, la situación. Una mujer joven, CEO en una startup de base tecnológica, es tan talentosa en la parte profesional como destartalada en la faceta personal y las relaciones humanas. Robert de Niro, en el papel de becario senior, jubilado, viudo e ignorante en las nuevas tecnologías, acaba ejerciendo un influjo positivo en la joven directiva. 

Situaciones como la descrita son cada vez más frecuentes en las nuevas organizaciones empresariales cuya base fue, o sigue siendo, una startup. CEO’s con poco más de 20 años ejerciendo el liderazgo sobre profesionales que, además de la edad, les doblan en experiencia y conocimientos en áreas lejanas de la tecnología. “Que un joven de mi generación se mueva bien en el entorno digital o como social media no tiene mucho mérito. Todos hemos crecido con los ordenadores y las redes por eso prefiero que me hablen de cosas de la vida” dice Dídac Sánchez, emprendedor de 23 años al frente de otras tantas compañías. 

En el caso de Dídac Sánchez puede parecer normal su inclinación por este tipo de conversaciones teniendo en cuenta que creció separado de sus padres y, como explica Carme Castro, coach y socia de Kainova “lo que sucede a veces en estos ambientes multigeneracionales es que el directivo joven ve reflejado inconscientemente en los empleados de mayor edad la figura del padre, el tío o el hermano mayor, para bien o para mal. Lo mismo sucede a la inversa. Todo dependerá de la madurez de las personas, un concepto que no va siempre ligado a la edad. Pero cuando se establece una buena relación, muchos senior ejercen el papel de mentores o facilitadores de manera desinteresada”.

“Algunos no toleran que un niñato de 23 años te mande al paro”

En cualquier caso, es la gestión de los recursos humanos una de las áreas que más difíciles parecen resultar a estos directivos nóveles. “Gestionar personas es un tema complicado a cualquier edad y siempre es mucho más agradable anunciar un ascenso que un despido. Si a una decisión hostil añadimos la falta de experiencia o madurez humana, lógica de la edad, lo normal es que surjan situaciones de conflicto”, añade la coach. 

“Para mí, la parte más complicada en los inicios fue ganarme el respeto, en la empresa y en la sociedad, y el mayor error que he cometido ha sido sumarme a gente más pequeña que yo, sin actitud ante la vida”, dice Dídac Sánchez. El emprendedor cuenta cómo en un proceso judicial presentó en su defensa 1.522 artículos periodísticos favorables a su trayectoria frente a 2 contrarios que él define “plagados de injurias y calumnias”. Como fuentes de información de los artículos negativos figuran varios exempleados lo que le lleva a afirmar: “Algunos no toleran que un niñato de 23 años te mande al paro. Menos mal que tengo una pareja y un equipo curado de espantos que me han ayudado a entender a lo que me expongo por ser un personaje que está en el punto de mira. Cómo voy a satisfacer a todos cuando he movido entre 600 y 700 empleados. Pero la verdad es que estuve a punto de tirar la toalla a 3 metros de la meta. Esa ha sido la lección, la de no darme nunca por vencido y seguir mi propio lema, el de construye una vida de la que no necesites escapar”. Esta y otras experiencias las cuenta Didac en el libro que acaba de publicar, “El secreto del éxito. Cómo triunfar en los negocios y no morir en el intento”, del que dice haber vendido ya más de 10.000 ejemplares por internet.

El papel de malo

También Adrián Barriuso, CEO de Waitless Company desde los 20 años (ahora tiene 22) reconoce haber tenido que dar algún puñetazo en la mesa, “pero es que a veces hay que hacerlo”. Está encantado de pertenecer a un equipo donde no todos son de su generación sino que cuenta también con asesores, algunos mayores y de rango académico muy elevado. Dice que en los inicios llegó a pedir consejo al responsable de la delegación en Tarragona de Secot organización de Voluntariado Senior de Asesoramiento Empresarial.

Parte del equipo de Waitless

Adrián tiene asumido que es a él a quien corresponde representar en ocasiones el “papel de malo, pero no importa. En nuestro equipo la relación es respetuosa y cordial, debatimos todo y actuamos con absoluta transparencia pero a veces hay que tomar decisiones como cambiar de proveedor o prescindir de algún colaborador. Cuando las cosas se razonan y se dicen con educación no tienen por qué molestar”. 

Cierto también que los inversores, que no creen en el colegueo eterno, aprecian en las startups el papel del poli malo. “Pues si es por eso, yo prefiero pedir perdón que pedir permiso”, dice Adrián quien también reconoce, explotar su juventud en el cargo “porque a algunos les hace gracia y se quedan flipados”.

CEOs que no mandan 

A la edad temprana para encumbrar el organigrama de la empresa se suma, en el caso de  Mireia Badía, CEO de Growly desde los 23 años, el hecho de ser mujer. “Sí, soy la CEO pero conmigo tengo 5 personas de las cuales 2 son prejubilados de banca. La parte que más me cuesta es la de gestionar a las personas porque tengo a profesionales con mucho talento, más inteligentes que yo en determinadas áreas y encima mayores, pero también es bueno porque aprendo de ellos y me dan mucha confianza.

Por suerte, a mí no me ha tocado despedir a nadie pero sé que en el mundo de las startups tienes que pensártelo mucho antes de contratar a alguien, pero también despedir rápido cuando no funcionan. Primero por falta de recursos y segundo porque una persona tóxica en equipos tan pequeños puede resultar nefasta. Pero la verdad es que en mi caso, lo que se dice mandar, no mando mucho. Creo que nunca he tenido tantos jefes como ahora entre accionistas de la empresa, clientes, proveedores, empleados... Eso de ser emprendedor para ser tu propio jefe yo no lo veo mucho”.

La democratización de los equipos

Aunque haya salido a relucir algún caso de prejubilación, conviene aclarar que la mayoría de estos CEOS se refieren a profesionales de menos de 40 años cuando utilizan el término senior. Javier Martín (23 años), es CEO desde los 20 de Aluxion edad a la que constituyó la startup junto al CTO. La compañía, conocida por sus cuidados desarrollos de apps para organizaciones, cuenta ahora con una plantilla de 21 personas “con perfiles desde 24-25 años hasta seniors de 33-34. Hemos contratado a profesionales para cubrir áreas de conocimiento a las que nosotros no llegábamos”.Cuenta también Javier que los momentos más tensos los vivió al comienzo, “sobre todo en las reuniones con algunos clientes de sectores más tradicionales. Notaba cierta desconfianza. Esa sensación nunca la he tenido dentro del equipo, entre otras cosas porque ya no se entiende el liderazgo como la imposición de respeto por miedo. Ahora se consulta todo y se busca la iniciativa de los profesionales. Las startups han democratizado mucho las organizaciones empresariales y han flexibilizado el organigrama”.

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