tribuna libre  / OPINIÓN

Marquémosle un gol a la LGTBifobia

20/02/2018 - 

Este lunes hemos celebrado que por fin podemos salir libremente del armario en el deporte, pero lo cierto es que durante muchísimos años, y más en concreto, durante la Dictadura, miles de personas fueron encarceladas por no ajustarse a los roles de género permitidos, esto es, masculino para hombres y femenino para mujeres. Los hombres debían jugar al fútbol y las mujeres a las muñecas, y el que se salía del tiesto, era denunciado y juzgado por los entonces llamados  Juzgados especiales de Vagos y Maleantes y de Peligrosidad y Rehabilitación Social, lo que suponía que si eras maricón tenías que sufrir obligatoriamente vejaciones: alguna que otra paliza, intervenciones quirúrgicas como lobotomía, esterilización y tuvimos que esperar hasta el 79, con la llegada de la Democracia a que se despenalizara la homosexualidad en España.

Este lunes hemos celebrado el Día internacional contra la homofobia en el deporte, que coincide con el nacimiento de Justin Fashanu, a quien debemos la celebración de esta efeméride, ya que nació en tal día como hoy en el año 1961, convirtiéndose en el primer futbolista profesional que salió del armario y que acabó suicidándose por la presión recibida, en el hospital, en el año 1998.

Conmemoramos por tanto en el día de hoy, que podemos salir del armario en todos los ámbitos de nuestra vida, incluido el deporte. Hoy podemos ser libremente lo que queramos ser, sin presiones ni intimidaciones por mucho que a algunos les pese, hoy podemos reivindicar la inclusión sin fisuras de todo tipo de sensibilidades, relaciones afectivo-sexuales y de los cuerpos no heteronormativos.

Ahora, las niñas juegan al fútbol y los niños a las muñecas y a las cocinas, yo mismo me jacto de no haber jugado nunca al fútbol, y en cambio haber jugado desde peque con mi hermana pequeña a las muñecas.

No obstante, y pese a  los avances normativos logrados, a fin de erradicar cualquier expresión de discriminación por motivos de orientación, identidad y expresión sexual, es precisamente en el fútbol, por las connotaciones y estereotipos creados a lo largo de su historia, el ámbito en el que cualquier tendencia sexual no heterosexual se trata de invisibilizar. Una situación que cercena la libertad de cada individuo para vivir libremente su sexualidad y su identidad. Una “normalidad” que realmente llega a convertirse en un grito ahogado por la ansiedad y el estrés fruto del miedo al repudio de la opinión pública, los compañeros, o hasta la propia entidad deportiva a la que se pertenece.

Tristemente, abundan todavía expresiones dentro del propio ámbito deportivo como, desde el punto de vista de los aficionados, en los que escuchamos insultos tales como “maricón”, “nenaza” o “bujarra”, tanto en el propio seno del equipo como desde fuera, por parte de los aficionados, en aquellos casos en que se falla en una jugada, en una acción o en un partido.

Algunos pensarán, que se trata de un mal menor, que la elite o el gremio futbolístico goza de un estatus económico, en el que si dicha situación de presión o de insultos no va incluida, contribuye a mitigarlo. Pues bien, a juicio de quien les escribe, ocurre todo lo contrario. Dado que la huella que se genera cada vez que se profiere cualquiera de los insultos citados o cualquier otro de naturaleza similar, constituye un drama y un fracaso de las políticas de igualdad, pero especialmente, un drama y un fracaso, que puede llevar al final de la carrera deportiva o de la propia vida de los profesionales en cuestión.

Por ello, que no solo basta con actuar desde las instituciones, no solo basta con adecuar la legislación deportiva al respeto y garantía del derecho de todo individuo a exteriorizar su orientación e identidad sexual, bien sea en la oficina, en un campo de fútbol o de atletismo, hay que actuar desde la concienciación, y especialmente, desde la educación a los más pequeños.

No podemos tolerar ni un solo insulto, ni un solo comentario, ni un solo reproche en el ámbito escolar, a ningún niño o niña por su orientación sexual, ni mucho menos asociar su mayor o menor destreza en las aptitudes y habilidades deportivas, más si cabe cuando tradicionalmente en el ámbito familiar se han interiorizado, “normalizado” y tolerado todo este tipo de comentarios.

Por lo que, si bien son ciertos los avances producidos en el camino hacia la igualdad real de todas las personas LGTBI en distintos ámbitos, y prueba de ello lo tenemos en la aprobación de la Ley Integral de reconocimiento del derecho a la Identidad y Expresión de Género en la Comunitat Valenciana, apoyada por todos los grupos, salvo el Partido Popular, cabe seguir luchando por la integración efectiva, y el deporte como agregador social que es, debe contribuir en esta tarea y no suponer en ningún caso una traba o un impedimento al libre desarrollo de la personalidad de las personas.

Por ese motivo, mientras siga habiendo un insulto, un reproche, un comentario despectivo en cualquier ámbito hacia cualquier persona, con motivo de su orientación o identidad sexual, seguiremos reivindicando la igualdad, el derecho a ser y seguir luchando por la diversidad, en todos los ámbitos, pero especialmente, en el deportivo, por ser en el que mejor podemos ejemplificar la igualdad, dignidad y diversidad de todas las personas. Que el cuerpo, como proclamaba Foucault, no sea un prisionero del alma, de almas con prejuicios en el caso que nos ocupa.

Jesús Salmerón Berga es adjunto de Juventudes de Cs en la Comunidad Valenciana

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