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EL TINTERO / OPINIÓN

Lecturas de reflexión (III)

Con esta tercera y última entrega, completamos el repaso por algunas lecturas especialmente recomendables para estos días previos a la cita con la urnas del próximo domingo. Esta semana con un libro digital, gratuito y que aborda el asunto estrella de la política actual: el discurso político en las redes sociales

19/06/2016 - 

No nos engañemos, una de las claves para que dos movimientos –Ciudadanos y Podemos– con poco tiempo de vida (al menos a nivel nacional) y una pobre estructura, estén disputando el poder a dos partidos –PP y PSOE– con una fuerte implantación en todo el territorio nacional, es el uso (y abuso) de las redes sociales por partes de estas nuevas desestructuras de poder. Cuentan con profesionales y expertos que planifican a diario la estrategia on line pero sobre todo, y especialmente Podemos, con un ejército de fieles movidos por una fe ciega en el proyecto y en su mesiánico líder.

El libro ‘Pseudopolítica: el discurso político en las redes sociales’ es obra de dos expertos en comunicación, que aúnan el conocimiento académico y la experiencia profesional en sus currículums. Beatriz Gallardo, catedrática de lingüística en la Universitat de Valencia y Salvador Enguix, doctor en comunicación por la misma universidad y delegado en la Comunidad Valenciana del periódico La Vanguardia. La gran ventaja es que puedes leerlo ya y gratis, simplemente hay que descargárselo. Aprovecho para felicitar a los colegas de AVAPOL que hace unas semanas organizaron una original presentación del mismo con una agradable tertulia en torno a estos temas.

En esta publicación se analiza el fenómeno que en los últimos años ha convertido el debate político, al que se le presuponía debate de ideas, y por ende sesudo y sosegado, en un intercambio de eslóganes, frases hechas vacías de contenido, tópicos y lo que es más grave, mentiras y falsedades que repetidas una y mil veces penetran en la conciencia del electorado y consiguen su objetivo: manipular nuestro pensamiento sobre el entorno a través de las emociones y los sentimientos. Sí, de la misma forma que las marcas comerciales nos ‘bombardean’ constantemente con anuncios en TV, pausas inesperadas en Spotify, videos cuando crees que vas a ver una noticia en internet y cualquier plataforma posible para que las sintamos casi como parte de nuestra vida, y lo consiguen, aunque creamos que no.

En esta segunda campaña electoral en menos de seis meses que estamos sufriendo los españoles, hemos visto, algunos con perplejidad y tristeza, la degeneración de la política que antaño se consideraba algo que merecía: seriedad y respeto; conocimiento y experiencia; contenido y formas. La infantilización directa de la política, viendo a candidatos que hablan con niños que tendrán derecho a votar dentro de más de una década. Esto lo define Salvador Enguix de manera clara y precisa y lo concreta en tres tendencias: “la política es espectáculo; el mensaje es el político; y el espectador es cínico”, todas ellas se conectan y generan unos mensajes (a veces mal considerados información) que tienen más de banal, emocional y exhibicionista que de análisis, como recuerdan los autores del libro.

En ‘Pseudopolítica’, Gallardo y Enguix se han centrado en redes sociales como Twitter e Instagram y en perfiles tanto de políticos como de programas de televisión con una gran influencia en la sociedad a la hora de opinar –y probablemente también de votar–, como son Las Mañanas de Cuatro o Al Rojo Vivo. Probablemente el inicio de esta tendencia a centrar la política, el mensaje y la acción en las redes sociales, tuvo su principal precursor en la figura del actual presidente de los Estados Unidos de Norte América, Barack Obama

Su fenómeno es estudiado y analizado, pues generó una corriente a favor del candidato demócrata que logró entusiasmar, emocionar y motivar a medio mundo. Y el resto de líderes, empezaron a ver (y entender) que las redes sociales no eran ‘cosa de niños’ que no sólo podían lograr votos, sino algo más, llegar a todos y cada uno de manera directa e invasiva. Si usted es usuario de alguna red, en los últimos tiempos verá: mensajes de políticos, fotos entrañables para demostrarnos que son ‘personas normales’ y vídeos en directo dando un mitin o subiendo al AVE.

Las redes sociales se han convertido en la guerra de guerrillas del siglo XXI, y de hecho así se llama el canal de Telegram ­–red de mensajería alternativa a Whatsapp– que utilizan los responsables de Podemos, ‘Guerrilla’. En ese canal, con organización marcial se distribuye el trabajo diario de los podemitas: tema del día, actos, hashtag a utilizar, etc. Práctica utilizada por todas las formaciones políticas, aunque no con igual éxito como se observa en encuestas.

El próximo domingo estamos llamados a votar y parece que no vamos a resolver el lío en el que nos metimos el pasado diciembre, por si no hay bastante con las tensiones nacionalistas patrias que quieren romper España, tenemos las tensiones que quieren romper –más si cabe– Europa, esta semana sabremos como acaba el Brexit, probablemente una irresponsabilidad o atrevimiento del Primer Ministro inglés. En un magnífico discurso de Florentino Portero, investigador y analista político en Real Instituto Elcano, recordaba como Aristóteles advirtió que “la democracia con gran facilidad deriva en demagogia”, los instrumentos son utilizados para hacer cosas distintas.

Nos enfrentamos a unas elecciones que pueden suponer un antes y un después en la joven democracia española, que unos por ceguera y otros por ignorancia, creen que está a salvo de cualquier peligro. El economista Daniel Lacalle acierta cuando dice: “El populismo está creciendo en todo el mundo. Da soluciones aparentemente simples a problemas muy complejos, y sobre todo empodera a muchos individuos al acentuar el resentimiento, la envidia, la división y el enfrentamiento.” Y enlazando con la uso de las redes sociales por parte de los protagonistas de esta Pseudopolítica que nos ha tocado sufrir, también destaca Lacalle que “la perversión del lenguaje es esencial para los objetivos populistas.”

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