el sur del sur / OPINIÓN

EU, detrás de los acontecimientos

25/02/2018 - 

Esquerra Unida decide su futuro este domingo, con fuertes interrogantes y partida por la mitad. Está moribunda desde que las elecciones autonómicas de 2015 la dejaron fuera de las Cortes Valencianas. El poder municipal obtenido, más de lo que parece, ha quedado desdibujado, sobre todo, allí donde han formado parte del gobierno. Y donde ejercen las tareas de oposición, no han sabido rentabilizar un trabajo que debiera consolidar el espacio que les ha robado Podemos y Compromís a partes iguales.

Se preguntarán, ¿por qué hablar de Esquerra Unida? Pese a la radicalidad y extemporaneidad de algunos de los planteamientos, es justo reconocer que Esquerra Unida ha sido uno de los animadores de la democracia de la Comunitat Valenciana; fundamentalmente, su papel de azote ante los casos de corrupción, mucho antes de que Podemos y Compromís los mediatizaran mejor. Pero perder el centro de la representatividad, les ha dejado desnortados. En el ámbito nacional, no hace falta ni comentarlo: el auge de los morados les ha convertido en un apéndice de Podemos sin apenas variación en su discurso.

En la Comunitat Valenciana, su regeneración arrancó en marzo de 2016, con la elección de David Rodríguez como coordinador y acabó en octubre de 2017 con el polémico viaje a Cuba del camarada, pagado con fondos de la Diputación de Alicante, para despedir al comandante Fidel Castro. Otro año largo perdido. Durante ese periodo, no se supo nunca donde estaba la coalición. Bueno sí. En los municipios, compartiendo, en la mayoría de los casos, el poder con la izquierda. Pero donde eran oposición, fuera de lugar. La misma Diputación de Alicante, donde no gobierna la izquierda, ha sido un ejemplo de cómo Compromís le comido el terreno a EU por no ejercer el trabajo que siempre le correspondió a la coalición de izquierdas: erigirse como la alternativa. Ahora, tome la decisión que tome (en su congreso regional), va detrás de los acontecimientos.

Si nos detenemos en Alicante, pues casi parecido. El invento de Guanyar, la marca con la que se engañó a Podemos, para lograr el mejor resultado de la izquierda alternativa al PSOE ha sido un fracaso, cuyas consecuencias se han producido en la misma coalición izquierdas. Problemas personales aparte, incluidos con el singular PSOE de Alicante, en la capital, la coalición nunca supo distinguir entre gobierno ni oposición, pese a cobrar como miembros del ejecutivo, y nunca tuvo la habilidad para adecuar su discurso -ni siquiera a la propia realidad- entre la construcción de un relato de izquierda alternativa al PSOE felipista o la destrucción del sistema de los viejos comunistas. Faltó mucha cintura. Y esa cintura oxidada se ha llevado por delante los doctrinantes oficiales José Luis Romero y Miguel Ángel Pavón. Espero que la realidad les despierte, aunque ya sea en la oposición de la oposición: no todo puede girar entorno a Enrique Ortiz y en Sonia Castedo, por razón que llevaran. Hay vida más allá, la misma que aplica la tecnología en una organización que se ha demostrado que todavía funciona con la máquina de escribir. Tan importante es el mensaje como los tiempos en los que se aplica, y en eso, el reloj de EU se quedó anclado en 2009, cuando saltó el caso Brugal. Y lo peor es que los camaradas derrotados la han tomado durante este tiempo, incluso, contra los suyos, si los propios militantes de EU que no comulgaron con la teoría de la conspiración. ¿Qué fue de la intelligentsia? Nunca tuvo a bien habitar por la calle Pintor Murillo. Espero que los nuevos inquilinos capten el mensaje: les queda una bala y en un coche compartido (pero esta vez, el piloto se sabe la lección). 

Y el síntoma de lo que ha pasado en Alicante, hasta el momento, es lo que ha reflejado la encuesta que el domingo publicó Alicante Plaza. El soufflé de Ciudadanos está en máximos y el PP en mínimos históricos, esa es la misma clave de todo el país; PSOE y Esquerra Unida pagan los errores de su guerra fraticida, la de la cabezonería de Miguel Ángel Pavón y los charcos pisados por Gabriel Echávarri, y de entre todos, emerge Compromís, con un resultado, cuando menos sorprendente. Natxo Bellido -a quien hay que atribuir el papel marianesco- concentra el voto útil antiPP que hoy no se jugaría las cartas con el PSOE, aunque cambie de candidato, y menos con una Esquerra Unida oxidada, o un Podemos a los pies de Pablo Iglesias, sin liderazgos locales. Sólo Julià Álvaro les regaló -y con mucha razón- su verdadero momento de gloria, el de los graneles del Puerto de Alicante. Tener una sede 500 metros cuadrados en el barrio de San Blas no te garantiza nada, y menos en las encuestas. En Alicante, hay que picar piedra. El sondeo -no me cansaré de decirlo- es una tendencia, y la tendencia de ahora es que Cs y Compromís llevan algo de ventaja; el PP rozaría el marrón de tener que entregar la Alcaldía al estilo popular; es decir, al hombre que designe Albert Rivera desde Madrid, y PSPV y los restos de Guanyar pelearían por no ser el farolillo rojo. Hay tiempo de enmienda, pero los planes deberían estar ya trazados y en diferentes planos: a,b y c. No se vislumbra nada. O sí: no hacer nada, y a ver si suena la flauta.

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