tribuna libre / OPINIÓN

El Cor de la Generalitat en el aire, como los trapecistas

19/07/2018 - 

Hacen magia y piruetas con sus voces. Y lo han logrado por la calidad de sus interpretaciones y porque muchos de ellos llevan 30 años cantando juntos. En plantilla suman 59. El ideal, aseguran, estaría en 90 voces. Pero ¡Qué alejado horizonte cuando ni ayer ni hoy han logrado la estabilidad y los derechos laborales que tantas veces han reclamado! 

Su historia es una suma de éxitos. Ha triunfado bajo batutas consagradas que han brillado a través de sus voces: con el maestro estadounidense Lorin Maazel y el maestro hindú Zubin Mehta, titulares de la Orquesta de la Comunitat Valenciana durante varios años y, más recientemente con los maestros Omer Meir Wellber, Roberto Abbado y Fabio Biondi, con Valeri Guérguiev y, entre otros, de la mano del fallecido maestro valenciano Luis Antonio García Navarro.

Tenores, altos, sopranos y bajos que han pasado en armonía décadas, que dominan un amplio repertorio lírico, que son tan versátiles, habituados a cantar juntos, que son capaces de preparar una ópera en un tiempo record. ¿Cuál es el precio de tan valiosas capacidades y habilidades artísticas? Con su director, Francesc Perales, desde 1988, han incorporado y paseado un repertorio artístico que va del gregoriano a la ópera contemporánea, lo que les convierte en un tesoro para cualquier propuesta musical. 

El Cor de la Generalitat, depende de la dirección adjunta de Música y Cultura Popular del Institut Valencià de Cultura en la actualidad. En 2006 se convirtió en el coro titular de las temporadas líricas del Palau de Les Arts, compaginando su repertorio de ópera con la música sinfónico-coral de todas las épocas. 

No es fácil entender porqué a estas alturas de su historia y de su consagración artística, este equipo de artistas sigue en estado de interinidad. Durante sus primeros quince años tenían contratos a tiempo parcial. Compartían la música con otros trabajos con los que ganarse la vida. Pero el prestigio fue ganando terreno y se consolidó el equipo artístico sin que pasara lo mismo con sus derechos laborales. Una estabilidad que reclamaron y que solo lograron parcialmente a partir de 2006, cuando fueron contratados como interinos, de un coro en el que no existían trabajadores fijos. Un agravio comparativo en relación, sin ir más lejos, a la propia Orquesta de la Comunitat Valenciana, cuyos maestros pasaron a ser profesionales y a ocupar una plaza fija, una estabilidad que tanto anhelan las voces del coro. 

Lo esencial ahora será buscar las soluciones. Hasta hace unas semanas la culpa era de Montoro. Pero Montoro se fue por la puerta de atrás, con el pleno de su gobierno. Toca buscar salidas en casa propia. Comenzar por dar estabilidad a esos cantantes que han pasado su vida juntos, tanto tiempo, que entre ellos han surgido hasta nueve parejas, que merecen saber que se respeta y reconoce su prestigio, su valía y que esta se traduce en un horizonte de estabilidad y de solvencia administrativa; al menos, para cuando enfrenten el final de su carrera artística. 

Algunas voces han comenzado ya a jubilarse; otras están alcanzando la edad o lo harán en los próximos años. Y cada una de esas voces necesita saber que desde la conselleria respetan su experiencia y que, hasta la fecha de su jubilación, no perderán su puesto en el coro. 

Planificar supone hacer un plan de jubilaciones y un proyecto de renovación que lo afronte. Una propuesta que estudie las voces, las edades, los ritmos para que el coro puedan renovarse a la vez que conserva la memoria y la calidad; ganar estabilidad laboral, sin perder su idiosincrasia artística. Que las nuevas voces que vayan sumándose puedan hacer suya tanta experiencia y conocimiento acumulado.

Dice la ley que los cantantes, como los trapecistas y bailarines, pueden jubilarse a los sesenta años. Que, si llegaron hasta aquí con pasos de ida y vuelta y ritmos de altura, que ninguna iniciativa política los condene a un salto mortal que nos dañe a todos. Desde la Conselleria habían anunciado una propuesta antes del treinta de junio. Pero no ha habido tal hasta la fecha. Con el coro, seguimos a la espera. Por la música, con el agradecimiento a décadas de entusiasmo en cada interpretación, contamos con que sus dirigentes políticos sabrán ahora marcar el compás que toca.

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