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el billete / OPINIÓN

¿El amigo catalán?

De la reunión entre los presidentes Puig y Puigdemont ha surgido un supuesto frente común ante Madrid del que los catalanes han excluido algunos problemas muy importantes para los valencianos 

25/09/2016 - 

El entusiasmo con el que algunos valencianos han saludado la visita de Carles Puigdemont a Ximo Puig, acompañados de nutridas representaciones política y empresarial, merece un análisis en frío desde esta parte del Sénia, no vaya a ser que las emociones por una germanor tanto tiempo anhelada y tan incomprensiblemente aplazada nos impidan ver una realidad que se resume en que Cataluña entiéndase, las fuerzas vivas catalanas va a la suya. 

En otras palabras, los valencianos les importamos a los catalanes un pimiento. Nos quieren mucho por razones más bien, emociones identitarias, tanto, que los independentistas estarían encantados de que nos sumásemos a esa pequeña gran nación en ciernes que es la República Catalana. Pero su mirada está llena de prejuicios, positivos y negativos, fruto del desinterés por la realidad valenciana y sus problemas, lo que se traduce en un paternalismo que se ha acentuado con la ruina en la que nos vemos sumidos. 

Mientras, de esta parte, se mantiene desde buena parte del nacionalismo ahora en el poder esa visión acrítica hacia el norte, esa sobrevaloración de lo catalán respecto a lo valenciano, y no digamos hacia lo castellano, esa mentalidad según la cual si los catalanes no nos ayudan más es por culpa de Madrid o del PP, porque aquí todo es culpa de Madrid y/o del PP.

Vayamos a lo concreto. Lo más positivo de la visita de Puigdemont, por no decir lo único, es el compromiso de los dos presidentes de reunirse cada seis meses. No es baladí, aunque no deja de ser un compromiso que veremos si se cumple o se van dilatando las quedadas, como nos ocurre a todos cuando las citas son programadas porque no pueden ser espontáneas. Superar tantas décadas de incomunicación institucional era necesario y el esfuerzo por escenificarlo está justificado. Pero de forment, ni un gra.

A catalanes y valencianos nos une el ‘enemigo’ común, Madrid léase el Gobierno, donde uno se pregunta si se han enterado de esta cumbre. La cobertura en los medios capitalinos fue entre ínfima y nula. Tanto, que algunas televisiones ni se molestaron en decir que Puigdemont estaba en Valencia cuando recogieron sus declaraciones sobre la noticia catalana del día, la comparecencia en el Tribunal Supremo de Francesc Homs. Tampoco la prensa catalana hizo un gran despliegue. 

El frente común ni ocupa ni preocupa, lo que demuestra que el esfuerzo de Ximo Puig por hacerse visible en Madrid y que se hable del problema valenciano el económico, no el de la corrupción, que ahí sí que tenemos minutos en televisión es aún más arduo de lo que parecía. El próximo hito será un acto de reivindicación el día 5 de octubre en la capital de España.

En cuanto al frente valenciano-catalán para apretar a Rajoy o al que venga, la sinceridad de Puigdemont no pudo ser más significativa, empezando por el portazo a Puig cuando le pidió apoyo con la financiación autonómica. Cataluña, dijo, no va a estar liderando la reivindicación de un nuevo modelo de financiación. "Estuvimos en el pasado y no fue bien", afirmó sin sonrojarse el presidente de la comunidad más beneficiada de la revisión de 2009, cuando Zapatero echó el resto nunca mejor dicho con Cataluña y Andalucía. 

En el Corredor Mediterráneo, dirás que Puigdemont y los suyos, tras sufrir en sus carnes los retrasos que padecen cada día cientos de valencianos y catalanes que suben y bajan en tren, abrazaron la causa valenciana. Pues no. Los catalanes se sumaron al coro del agravio y el desinterés de Fomento por acabar el tercer hilo que Ana Pastor prometió inaugurar en 2015, pero cuando los valencianos sacaron a colación la doble plataforma, que es el verdadero Corredor y no el sucedáneo tercer hilo, nuestros hermanos se pusieron de perfil a contemplar el artesonado del techo del Palau y acabaron confesando que para ellos, como para Madrid, la doble plataforma no es prioritaria. Total, para una vez al año que tienen que bajar en tren a ver a Puig. Significativa fue la respuesta evasiva de Sixte Cambra, presidente del puerto de Barcelona que ya tiene su doble plataforma hacia Europa: Lo necesario es una infraestructura "competitiva y eficiente". 

Germans, sí, pero ni financiación ni Corredor, lo que demuestra que nuestros hermanos catalanes nos ven más bien como primos. Y menos mal que no se mentó el problema del agua, porque habríamos tenido que recordar que las autoridades catalanas se opusieron en su día a trasvasar agua del Ebro a Castellón que aporta caudales al río pero permitió otros trasvases dentro de su territorio, incluido uno insolidario a más no poder hasta la orilla norte del Sénia, es decir, hasta la futura frontera de la Catalunya lliure con la provincia de Castellón.

¿Qué nos queda, pues, del frente común? Una reunión semestral entre presidentes pase lo que pase con el procés, un comité conjunto de seguimiento de las obras del pseudocorredor que nos dará argumentos para seguir lamentándonos, un convenio turístico de los que se suelen firmar en estas reuniones y el acuerdo para que se pueda ver TV3 en la Comunitat y Canal 9 en Cataluña cuando nuestra tele vuelva a emitir. La pregunta es: ¿Por qué no se ve aquí TV3 ya? Antes era por culpa del PP.

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