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el billete / OPINIÓN

Compromís debe negociar con Rajoy

La aritmética parlamentaria del 26J ha dado una oportunidad histórica a Compromís de hacer valer sus cuatro diputados para negociar con el PP reivindicaciones de los valencianos a cambio de la investidura, siguiendo el ejemplo del PNV 

3/07/2016 - 

Lo dije el otro día en el Club de Encuentro Manuel Broseta y lo repito –y explico– en esta tribuna dominical: Compromís debe negociar con el PP su apoyo a la investidura de Mariano Rajoy. A Rajoy o a un candidato del PP a presidente, si se suma a la postura de Albert Rivera de vetar al actual presidente en funciones.

El motivo por el que un partido nacionalista de izquierdas –cada vez menos nacionalista y más de izquierdas– debe negociar con un partido centralista, de derechas y envuelto en escándalos de corrupción no es, lógicamente, ideológico, sino pragmático y aritmético. El PP (137 escaños) con Ciudadanos (32) y Coalición Canaria (1) –aliados más que probables– suma 170 diputados; con los cinco del PNV, que como siempre sacará rédito de su apoyo, 175. Le faltaría una abstención, ni siquiera un voto, para que Rajoy fuera investido presidente en segunda votación. Y Compromís tiene cuatro diputados, dos del Bloc y dos de Iniciativa, así que los de Mónica Oltra ni siquiera tendrían que pringarse.

Esa abstención puede valer mucho. Puede valer un nuevo sistema de financiación autonómica ventajoso para los valencianos, que será para muchos años. Puede valer, ya en 2017, una inversión para la Comunitat en los Presupuestos Generales del Estado de ese 10% que por población y PIB nos corresponde y que nunca, ni de lejos, nos han dado los gobiernos del PP o los PSOE. Puede valer ese contrato-programa para el transporte metropolitano con el que Ribó alargaría la EMT no ya a Mislata, hasta Quart si hace falta. Puede valer que la ministra Pastor, si continúa, se tome en serio el Corredor Mediterráneo. 

¿Qué te parecería viajar entre Valencia y Barcelona en tren sin incidencias? Y qué me dices de la deuda impagable de la Marina Real, que de pronto se podría pagar, renegociar, condonar; o lo que disfrutaría Aurelio Martínez con la ZAL de pronto desbloqueada y unos accesos como los del Puerto de Barcelona; o ese Parc Sagunt bloqueado por 10 millones de euros, senyores i senyors, deu milions! Etc, etc, que se nos hace la boca agua, que todo no será posible pero soñar no cuesta nada y por pedir que no quede. La política, además de extraños compañeros de cama, puede hacer milagros.

El Grupo Parlamentario de Compromís –el grupo parlamentario sería la primera condición– debería pensar incluso en dar su voto a favor y permitir que sea el PNV el que se abstenga, porque los de Urkullu tienen elecciones autonómicas en otoño y no les viene bien estéticamente aupar a Rajoy.

El viejo proyecto de los nacionalistas del Bloc, el sueño de Pere Mayor de un partido valenciano con peso en Madrid, a la manera del CiU de la transición y del PNV, está ahora al alcance de la mano en lo que es una ocasión histórica, y perdón por el tópico, pero puede que no veamos otra con esta aritmética tan perfecta. 

Si se firmase el acuerdo, de cara a las elecciones autonómicas de 2019 todos podrían ponerse medallas: Bonig atribuyendo los logros a Rajoy, Oltra haciendo lo propio con Compromís, Puig sacando pecho por su legislatura, y Toni Cantó, porque el voto de Ciudadanos también es imprescindible.

Joan Baldoví debe elegir entre explorar esta posibilidad o pasarse otra legislatura llorando por la discriminación que sufrimos los valencianos, montando numeritos en sus cinco minutos de gloria de cada debate con el hemiciclo semivacío.

Alguien se preguntará cómo va Mónica Oltra a apoyar al "partido de la corrupción", como lo califica cada vez que le preguntan, cuando este viernes aún estaba diciendo que es posible una mayoría de izquierdas para que gobierne Sánchez con apoyo de Iglesias y Rivera. 

Pues de la misma forma que el PNV, con el abertzale Arzallus al frente, hizo presidente a Felipe González en 1993 –en pleno escándalo de los GAL– y a José María Aznar en 1996, a quienes sacó tantas concesiones, competencias, cupos e inversiones, que se puede decir que el País Vasco es hoy una comunidad privilegiada en el conjunto de España gracias a esos acuerdos, ampliados cuando Zapatero necesitó los votos del PNV para aprobar los presupuestos de 2011, que también trajeron carbón para los valencianos. "He conseguido más en 14 días con Aznar que en 13 años con Felipe González", fue la frase que pronunció Arzallus después de que Aznar salvase el cupo vasco. Hasta para su partido sacó, con la devolución del patrimonio incautado durante la Guerra Civil.

Si uno mira al PNV, que lleva 40 años pactando con el ‘diablo’ si hace falta, desde el 26J está diciendo que "es muy difícil" un acuerdo con el PP, "imposible hoy por hoy", lo que significa que mañana ya veremos. Pero en todo momento se ha mostrado dispuesto a "hablar".  Todo lo contrario que Compromís, que con su lideresa al frente prefiere la compañía de Pablo Iglesias a la izquierda del tablero, difuminado entre las mareas de la indignación, empeñado en que el PP no gobierne.

Ese empeño puede conducir a la melancolía si acaba gobernando Rajoy y uno no pinta nada, como hasta ahora. Sentarse a hablar es lo mínimo, partiendo del no pero abierto a escuchar. Si no saben cómo hacerlo, que Enric Morera le pida consejo al veterano fontanero del PNV Joseba Aurrekoetxea cuando venga por Canet.

Aflorar la mierda

El conseller de Hacienda, Vicent Soler, ha sacado todas las pérdidas de la Generalitat habidas y por haber al balance de 2015, maniobra inteligente donde las haya –Goirigolzarri hizo algo parecido al llegar a Bankia– porque le protege de futuras sorpresas en las cuentas. La mitad del ejercicio era suyo, pero aún cabía echar la culpa a la gestión del PP en el primer semestre. Así que tomemos ese balance como punto final de la gestión popular. A partir de ahora, el mérito o la culpa serán de Soler.  

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