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LA LETRA CON MÚSICA ENTRA

'Another brick in the wall': cuando los músicos entran en las aulas

Músicos que también son profesores, o profesores que también son músicos. Vasos comunicantes

21/01/2016 - 

VALENCIA. En el videoclip (en aquella época todavía se podía llamar así sin riesgo de caspicidio) del ‘Another Brick In The Wall’ de Pink Floyd en 1979 los niños, condenados a la cadena de montaje de la vida, terminaban rebelándose contra el sistema (educativo), derribando muros y quemando cosas. Incluido el fascistoide profesor que les oprimía. Por desgracia para el niño que al inicio del vídeo lee un poema que en realidad es la letra de ‘Money’, sólo era una ensoñación; pero la relación entre música, y músicos, y enseñanza no se ha quedado nunca en esa alentadora visión de fantástica banda sonora.

El trabajo de profesor de Greg Graffin (Bad Religion) en UCLA y en Cornell University posterior a la época dorada de Bad Religion, o las incursiones previas en la docencia de músicos tan dispares como Gordon Sumner ‘Sting’ o el ínclito Wilko Johnson (Dr. Feelgood) indican que la relación entre ambos campos no es aleatoria. Cisco Fran (La Gran Esperanza Blanca) recuerda, de hecho, las palabras de Sting al respecto de la mínima diferencia entre ambas disciplinas en tanto en cuanto las dos consisten en “entretener a potenciales delincuentes para que no hagan nada malo”.

‘¿Qué fue antes, la guitarra o la tiza?’

“Siempre me he preguntado hasta qué punto influye en la música que haces el hecho de vivir de ella: me gusta la idea de separar el tema económico de la música”. Juan Luis Salmerón, guitarrista de La Muñeca de Sal (también en Mañana Tampoco y Portero Regateador), introduce así la relación entre la música y su ocupación: profesor pluriempleado en “diferentes asignaturas de ciencias” para alumnos entre 14 y 17 años. “Creo que soy de esas personas que seguiría trabajando en lo mismo aunque me tocara una gran cantidad de dinero en un sorteo”.


Salmerón asegura que la docencia le llamó la atención “mucho antes que la guitarra”, pero no siempre ocurre así. “Hice la especialidad de Astronomía y mi sueño era trabajar en un observatorio”; en su lugar, Cisco Fran acabó compaginando su carrera musical en La Gran Esperanza Blanca con un puesto de profesor de matemáticas en el IES Dr. Faustí Barberà de Alacuás desde 1987. “Circunstancias como la mili, y que algunas opciones universitarias se presentaran a destiempo, hicieron que me presentara a las oposiciones a instituto y las aprobara, y así se escribe la historia... No me desagradaba la docencia, pero no era mi primera opción”.

“Hasta se me había pasado por la cabeza estudiar Ciencias del Mar y Periodismo”. Carolina Otero tampoco lo tenía tan claro como Juan Luis Salmerón. “En verdad nunca he tenido muy claro qué hacer profesionalmente, tal vez porque siempre me ha interesado casi todo”, explica la frontwoman de Lülla y Carolina Otero & The Someone Elses, que ejerce de profesora de lengua castellana y literatura en un instituto del Cabanyal: “la docencia me vino más tarde”. Aunque no tanto como a Jorge Pérez, que desde el año pasado compagina su faceta en Tórtel y Coleccionistas con sus clases en el Grado de Creación Musical de la Universidad Europea de Madrid. “La verdad es que llegué a la docencia un poco de rebote: estudié Filología Hispánica porque me gustaba la literatura, y después hice un Máster de Profesor de Español como Lengua Extranjera porque pensé que probablemente sería una mejor salida laboral”.

‘Público sí, egos no’

El elemento vocacional entre ambas profesiones parece evidente. “Dado el tipo de música que nos gusta hacer, y la realidad del negocio musical, nuestra música es claramente vocacional”, explica el guitarrista de La Muñeca de Sal, que concluye: “efectivamente, veo que ocurre lo mismo con la docencia”. Hay cierto componente invisible, sin embargo, que une ambas profesiones en un plano más allá de lo vocacional. “Trabajas de cara a una audiencia, a un público”, plantea Cisco Fran, “pueden ser alumnos o asistentes a un concierto, pero se supone que no debes aburrirles y que, al acabar, deben llevarse algo que sólo tú les has podido ofrecer”. 

“Evidentemente hay en las dos facetas un punto de conexión a la hora de enfrentarte a un público, tratar de captar su atención y resultar motivador”, abunda Tórtel, que concluye lacónico que, “en ambos casos, la sensación de estar predicando en el desierto puede ser muy frustrante”. Sin embargo, el cantante desempolva una diferencia fundamental: “en la docencia no existe esa dosis de ego que sí hay en un escenario, se trata más de ofrecer lo que crees que puede ser valioso para los demás, y es también una responsabilidad mucho mayor”. Tórtel, que se encuentra preparando ya su próximo disco, encaja su última palabra con la primera de Carolina Otero. “Creo que soy una profesora responsable, pues mi función es muy importante en la sociedad, y pienso bastante en ello en casa, algo que comparto con la creación musical y literaria”.

‘Músicos en las aulas: entre el crecimiento personal y la supervivencia económica’

Y, de nuevo, el hilo entre ambas ocupaciones, ovillado de manera imperceptible. “Ambas profesiones permiten que guarde mis reservas y vergüenzas: soy una persona tímida, pero cuando doy clase o actúo no me importa, y se me olvidan provisionalmente mis complejos y mis tonterías”. Otero dibuja la contaminación recíproca entre música y docencia de una manera evidente: “los alumnos me enseñan continuamente y ponen a prueba mi paciencia, mi sentido del humor y mis propuestas, me río mucho con ellos pero también sufro”.

“La docencia mejora tus habilidades sociales y te hace sentir útil cuando te das cuenta de que has ayudado un poco a alguien”. Juan Luis Salmerón apunta a la conciencia (o no) de proyecto colectivo: todos forman parte de un plan, pero unos lo saben y otros no. El guitarrista separa la conciencia constante de una banda (“nos conocemos muy bien y sabemos hacia dónde queremos ir”) del desconocimiento de una clase: “cada año tengo la posibilidad de interactuar con alumnos nuevos, y eso te hace aprender mucho. Aprendes que hay infinidad de maneras de ser, que hay gente que te pone mala cara pero resulta que es porque quiere tu atención, chavales que tienen un bajo concepto de sí mismos y que necesitan que les apoyemos,…”.

Cisco Fran, sin embargo, sintetiza su relación con la docencia durante casi las últimas tres décadas con el título inédito de una canción: “disgustos y sueldo”. “En los primeros diez años aún creía en poder mejorar la vida de los alumnos a través del conocimiento”, recuerda, “ahora soy un cínico y sólo espero que un segundo advenimiento les dé la esperanza que yo no veo por ninguna parte, al menos en un porcentaje altísimo de mis alumnos”. Y, aunque Tórtel no comparte las mismas coordenadas en su primer año como profesor (“me aporta otras visiones muy valiosas fuera de las discográficas y ambientes a los que estoy acostumbrado”), el tradicional hiperrealismo económico del músico ve en la docencia un salvavidas fantástico: “mi trabajo en la Universidad me aporta una estabilidad económica que desgraciadamente no me dan mis proyectos musicales”.

‘Radiografía musical del sistema’

En lo que sí coinciden todos es en la radiografía de un sistema que expulsa a la música de las aulas. Aunque Carolina Otero ponga “hilo musical para trabajar durante actividades individuales” a sus alumnos. “Uno de los objetivos generales de la Secundaria es fomentar la iniciativa propia del alumno; sin imaginación, sin fantasía, no hay iniciativa propia”, explica la compositora, que coincide en el esqueleto de su argumento con Tórtel: “se busca crear seres productivos pero no sensibles, malos tiempos para la lírica cuando la lírica es más necesaria que nunca”.

“Es una vergüenza para un país que se quiere considerar avanzado que las enseñanzas musicales estén fuera de los institutos”, concluye Cisco Fran, que reconoce no tener “confianza alguna en que se llegue nunca a un consenso respecto a la educación”: “hay mucho que recorrer, pero sé que yo nunca lo veré, al menos trabajando”. El cantante de La Gran Esperanza Blanca vislumbra un “un panorama de emergencia nacional que nadie tiene intención de abordar, salvo cuando vienen elecciones”, y que quizá podría empezar a enderezarse inyectando la lógica de Juan Luis Salmerón: “me repatea que las leyes educativas nunca cuenten con los profesores y los expertos en Educación”

“Ha sido un mal sueño, pero el daño está hecho”, así recuerda Cisco Fran el paso del ministro peor valorado de la democracia y que ha resultado doblemente dramático para los que comparten colectivos. Y no son pocos. Nacho Nácher (Perro Grande), los componentes de Césped de Verdad, Fernando Junquera (Negro), Guillermo Artés (Pentatrónika), Micalet Landete (Senior), Jesús Sáez (Llum), o Nick Simpson y Dani Gurrea (Carolina Otero & The Someone Elses) son algunos de los ejemplos más cercanos. “Yo quisiera que las leyes de educación las hicieran un gabinete de profesores y maestros en activo, que saben qué significa pisar un aula ordinaria”, reitera Carolina Otero, que hace definitivamente tangible el vínculo entre música y docencia recordando que sus mejores estudiantes “han sido músicos e ilustradores en ciernes”.

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