rajoy prioriza la reforma del estatuto de las islas por el apoyo de ana oramas a los pge

Una diputada canaria deja en evidencia al 'poder valenciano'

FOTO: EFE/JUANJO MARTÍN
13/12/2017 - 

VALÈNCIA. Primero los vascos, luego los canarios: es indiscutible que el 'poder valenciano' –el término suena cada vez más irónico– no habla el mismo lenguaje que Mariano Rajoy. Este martes se activó en el Congreso de los Diputados la reforma del Estatuto de Autonomía canario mientras la reforma del valenciano lleva navegando a la deriva en la Cámara Baja desde 2011. La modificación que salió de Les Corts y que lleva, por unas u otras causas, más de 40 aplazamientos –no es una cifra al azar, sino real–, fue en su día impulsada por el PPCV de Francisco Camps probablemente para incomodar al socialista Rodríguez Zapatero, entonces presidente del Gobierno de España.

Aunque fue hace más de seis años, ya suena a prehistoria. La principal novedad de esta reforma radica en la plasmación, negro sobre blanco, de que las inversiones estatales en la Comunitat Valenciana sean equivalentes a su población en un plazo de siete años. Este tipo de cuestiones, que ya fueron incluidas en otras cartas magnas autonómicas, no tienen carácter vinculante para el Gobierno ni para el Congreso de los Diputados –que aprueba los presupuestos– tal y como recogió en su día el Tribunal Constitucional, pero sí al menos poseen un potente contenido político. Prueba de ello es que la reforma valenciana sigue varada en el Congreso.

Unos problemas que otros asuntos -no menores- como el Estatuto Canario o el Cupo Vasco ni sienten ni padecen. El presumible respaldo del PNV y de la diputada de Coalición Canaria Ana Oramas a los Presupuestos de 2018 de Mariano Rajoy abre puertas que para los valencianos –partidos y sociedad civil– están cerradas a cal y canto: reforma del sistema de financiación, estatuto de autonomía, deuda histórica, inversiones en los Presupuestos Generales del Estado... puede elegirse cualquiera de estos temas al azar y comprobar cómo otras regiones de España no han tenido mayor problema para obtener mayores éxitos que la Comunitat Valenciana.

Foto de familia tras aprobarse en septiembre de 2015 la toma en consideración en el Congreso la reforma del Estatuto

Con este escenario, el presidente de Les Corts, Enric Morera, envió este martes una carta a su homóloga del Congreso, la popular Ana Pastor, para que la reforma del Estatut, que se encuentra en periodo de presentación de enmiendas "no se vuelva a dilatar". Ya se ha vuelto a dilatar, ya que el plazo de enmiendas se ha prorrogado después de un año de duración.

Morera trató previamente de consensuar con los grupos parlamentarios la carta a Pastor y el PP puso objeciones: "Estamos de acuerdo, pero estas cuestiones son lo suficientemente relevantes como para que se consulte antes con los grupos parlamentarios, porque hay que hablarlo y analizarlo y ver la propuesta de carta", señaló la portavoz adjunta del Grupo Popular María José Catalá, quien propuso analizar la cuestión la próxima semana.

Una misiva, la de Morera, que no apunta a un cambio especialmente significativo de cara al futuro. Los diputados valencianos en el Congreso callan o patalean, según el partido y la ocasión, pero sin que se aprecie una gran diferencia entre ambas actitudes. Los parlamentarios valencianos del PPCV –y la propia dirección regional– ni tiene la fuerza ni la valentía para saltarse el guión que dicte Madrid; los diputados del PSPV en la Cámara Baja y también el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, acaban acatando sin rechistar –al igual que los de Podemos– que se haga una reforma exprés del Cupo Vasco; los de Ciudadanos también se pliegan ante las órdenes de Madrid –y muchos dudan del sistema autonómico–, y en cuanto a Compromís, prefieren hacer oposición dura que intentar utilizar sus votos para obtener ganancias como los vascos o los canarios.

Reivindicación de políticos y empresarios valencianos por la financiación autonómica en Madrid

Así pues, si la reforma del Estatut supera los 40 aplazamientos y ha sido defendida hasta en tres ocasiones para su admisión a trámite en tres periodos legislativos, la reforma del Cupo Vasco puede culminarse en apenas un mes –este martes se aprueba definitivamente en el Senado– y es probable que la tramitación del texto canario, que se aprobó con la oposición de los populares canarios, discurra como la seda en el Congreso. La política es así de posibilista.

De poco ha servido que las fuerzas políticas valencianas llegaran a un acuerdo en Les Corts o defendieran la reforma en el Congreso con representantes del PPCV, PSPV y Compromís: el texto no agrada a Rajoy y parece que solo saldrá adelante cuando haya algo que ofrecer a cambio y los políticos valencianos estén dispuestos a negociar con ello.

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