MUJERES ILUSTRES DE LA COMUNITAT

La maleta de Libertad Blasco Ibáñez

12/09/2018 - 

VALÈNCIA. Ser la primera en llevar un nombre no debe ser tarea fácil. Si además esto sucede a finales del siglo XIX y eres la hija de uno de los periodistas, políticos y guionistas del mundo, mucho menos. Libertad Blasco-Ibáñez era hija, por supuesto, de Vicente Blasco Ibáñez, uno de los escritores valencianos más célebres, autor -entre otros- de Los cuatro jinetes del Apocalipsis, La barraca o Entre naranjos. Vicente era un anticleriral y republicano de manual que amaba, por encima de todo, los ideales franceses de libertad, igualdad y fraternidad. No en vano, en su vida como masón, adoptó el sobrenombre de Danton como homenaje a Georges-Jacques Danton, abogado y político francés que desempeñó un papel determinante durante la Revolución francesa. Sin pensárselo y con un gusto por lo estético que deslumbraría a su generación Vicente eligió que su hija se llamara Libertad. Más aún: eligió que su hija fuera la primera en llamarse Libertad.

Cuenta Mercedes de la Fuente en su libro Valencianas célebres y no tanto que Libertad era “buena pianista, como su madre, articulista ocasional, romántica, heredera de la magnética mirada paterna y aficionada a leer y apuntar frases en una libreta”. Desde muy jovencita mostró querencia por lo artístico

En una entrevista que Libertad coincidió en el año 1981 -ya anciana- en el diario El País recordaba cómo fue su infancia y la relación con sus hermanos: “Soy la tercera de los nacidos, pero la segunda de los que vivimos. Entre mi hermano el mayor, Mario, que murió de corazón cuando tenía setenta años, y, yo nació una chica que sólo vivió trece días. Se llamaba como yo, Libertad, o yo me llamo Como ella. Luego estaba Julio César, que falleció joven del tifus, y Sigfrido, que me lleva ocho años”.

De todos ellos, Libertad fue la que más custodió la obra de su padre, probablemente, la que más y mejor le leyó. El pasado año, con motivo del 150º aniversario del nacimiento de Blasco Ibáñez, se publicó una biografía inédita que Libertad acabó de escribir en el año 1977 cuando todavía estaba en México, país al que se exilió tras la Guerra Civil: Blasco Ibáñez. Su vida y su tiempo, publicada por el Ayuntamiento de Valencia. Fue su hija, Gloria Llorca, la que conservaba estos documentos personales del escritor valenciano.

Pero volvamos a atrás: Libertad se educó en la famosa Institución Libre de Enseñanza de Giner de los Ríos, en Madrid, cuando dirigía el centro Manuel Cossío. Esta institución fue creada en 1876 por un grupo de catedráticos que se apartaron -o fueron apartados- de la universidad por defender la libertad de cátedra, por negarse a impartir sus temarios acorde a injerencias políticas o religiosas. Allí Libertad coincidió, por ejemplo, con las hijas de periodistas conocidos como Luis Morote. Una de ellas acabaría siendo su cuñada al casarse con su hermano Mario.

Libertad también se casaría con otro periodista. En este caso con el alicantino Fernando Llorca, que también era director de la editorial Prometeo que publicó muchas de las obras de su suegro. Libertad y Fernando fueron padres de Mario y Gloria. Justo antes del estallido de la Guerra Civil, Libertad vivía con todo tipo de comodidades en una Valencia plácida y tranquila. Cuidaba de su familia y, como mujer adinerada, prestaba su imagen para causas sociales con los más desfavorecidos. La familia vivía en la sede del edificio de la editorial Prometeo, ubicado en el número 33 de la Gran Vía de Germanías. En el piso principal vivía Libertad y su familia, mientras que sus hermanos Mario y Sigfrido ocupaban las otras plantas. En el libro de Mercedes de la Fuente se recoge, gracias al testimonio de la hija de Libertad, cómo era aquella casa:

            Su hija recuerda los dos balcones y el mirador del despacho de su padre, con las paredes cubiertas por la valiosa y nutrida biblioteca, la del bibliófilo que fue Llorca (…); el dormitorio doble de sus padres comunicado por una puerta; el enorme salón dieciochesco; la colección de cerámica repartida por los pasillos de la casa (...); los cuartos de dormir y aseo de la cocinera y doncella que pernoctaban en la vivienda; el dormitorio de su hermano y el suyo propio (…) ; la sala de costura; la despensa; los rincones y pilas de las lavanderas, los espacios para tender, la gran terraza con parterres comunicada con la editorial por una escalera interna...

Gloria Llorca, nieta de Vicente, también recordaría aquellas meriendas con amigos en las que tomaban horchata y rosquilletas en verano y chocolate y churros en invierno.

En 1938, en plena contienda fraticida, Libertad y su familia abandonó Valencia para marcharse a Barcelona. Libertad se fue sin saber nada de su hijo Mario que se había alistado con el Ejército Republicano. Cruzó Port-Bou a pie en invierno, sin dinero. La escritora Mercedes de la Fuente cuenta así este periplo:

            Huye a Barcelona y, confiscados sus bienes y con su hijo en el Frente, tras un penoso     periplo acaba en el campo de concentración francés de Auterive-sur mer junto a su marido y su hija adolescente. Y su maleta.

Fernando Llorca murió muy poco tiempo de después en Toulouse. Libertad tuvo al más de suerte porque lo poco que quedaba del gobierno republicano le consiguió unos billetes para México. En aquel país, Libertad recordaría a su padre editando algunas de sus obras y empezaría a escribir su biografía con la intención, según ella misma afirmó, de que “mis hijos pudiesen tener una imagen cabal de su abuelo, distinta a la que figura en otros libros”. Esa maleta que Libertad se llevó fue clave para recuperar la obra de su padre que ahora custodia la Fundación Blasco Ibáñez.

En la década de los años 60 Libertad volvió a Valencia porque su hermano Mario estaba muy enfermo. Los nacionalistas no le dejaron quedarse más de tres días. No fue hasta la finalización de la dictadura cuando Libertad pudo volver definitivamente a su ciudad. En su retorno se dio cuenta de cómo tantos años de franquismo habían ensombrecido y ocultado la obra de su padre. Comprobó además el derrumbe de las casas que había habitado, del chalet de la Malvarrosa, de la sede de la editorial...

Libertad Blasco, Ibáñez, hija también de María Blasco del Cacho -una mujer perteneciente a la alta burguesía valenciana-, murió en Valencia en 1988. Hasta los últimos años de su vida, ya anciana, no dejó de recordar a su padre y de guardar su legado. Gracias a esa maleta que conservó conocemos hoy la obra y trayectoria de los valencianos más importantes de nuestra historia reciente.

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